OPINION

Época de peregrinaciones: de Lourdes a la Moncloa de Redondo

Iván Redondo, el hombre en la sombra detrás de Pedro Sánchez y verdadero zar todopoderoso de Moncloa./ EFE
Iván Redondo, el hombre en la sombra detrás de Pedro Sánchez y verdadero zar todopoderoso de Moncloa./ EFE

Bernadette Soubirous tenía 14 años cuando, en Lourdes y entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, contó hasta 18 apariciones marianas. La Gruta de Masabielle, el lugar donde tuvieron lugar los hechos y donde la niña descubrió el famoso manantial, tantas veces idealizado en la literatura y el cine, es hoy y desde hace décadas uno de los lugares de peregrinación más importantes del mundo. Las cifras son, nunca mejor dicho, estremecedoras. En 2018, cuando se cumplían 160 años de la primera visión, se contabilizaban hasta 70 milagros validados y más de 7.000 curaciones inexplicables reconocidas. De hecho, el Santuario recibe cada ejercicio la friolera de 2,5 millones de visitas, al punto de condicionar la vida de Tarbes, ciudad de los Altos Pirineos en la Gascuña francesa próxima al valle de los prodigios y que apenas cuenta con 40.000 habitantes. ¿Impresionante? No tanto. En las últimas semanas, hay un enclave madrileño que -si se admiten la ironía y la hipérbole- podría competir sin sonrojo en el número de devotos que buscan una gracia.

Y es que la Moncloa de Iván Redondo va camino de convertirse en un lugar sin igual para el recogimiento, la contrición y la ofrenda, ahora que la legislatura coge vuelo y ya pocos tienen dudas -mirando a lo que se cuece en Génova- de que la dupla Sánchez-Iglesias ha llegado para quedarse un rato largo. Así las cosas, y además de los sospechosos habituales que ya han hincado la rodilla, sería lógico que otros con problemas buscaran en los próximos tiempos postrarse de hinojos y hacer llegar su plegaria al todopoderoso guardián de las esencias monclovitas. Si, por ejemplo, pende sobre tu cabeza la espada de Damocles de una multa descomunal de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que además te obliga a cambiar todo el ‘modus operandi’ con el que das lustre a un balance que funde a negro, qué mejor que levantar los ojos al cielo socialista. Si es un asunto judicializado y, por definición, alejado de las cuitas terrenales, mejor. ¿O acaso no es un milagro lo que buscamos?

Del mismo modo, unos rezos al ‘padre Redondo’ tampoco parecen mala opción cuando un comisario cualquiera entra en tu vida y amenaza con arruinar la reputación de tu empresa o, lo que es peor, limpiarte el puesto con oprobio. En el fondo, al reverendo tampoco le interesa que sus feligreses más insignes las pasen moradas y eso afecte a toda la comunidad, puestos de trabajo y economía incluidos. A fin de cuentas, quiere conservar su puesto… y que sus jefes mantengan el suyo. Así que, ¿por qué no acudir al secreto de confesión, rezar los avemarías que proceda y buscar una reparación acorde con la falta? Sobre todo cuando la cuestión se puede difuminar con un sutil cambio de tipo jurídico. Porque si abrimos los brazos al cielo y, de un plumazo, se esfuma el delito de cohecho al admitirse desde el Gobierno que el policía en cuestión hizo trabajos para el Estado en su condición de empresario privado y no de funcionario, el pecado no solo deja de ser mortal, sino que casi se transforma en una travesura de juventud.

Los que más sufren, aquellos que no encuentran el camino y son castigados -a veces injustamente- por los mercados, también podrían beneficiarse de la misericordia del nuevo Gobierno, entregado en esta nueva etapa a dejar su impronta en las empresas, a fin de cuentas el reducto último del poder económico que tanto anhela. No hay más que ver cómo ha ido colocando a sus más fieles y devotos servidores en los mejores claustros, el último Red Eléctrica, donde ha quedado claro que lo de menos es la calidad del sermón y lo de más la lealtad a la congregación. En este sentido, las empresas estratégicas que están a tiro de opa o en la diana de los siempre aviesos fondos activistas siempre pueden buscar el reconfortante calor de los nuevos habitantes de La Moncloa. Porque, aunque las acciones de oro ya no se estilan, nadie entra como elefante en cacharrería en casa de quien tiene el BOE y puede mandarte al infierno.

La peregrinación a Moncloa, eso sí, tendrá que orquestarse entre susurros, en reducidos cónclaves. La propia CNMC denunciaba esta semana, en un hilarante post, la falta de compromiso de las empresas del Ibex 35 con el Registro de Grupos de Interés puesto en marcha en su día para aglutinar a las empresas que prevén realizar tareas de ‘lobby’. Frente a la luz y taquígrafos que demanda el supervisor, las empresas parecen abrazar otra tradición, más 'typical spanish', marcada por la clandestinidad y el pacto entre bambalinas. En eso, además, poco importa el signo político. Basta recordar, no hace tanto pero con el anterior gobierno, cómo se buscó un 'caballero blanco' a la carrera para evitar que Abertis cayera en manos solo italianas. Faltaría más. Una forma de hacer que siempre alienta a las grandes empresas a darse la paz con el inquilino de La Moncloa, no vaya a ser que vengan mal dadas.

En todo caso, hay que darse prisa. Como publicaba recientemente el diario ‘El País’, el Papa, harto de que Lourdes se haya convertido en una megatienda de souvenirs y una especie de parque temático católico focalizado en hacer caja, intervino y mando un delegado para recuperar su lado espiritual y su esencia como enclave sagrado. Dicho de otro modo, de un día para otro cambian las necesidades y los favores o las relaciones otrora naturales se convierten en quiméricas. Sobre todo teniendo en cuenta que el compañero de viaje escogido por Sánchez no tiene precisamente en sus oraciones a la grandes corporaciones y a los grandes empresarios, en resumen seres abyectos que no pagan impuestos y se aprovechan de los trabajadores, según las repetidas tesis de Podemos cuando era Podemos. Como reza la Biblia, “buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6). Mas pronto que tarde será clamar en el desierto.

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