OPINION

Moción de censura Vs. Estabilidad política

Pedro Sánchez en la tribuna del Congreso
Pedro Sánchez en la tribuna del Congreso
EFE

Las decisiones políticas tienen su consecuencia lógica en el mundo económico. Esto ha sido así desde el inicio de los tiempos puesto que el dinero, así lo reconoce la sabiduría popular, es temeroso y huye como alma en pena de aquellas situaciones que pueden poner en riesgo una inversión, un futuro comercial o bien simplemente la seguridad y supervivencia de una compañía.

El efecto contrario no está tan claro. Evidentemente la situación económica condiciona la evolución política de un país, pero lo hace en términos electorales. Castiga o beneficia en función de la percepción que el ciudadano puede tener sobre el estado de su bolsillo o incluso puede determinar su voto por la experiencia negativa que esté pasando un familiar cercano.

Aquí es cuando entran las dos variables fundamentales que son objeto de este artículo que no son otras más que la diferencia entre inseguridad e incertidumbre política y ver en cual de las dos nos encontramos ante una moción de censura de la que no sabemos aun su resultado definitivo, pero que puede pintar como la primera que termina con éxito en la historia de la democracia española.

Inseguridad se contrapone a su contrario, es decir, la seguridad, entendida como una situación libre y exenta de riesgo o bien puede implicar algo que es cierto, firme o que ofrece confianza. En términos jurídicos, quizá el aspecto más importante lo entendemos como aquella cualidad del ordenamiento jurídico que implica la certeza de sus normas y la previsibilidad de su aplicación. La ausencia de ella provoca la archiconocida e invocada por todos, inseguridad jurídica.

Íntimamente relacionado con este concepto aparece la incertidumbre, también en contraposición a certeza que no es otra cosa que el conocimiento seguro y claro de algo. En términos jurídicos o incluso económicos se relaciona más con la responsabilidad, es decir la obligación que resulta derivada de una acción. Incertidumbre es quizá el sustantivo más adecuado puesto que nadie sabe exactamente qué va a suceder, aunque todos tenemos una idea de lo que puede ocurrir y tan solo unos pocos conocen lo que deben hacer.

El anuncio de la moción de censura presentada por el PSOE contra el gobierno de Mariano Rajoy tuvo una clara consecuencia en los mercados. El mismo día de su anuncio el selectivo español cayó casi un 2%, porcentaje que se ha ido manteniendo en los días posteriores, alcanzando el techo de un 2,5% el jueves y siendo acompañada por un ascenso de la prima de riesgo a niveles cercanos al inicio de la crisis económica de 2008.

De nuevo los dos parámetros que miden la incertidumbre política aparecen claramente. La Bolsa y la prima. Es momento de reflexionar sobre el potencial de estos dos parámetros a la hora de generar mayor o menor seguridad en aquello que está por acontecer, especialmente en el campo político.

La Bolsa, como mercado de referencia, deja mucho que desear a la hora de poder asegurar que una causa política en concreto afecta directamente a sus movimientos. Son muchos los factores que pueden llevar a una “jornada catastrófica” en los parqués internacionales. La situación en Italia, las decisiones en materia de política internacional, la cotización del barril de petróleo, los movimientos especulativos sobre las divisas o incluso sobre empresas concretas le restan indudablemente opciones de veracidad a la identificación causa efecto. Además, la historia económica nos demuestra que es un valor que siempre sufre y sufrirá oscilaciones. De hecho, este es su valor fundamental y por el que se asumen los riesgos a la hora de cotizar en ella u obtener beneficio siendo un pequeño inversor.

Por su parte la prima de riesgo ofrece una mayor correlación entre causas concretas y efectos en la economía de los países. Su mayor singularidad e identificación con aquello que acontece en una nación en concreto ayuda en este aspecto. Ahora bien, su mayor dependencia no implica que sea un criterio de valor. En 2010 y 2011 la prima de riesgo española llegó a rivalizar en importancia con otros países como Bangladesh o incluso Burkina Faso, al que nos aproximábamos alarmantemente, pero si ustedes tienen que elegir entre depositar sus ahorros en Madrid o en Uagadugú lo tendrían claro, ¿o no?

Es indudable que una moción de censura que pone en cuestión el recorrido institucional de un país no es una cuestión menor. Los mercados internacionales, los fondos de inversión extranjeros y hasta el ojo de Mordor se vuelcan en un país y las dudas comienzan a surgir sobre las inversiones futuras en materia de infraestructuras, energía o mercados financieros pero esta duda, desgraciadamente, ya se ceñía sobre España desde hace dos años. Es aquí cuando aparece la inseguridad jurídica y sus consecuencias económicas.

La producción legislativa durante esta legislatura ha sido decepcionante. La inmensa mayoría de la apenas decena de textos aprobados por las Cámaras provenía de una mera trasposición de directivas y reglamentos comunitarios a nuestro ordenamiento jurídico. El debate se ha centrado en bloquear y tirar por la borda los esfuerzos de todo aquello que sonara diferente únicamente por su procedencia política.

Esto sí ha generado inseguridad e incertidumbre y esto es lo que los indicadores que analizamos como la Bolsa o la prima de riesgo han descontado. Con el panorama actual un nuevo gobierno tardará meses en poder siquiera pensar en elaborar una ley, cuando no convocar inmediatamente elecciones, hecho que retrasaría de nuevo las previsiones de actividad parlamentaria de sectores tan importantes como el energético o el financiero.

Quizá una moción de censura no sea tanto un factor de inestabilidad sino más bien, si se desbloquea el listado ingente de iniciativas parlamentarias pendientes, en un catalizador de la vuelta a la normalidad parlamentaria. El legislador debe legislar al igual que el panadero debe hacer pan. Lo contrario es antisistema.

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