Libertad sin cargas

Sánchez y el colosal fracaso de su última crisis de gobierno

Sánchez confirma a Félix Bolaños como jefe jurídico y mano derecha de Redondo
Sánchez confirma a Félix Bolaños como jefe jurídico y mano derecha de Redondo
EFE

Sábado, 10 de julio de 2021. Una jornada cualquiera. Buen tiempo que invita a una mañana de campo o playa y a una buena comida fuera. Hasta que suenan todas las alarmas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, prepara una crisis de gobierno. Los cambios no son menores. Salen del Ejecutivo pesos pesados como José Luis Ábalos o Carmen Calvo, sin contar con Iván Redondo, su gurú de cabecera. Éste, a quien todos etiquetaban como su factótum y le auguraban un próspero futuro a la vera del líder del PSOE, resulta relegado y deja para la historia un críptico mensaje. Su supuesto hombre de confianza y mano derecha, Félix Bolaños, asciende a los altares y a la coordinación de todo el gabinete. Óscar López, un histórico de Ferraz forjado al fuego de Pepe Blanco y de las comisiones en el Congreso, deja Paradores y toma el control de Moncloa. El movimiento se interpreta sin ambages como una concesión del presidente al aparato socialista, que 'sotto voce' no dejaba títere con cabeza al referirse a Redondo. En apariencia y tras el aplastante triunfo de Ayuso en Madrid el 4-M, Sánchez quiere rearmarse con el apoyo de la formación a la que pertenece pero que otrora le dio la espalda. Es lo más inteligente, le sugieren. Al menos en apariencia.

En uno de sus clásicos discursos vacíos tan propios de la pandemia el jefe del Ejecutivo vende el cambio como una apuesta por impulsar la reactivación económica y por aprovechar los fondos europeos. Nueve meses después no es arriesgado calificar el órdago de monumental fiasco. La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, aún no se ha recuperado de su última revisión de las previsiones de crecimiento del PIB en casi tres puntos. La famosa recuperación, tras la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin, tendrá que esperar hasta finales de 2023, esto es, un lustro perdido entre la pandemia y la guerra. No resulta obvio, además, que el discurso burocrático de la ministra de Economía sirva precisamente para atraer votos. La responsable de Hacienda, María Jesús Montero, despojada de la portavocía, lo confió todo a su reforma fiscal, la mejor herramienta posible para castigar a los ricos. A tal efecto diseñó incluso un comité de expertos independientes para elaborar un libro blanco del que, lógicamente, desertaron algunos miembros tras las injerencias del Ministerio. Lo peor es que, con semejante situación económica, ya se ha advertido a la andaluza que mejor guarde en un cajón el documento a la espera de mejor ocasión. Y aquí acaba la aportación de las primeras espadas del área económica.

Claro que, como advierte Oliver Goldsmith en ‘El Vicario de Wakefield’, no hay nada que no pueda ir a peor. Y ahí está para demostrarlo la ministra de Transición Ecológica, promocionada a vicepresidenta tercera en el último cambio ministerial. Tras casi un año de drama con los precios de la luz y de tener que ‘comerse’ algún que otro decreto por falta de conocimiento del sector, Teresa Ribera terminó por alumbrar una fórmula que ha generado todas las reticencias europeas, véase la necesidad de topar el precio del gas en el ‘pool’ energético, una intervención en la subasta de la que reniega todo el continente y para la que solo ha encontrado el consenso a regañadientes de Portugal. Es más, incluso asumiendo que ese planteamiento sea el bálsamo de Fierabrás y solvente de un plumazo todos los males que acechan al mercado energético patrio, lo cierto es que mientras se escriben estas líneas ni siquiera ha conseguido sacarlo adelante y continúa a la espera de aprobación por parte de las autoridades comunitarias. Todo pese a que el Consejo Europeo le dio luz verde a finales de marzo. Dicho de otro modo, para cuando la ministra logre el plácet para aliviar la carga en la factura es posible que Putin haya pasado a mejor vida y el hidrógeno verde domine el sector. Tampoco parece, en cualquier caso, que la flamante vicepresidenta tercera sea en sí misma un caladero de votos para Sánchez.

