OPINION

¿Quién va a creer ahora a Repsol y Brufau tras su primer fracaso en renovables?

Crónica de una operación anunciada, pero no por ello menos relevante. La venta ejecutada por Repsol de su 20% en Gas Natural supone un cambio de ruta radical en dos de las principales compañías energéticas del país, un sector a la sazón estratégico. Un cambio con múltiples aristas donde, a menudo, no todo es lo que parece. Por ejemplo, la incorporación al accionariado de la gasista del fondo británico CVC Capital Partners parecería abonar la tesis de que Caixa -mayoritaria con casi un 25% del capital a través de Criteria- queda debilitada. Una opinión que se reforzaría por el peso en la compañía de otro fondo de inversión -el estadounidense GIP, con otro 20%- y la vocación de mandar e influir en la gestión mostrada por CVC en sus otras incursiones en el sector. Pero, ¿es realmente así?

Sí... y no. Y es que el aparente consenso inicial en torno a Francisco Reynés como presidente ejecutivo de la compañía otorga a Caixa margen de maniobra para reforzar su posición desde la necesidad de gestionar bien, que es lo que los fondos le van a exigir desde el minuto uno. De hecho, la salida de Rafael Villaseca antes de cerrarse el 'deal' de Repsol no es ni mucho menos casual. "CVC no solo va a pedir esos tres consejeros que ha obtenido, a corto y medio plazo va a querer intervenir en el día a día, hasta en el organigrama de dirección... Se va a meter en el negocio. Y si eso supone presionar para salir de enclaves que solo han traído problemas o vender negocios no estratégicos, bienvenido sea. Nada de lo que ha pasado es necesariamente malo para Caixa, ni mucho menos malo para la empresa. Solo obliga a optimizar la gestión ", explicaba este viernes un ejecutivo del sector.

Más delicado podría ser el escenario para Repsol, para quien a primera vista todo son ventajas, después de levantar más de 3.800 millones -400 en plusvalías- por la venta de ese 20%. No en vano, la compañía que aún controla con mano firme Antonio Brufau está inmersa en una problemática que comparten el resto de petroleras a nivel mundial y que pasa por un giro estratégico desde el crudo, cuyo futuro tiene fecha de caducidad, a otros negocios energéticos, desde el gas a las renovables. En esa encrucijada, por la que transitan las Shell, BP -con inversiones multimillonarias en tecnologías emergentes-, Total o Statoil, entre otras muchas, los mercados esperan a la española, que tiene por delante decisiones clave.

"Están trasladando que, de esos 3.800 millones -explican fuentes próximas a la compañía-, entre 1.000 y 1.500 se destinarán a una compra en el sector renovable. Se estudió la compra de Renovalia, pero Repsol no quiere acometer un cambio en el equipo de gestión de la compañía de compra. Tiene que ser una empresa que se lleve por sí sola. ¿La clave? Dividendo a medio plazo y posicionamiento a corto". La cuestión es que Brufau ya recorrió esa senda, sin demasiado éxito. Corría el año 2011 y EDP Renováveis presumía de un megaproyecto de eólica en Escocia de la mano de Repsol, "empresa de primera clase en el sector de la enegía con una fuerte compromiso con el desarrollo de la capacidad eólica offshore". Repsol entraba con un 40% para gestionar un proyecto de 2,4 GW.

Cinco años después, la española deshacía esa posición y se desprendía de esos activos, tildados de no estratégicos, por 238 millones de euros, como recogía la propia firma en una de sus revisiones del plan estratégico. En esta línea y en otra de esas actualizaciones, en enero de 2016, la compañía enarbolaba el 30% en Gas Natural como "una participación estratégica" vinculada a una "visión de largo plazo". E iba más allá. Consideraba la compañía como "la plataforma de renovables del grupo". Es más, aun en diciembre de 2017, cuando se descontaba ya su venta, seguía dando a su cuota del 20% ese carácter esencial, al punto de considerarla su "ventana para el gas y las renovables en el mix energético". Un planteamiento que, a la vista de los acontecimientos, parecería cuando menos engañoso.

A partir de esos vaivenes, dos preguntas parecen pertinentes. ¿Si quiero invertir en electricidad, o más concretamente en renovables, es Repsol la plataforma adecuada para hacerlo? O, en esa línea, ¿por qué esta vez sí será capaz la compañía de desarrollar o auspiciar por sí misma un proyecto renovable? "Las petroleras quieren mandar el mensaje de que son compañías energéticas -explica un analista con larga trayectoria en el sector-. Pero al final es una cuestión de imagen y, en el caso de Repsol, que ya estuvo en renovables y salió, preferiría que fuera por un importe pequeño si es que necesita tener la foto. Más que apostar por parques eólicos o fotovoltaicos, sería preferible que, por ejemplo, apostaran por movimientos con más sentido, como hacerse con gas". Un 'tour de force' que empieza, antes que nada, por la credibilidad en el mensaje.

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