Opinión 

El centro español necesita a una estrella que reparta bien el juego

La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, y el portavoz adjunto del partido, Edmundo Bal, a su llegada a la ceremonia que se celebra, este martes, en el Congreso de los Diputados con motivo del 40 aniversario del 23-F.
El centro español necesita a un Redondo… (Fernando). 
EFE

Pocos podían imaginar que una vacunación en el servicio murciano de salud podría desencadenar un seísmo de grado 10 en la loca escala de la política nacional. Al igual que aquel efecto mágico de la mariposa que sobrevolaba Tokio y provocaba un gigantesco huracán en San Francisco, la fallida moción de censura en la Región de Murcia presentada por el PSOE y Ciudadanos (o una parte de ellos) se ha llevado por delante: (1) el gobierno Ayuso - Aguado en Madrid, (2) acabado con el dueto Sánchez - Iglesias en Moncloa, (3) ha subido los ánimos de los votantes populares y (4) ha provocado el desconcierto en la bancada de Vox.

Un cuádruple efecto que pone de manifiesto la importancia de controlar el centro político si se quieren ganar unas elecciones en España. El centro es como aquello del ‘entorno’ en el Barcelona de Cruyff: está, pero nadie sabe dónde.

¿Cuál es la razón? El centro político es una entelequia y lo es desde el momento que sólo existe gracias a la identificación de un partido o movimiento político con su propio espectro ideológico. El centro existe gracias a que también existen los extremos, sin ellos todo es ‘centro centrado’. Siempre ha sido deseado por todos, pero no por este deseo se pertenece a él, ya que tiene importantes hipotecas que en muchos casos no se pueden pagar. La principal carga que asumen los partidos que ejercen el centrismo más estricto es la necesidad de coherencia.

En la política del siglo XXI, protagonizada por el ‘estado de las emociones’, el centro se debe ejercer en todo momento y en cada situación. En una vida política que transcurre en la inmediatez del tuit, estar en el centro y mantener un relato lógico es una misión casi imposible.

En realidad, podríamos colegir que el centro es la piedra filosofal de la estrategia política en España. Todos los partidos con aspiraciones de gobierno quieren ser/estar en el centro, pero sin mantener la coherencia debida que, por definición, impide posicionarse en uno u otro lado. Si acudimos al célebre posicionamiento político de los españoles entre izquierda y derecha, siendo la izquierda más extrema el ‘0’ y el ‘10’ la extrema derecha, el español se sitúa muy cerca del ‘5’. Sin duda, es la posición más cómoda y menos comprometida, pero a la vez también es la más complicada de mantener en el tiempo.

Al igual que en la política, el ‘5’ es el puesto más complicado en una alineación. El jugador que mejor desempeñó este papel en España, y que me perdone el ‘Cholo’, fue el siempre elegante Fernando Redondo. La principal virtud del argentino residía en que, teniendo una calidad de media punta y un físico de central, siempre supo mantener su espacio, aunque fuera ayudándose de los codos para mantener alejado al rival del balón. Su mera presencia le bastaba para dejar bien claro que, en los 20 metros que van desde la frontal hasta la media luna, él decidiría quien podría entrar y solo él podría salir con la pelota en los pies.

Pues poco más o menos es lo que le sucede a Ciudadanos en la escena política española. Si asumimos que los extremos tienden a juntarse, los centros se disuelven, desaparecen desde el mismo momento que deben posicionarse sobre cuestiones políticas que no impliquen la abstención. Utilizando el refranero español, “soplar y sorber, no puede ser”. Si estás en el centro, bascular hacia uno u otro lado no es una opción y si además lo haces indistintamente, estás muerto y lo peor es que puedes llegar a no saberlo.

Tomando como base el sondeo elaborado por la consultora DYM para Henneo - La Información, para las próximas elecciones a la Comunidad Autónoma de Madrid, aquellos partidos que se identifican con el centro: PP, Ciudadanos y PSOE, acapararían el 70% del voto madrileño. De los tres, tan solo Ciudadanos se puede considerar un partido de centro puro, es decir, capaz de maniobrar en una delgada línea que no llegaría al ‘4’ y nunca rebasaría el ‘6’. Por su parte, aquellos otros localizados en los extremos, o que renuncian expresamente a él, sumarían un 30%, repartidos entre el 13,1% para Más Madrid, 10,8% para Vox y 8,7% para Unidas Podemos.

Este es el escenario en el que se encuentra la comunidad madrileña. En política, si no llenas tu espacio otro lo hará en tu lugar. El hueco de los naranjas en Madrid está siendo ocupado claramente por el Partido Popular. Sin embargo, no lo hace con la suficiente fuerza para arrebatar todos los escaños de la formación que liderará Edmundo Bal y esto puede llegar a ser un grave problema para los populares.

Otra de las máximas que rigen en política, no en la demoscopia, es que al adversario nunca se le puede dejar vivo, metafóricamente hablando. Los pocos escaños que pueda mantener Ciudadanos van a ser esenciales en el gobierno de la comunidad, hasta el punto de que su futuro puede llegar a depender de los mismos que hasta hace unas semanas ocupaban una vicepresidencia y tres consejerías madrileñas.

Como nuestra protagonista alada que revoloteaba en Tokio, todo está en el aire. Del efecto mariposa hemos pasado a un efecto dominó en el que a cada evento le sucede otro con mayores consecuencias. La moción en Murcia provocó una convocatoria de elecciones en Madrid. El temor de quedar sin representación parlamentaria hizo que el líder de Unidas Podemos dejara la vicepresidencia segunda y, con ello, la pre ruptura fáctica del gobierno de coalición de la Nación. Toda una concatenación de sucesos que puede llevarse por delante al centro desnortado. Si Fernando Redondo levantara la cabeza… pasaría el balón.

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