Nada hace pensar, a la vista de las encuestas, que los comicios en Andalucía no prolonguen la desafección de PSOE con las urnas. Es razonable pensar que, si se confirma, Moncloa debe mover ficha

En esta línea, la sustitución de Ábalos en Transportes no ha generado algarabía en favor del PSOE de cara a futuros comicios. Basta ver la gestión de la crisis de los transportistas por los precios de los carburantes para no hacerse muchas ilusiones. Como ya se escribió en este mismo espacio, la ministra ha logrado el hito de reunirse con las patronales que no habían organizado los paros, ofrecerles 500 millones y enfadarles hasta lograr que se sumen a unas protestas que no habían convocado. Hasta que Sánchez no implicó a Montero y Calviño en las conversaciones, y se aderezó la propuesta fiscal, el histórico Ministerio de Fomento funcionó como un ‘pato cojo’. Si consideramos, empero, que no solo de economía vive el hombre, es imprescindible citar el desempeño de José Manuel Albares, la apuesta de Sánchez para el Ministerio de Asuntos Exteriores, de la que nadie dudó a primera vista a resultas de su trayectoria. Todavía esperamos, sin embargo, una argumentación convincente al giro español en el Sáhara tras 47 años con una misma posición en defensa de los derechos de los saharauis. Peor todavía, la reciente ‘confesión’ del Gobierno sobre el espionaje al teléfono del presidente a través de Pegasus ha alentado las diferentes teorías de la conspiración, que el Ejecutivo bien podía haber desactivado en tiempo y forma con una explicación razonable. El ministro del ramo ni sabe ni contesta.

Precisamente Pegasus nos lleva al gran triunfador de aquella remodelación de gobierno. Bolaños se convertía -y ha ejercido- en el vicepresidente ‘in pectore’ de aquel gabinete. Aunque ambos guarden las formas y alguno hasta hable de amistad en la intimidad, no debió acabar muy bien con su ‘jefe’ Redondo a tenor de los hechos posteriores. De formación técnica impecable, no está claro que eligiera buen enemigo cuando topó con Margarita Robles a resultas de la crisis del espionaje. Abanderado del plan de Moncloa de cargar todo el muerto al CNI, Bolaños ha sido desafiado sin piedad por la ministra de Defensa, que no solo ha defendido la labor y el respaldo judicial que atesoraba la presidenta del organismo para llevar a cabo las escuchas a los independentistas catalanes, sino que ha ganado fuerza al ser ella misma y el presidente del Gobierno víctimas del ‘malware’ hace un año, como reconocía el propio gabinete. No puede ser casualidad que, como ha ido publicado este periódico a partir de las licitaciones lanzadas por cada ministerio u organismo público, las administraciones acometieran toda una ofensiva de ciberseguridad a raíz de los ataques al móvil del jefe del Ejecutivo en julio de 2021. En esa fecha, para más inri, un informe del Centro Criptológico Nacional sitúa las competencias del terminal de Sánchez en la secretaria general de Presidencia, dependiente -¡oh, sorpresa!- del propio Bolaños.

¿Conclusión? Sánchez se movilizó tras el 4-M para lograr impulso político con las consecuencias hasta ahora descritas. Nada hace pensar, a la vista de las encuestas, que los comicios en Andalucía no prolonguen su desafección con las urnas. Es razonable intuir que, si ese escenario se confirma, Moncloa moverá ficha. Con dos agravantes en este caso. Primero, que hasta ahora el presidente del Gobierno podía sobrellevar estos reveses a sabiendas de que Pablo Casado no constituía una amenaza para la “autopista en el centro” que Redondo insistió en preservar para el PSOE. “Hasta los liberales nos votan”, llegó a decir. Con Alberto Núñez Feijóo, sin embargo, el argumento decae. Es suficiente con atender a los primeros posicionamientos del líder del PP para atisbar un adversario formidable en el discurso de la moderación. Y segundo, que no está claro aún el proyecto de Yolanda Díaz y su capacidad para sumar dentro de las izquierdas. El enredo de este fin de semana de cara a los comicios andaluces ya presagia rebelión a bordo. No hay ninguna duda de que, en el otro bando, el electorado de Vox será fiel a la cita. ¿Ha agotado el presidente del Gobierno los conejos de su chistera? Seguramente no, pero hasta él mismo asume que necesita sacar otro. Cuestión de semanas.

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