OPINION

No se asusten (o sí): habrá Gobierno

Pedro Sánchez y Carmen Calvo
Pedro Sánchez y Carmen Calvo
Efe

En más de una ocasión he señalado que un analista debe arriesgar y pronunciarse sobre los acontecimientos políticos antes de que sucedan. Lo contrario es carne de economista (y que me perdonen), nunca predecir crisis, siempre analizarlas a posteriori.

Es evidente que cualquier análisis predictivo tiene un riesgo, que no es otro que el fracaso, pero para intentar reducir la incertidumbre, objetivo esencial del analista, debemos basarnos en hipótesis fundamentadas. El analista político, sin eliminar el sesgo personal, algo de todo punto imposible de suprimir, debe responder a las preguntas que la política, una y otra vez, pone encima de la mesa para hacer de la realidad un ejercicio de surrealismo continuo.

La dificultad para que el Partido Socialista y Unidas Podemos alcancen un acuerdo reside fundamentalmente en la construcción del relato. Ese ente maquiavélico al que nos agarramos todos los opinólogos para explicar -siempre a posteriori- lo inexplicable. Cada vez nos lo ponen más difícil puesto que las tradicionales teorías del equilibrio de poder, los bloques izquierda derecha o la manida política nueva frente a la vieja agotan todas sus explicaciones ante la cruda y tozuda realidad.

El relato lo aguanta todo. Es capaz de mutar en función de las circunstancias. Lo que ayer era una cuestión de programas, hoy lo es de Ministerios y mañana lo será de nombres. Aquí la historia no es tanto quien gobierna sino cómo lo explica a sus votantes y cómo confecciona a la medida su relato. Sin él no habrá explicación ni solución alguna para los efectos que provocan más de 40 meses de interinidad política de facto.

Las únicas soluciones viables en política son aquellas en la que todos ganan. Podrán ganar más o menos, pero siempre tiene que haber vencedores. De otra manera, la negociación se convierte en derrota y en política la derrota no admite segundas oportunidades.

Cerrar las puertas de salida a una contraparte en una negociación es uno de los errores más comunes y la razón para que alguien se levante de la mesa sin posibilidad de retorno. Es la escapada en la que todos pierden y, por lo tanto, no es una solución. En el caso que nos ocupa, este principio se ha obviado desde el minuto uno.

En primer lugar, tanto PSOE como Unidas Podemos se han instalado en la defensa de sus máximos, sin dejar margen de respuesta al contrario. El PSOE no puede olvidar que necesita contar con el voto a favor de Unidas Podemos. También lo tienen que tener en cuenta los de Vistalegre, puesto que los apoyos cuestan y en el caso del partido de Pablo Iglesias el precio es caro: tocar poder. Tiene razón el líder morado cuando asegura que para cambiar las cosas es necesario gobernar. El resto es vieja política.

Unidas Podemos vino a este mundo a revolucionar el gallinero y, ante la imposibilidad de cambiarlo desde fuera, se impone la lógica de cambiarlo desde dentro. Sangre, sudor y lágrimas le costaría al tándem Iglesias - Montero explicar a su militancia que entregarían el poder al hace unos años enemigo para que las cosas no cambien y todo por un puñado de monedas de plata -léase tres o cuatro ministerios migaja-.

Unidas Podemos necesita al menos un Ministerio de esos que se llaman de Estado, de los importantes, de los que salen en el telediario y de los que cambian las cosas para que nada cambie. Si pide hoy cuatro y en septiembre consigue uno, ya tendrán gran parte del relato cerrado. El sacrificio del poder tiene un nombre y este no es otro que el bien de España.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, sigue desde sue escaño el discurso de inves
El líder de Podemos sigue desde su escaño el discurso de investidura. / EP

Para el Partido Socialista la cuestión es más clara. Ustedes qué preferirían ser: ¿presidentes del Gobierno o candidatos a presidentes del Gobierno? Acudiendo al refranero, más vale pájaro en mano que ciento volando.

Por mucho que las encuestas digan que unas nuevas elecciones favorecerían a Ferraz, no dejan de ser un futurible volando frente a un “presentible” en mano. Con el apoyo de Unidas Podemos, el PSOE gobernará y eso es algo real y cierto. El resto son expectativas y las expectativas no cotizan en el mercado de la “realpolitik”.

El relato del PSOE pasa por escenificar la defensa de la integridad del discurso, de no ceder su mandato a “comunistas y separatistas”, como le achacan desde la oposición. Pasa por domar a la formación morada, desradicalizando su visión utópica de la política y el compromiso con un número, concretamente el 155, que estará siempre presente durante la legislatura. Sí, han acertado, en el caso del PSOE el sacrificio del poder también tiene el mismo nombre: el bien de España.

Salvadas esas distancias la confluencia entre Unidas Podemos y el Partido Socialista es la tendencia lógica para marcar el territorio ante “Derecha Unida” (ya saben quienes son) que, como ente político, es quizá la que más tiene que ganar con la repetición de elecciones y el afianzamiento de territorios claves como Murcia o Madrid.

De esta manera todos ganan. Gana Pedro Sánchez, que podrá por fin ser presidente del Gobierno avalado por los votos de los españoles. Gana Unidas Podemos, que justificaría su existencia desde el poder. Gana también la oposición, que podrá criticar la acción del “gobierno marxista-leninista” a la vez que se recompone desde sus cuarteles de invierno y ganaría el relato, al dar algo de coherencia cuando nos toca explicarle a un inversor internacional qué demonios está pasando en este país.

Créanme. En política si hay una solución en la que todos ganen, apuesten por ella. Es una pena que el Risk se haya convertido en el juego político nacional pero siempre habrá un relato que lo convierta en el Stratego, en el único juego en el que la diferencia entre la victoria o la derrota es el manejo de los tiempos, aunque sea en la reválida de septiembre.

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