OPINION

Las dos cruces de Guindos (que son tres) en el bolero del Banco Central Europeo

Dice el bolero que dos cruces hay clavadas en el monte del olvido. Son el último recuerdo de dos amores que han muerto sin haberse comprendido. Está por ver si el drama escenificado en el sevillano barrio de Santa Cruz por el bilbaíno Carmelo Larrea puede aplicarse al eterno –y hasta ahora no correspondido- romance con Europa del ministro de Economía, Luis de Guindos. Y es que este primer trimestre del año será decisivo para determinar si el madrileño accede a la vicepresidencia del BCE o si, como sucedió en julio de 2015 con su apuesta por liderar el Eurogrupo, se queda compuesto y sin pareja de baile. La referencia a la tonada viene al caso, en tanto comprender la naturaleza del otro es clave para que el amor florezca. Y no está del todo claro que, por ahora, el Gobierno haya tenido en cuenta a su contraparte.

Al menos y según relatan diversas fuentes conocedoras de cómo se forjan este tipo de nombramientos, España tendrá que trabajar de firme para levantar dos obstáculos ni mucho menos menores. En primer lugar, el Ejecutivo debería quebrar una regla no escrita según la cual dos grandes de la UE no pueden copar presidencia y vicepresidencia del BCE. Si tenemos en cuenta que Jens Weidmann, jefe del Bundesbank, ya calienta para sustituir a Mario Draghi en la presidencia del supervisor, el puesto de número dos será peleado sin duda por todo un conjunto de países pequeños. El Gobierno Rajoy siempre puede buscar apoyos desde la clara infrarrepresentación del país en los organismos europeos, o incluso acudir a que, puestos a enarbolar normas grabadas en hielo, España debería estar al menos en el comité ejecutivo del banco como uno de los cuatro grandes, pero dicho todo eso, el trago hay que pasarlo.

Más peliaguda es si cabe la propia condición de político que detenta el ministro Guindos. No en vano, estas fuentes recuerdan que las instituciones europeas –y hasta internacionales- funcionan como auténticos nichos. Esto es, del mismo modo que el Ministerio de Exteriores coordina la representación en el Coreper o el propio Ministerio de Economía en el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo es el hogar de los banqueros centrales, una suerte de club exclusivo. “Y lo último que querrán alemanes o franceses es abrir la veda a los políticos en el BCE. La lista de candidatos de otros países sería interminable”, añaden estas fuentes. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se refería recientemente al “evidente crédito y prestigio” que tiene Guindos en Europa. Una valía indudable, pero que no se ha cimentado –como es obvio- en su desempeño como banquero central.

Sea como fuere, traer a Rajoy a colación en este punto no es ocioso. Y es que todas las fuentes consultadas coinciden en que el empaque de esas barreras será inversamente proporcional al empeño que el propio presidente del Gobierno ponga en derribarlas. “Es clave la negociación política al más alto nivel y lo que Rajoy quiera implicarse con sus pares. Cuando acaba el día, no hay más”, subrayan. Y aquí surgen multitud de preguntas. Por ejemplo, ¿hasta qué punto está dispuesto a dar la cara el presidente por su actual ministro de Economía, cuando al final del camino siempre puede mirarle a los ojos y decirle que ha hecho todo posible? O si conviene a Moncloa en este punto quebrar la estudiada y prolongada tensión entre Economía y Hacienda que tan buenos resultados ha propiciado en lo económico en pleno desafío catalán.

Por ahora, y de forma pública, Rajoy ha jugado al despiste. A principios de diciembre, afirmaba que la candidatura de Guindos no estaba presentada, si bien se deshacía en elogios hacia su ministro. Días después, ya evitaba referirse a aspirantes concretos y zanjaba: “No estoy en condiciones de dar nombres en este momento (…) pero España presentará su candidatura a la vicepresidencia del BCE”. Y para añadir un mayor manto de misterio, deslizaba que el Ejecutivo tendría en cuenta el equilibrio de género, lo que “significa que podemos presentar un hombre o una mujer”. De hecho y como ya publicó este diario, esa carta viene siendo esgrimida desde hace meses por miembros del consejo de ministros, cónclave en el que Guindos no es el más popular. Finalmente, en su balance del año, el presidente ni quiso oír hablar de una crisis de gobierno motivada por la salida del titular de Economía, lo que alentó aún más las quinielas. Un oscurantismo que, al menos desde Moncloa, se atribuye a una cuestión de pura estrategia. Como diría un banquero central, mejor ‘wait and see’.

Y es que, desde fuera y más allá de personalismos, lo que no tiene un pase es que solo Miguel Arias Cañete, a la sazón comisario europeo de Clima y Energía, represente a España donde se cocinan las grandes decisiones comunitarias. Una economía del peso de la española, que tras sangre, sudor y lágrimas ha vuelto a coquetear con crecimientos del PIB sostenidos próximos al 3%, merece mejor suerte. Si tiene que ser un profesional de la banca central, sea. Y si tiene que ser una mujer por imposición de cuota, sea igualmente. Altos funcionarios perfectamente cualificados los hay sin duda. El propio Guindos lo decía: “El puesto va a ser para España”. Y esa es la clave. Tal vez, y como lamenta el bolero, el destino ha querido que el ministro y Europa vivan siempre separados. Todo sea por un buen fin.

ACTUALIZACIÓN: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha confirmado la candidatura del ministro de Economía, Luis de Guindos, como vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), y se prepara para hacer una renovación de su Gabinete.

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