OPINION

Tres amenazas contra la seguridad nacional

Ofrenda de barceloneses por el atentado yihadista en Barcelona
Ofrenda de barceloneses por el atentado yihadista en Barcelona
EUROPA PRESS

España, como todos los países, afronta retos en el campo de la seguridad. Algunos de los acontecimientos y fenómenos internacionales más importantes pasan por la acción del Estado. Si bien nuestro hard power, en términos de influencia sobre el resto de la comunidad internacional es relativo, nuestro soft power incluye valores intangibles como el idioma, la presencia de efectivos militares en zonas en conflicto, la importancia estratégica de nuestra economía o, entre otros, nuestro papel como hub geográfico entre Europa, América y África.

Pero no todo es tan bonito en el campo de la seguridad internacional. Nuestro país es el Estado europeo con el récord de víctimas en un único ataque terrorista en Europa. Además, sobre el total de fallecidos lideramos el ranking de esta siniestra lista junto a Francia y Reino Unido. Más de 700 personas han perdido la vida por este hecho en nuestro continente. Además de este ejemplo tan palpable, los ataques informáticos desde el exterior, el robo de información económica e industrial y el fenómeno de la desinformación y las fake news son problemas que debemos afrontar como sociedad.

Recientemente, el Departamento de Seguridad Nacional de la Presidencia del Gobierno, liberaba uno de los informes más esperados por la Comunidad de Inteligencia española. Se trata del Informe anual de Seguridad Nacional 2017 y tiene como principal valor ser el primer informe elaborado tras la aprobación de la Estrategia de Seguridad Nacional, aprobada el 1 de diciembre del mismo año. El propósito de este informe, según reza su preámbulo, es informar a la sociedad española de la evolución de la Seguridad Nacional, entendida esta como el conjunto de factores de diferentes campos y escenarios estratégicos que se tienen en cuenta para dar una respuesta integral a los retos que afectan directamente a nuestro país.

Es destacable que, junto a los ministerios directamente implicados en la materia y el CNI, la Estrategia de Seguridad Nacional, contó con un grupo de expertos independientes procedentes del mundo académico, del sector privado y de la sociedad civil, que dotaron de una mayor proximidad al mundo real del documento y cuya impronta se ha dejado notar en este primer informe anual.

Partiendo del principio ineludible de la Defensa Nacional, el informe aborda diferentes fenómenos que afectan potencial o directamente a la democracia española. Entre otros destacan la lucha contra el terrorismo internacional, el crimen organizado y la proliferación de armas de destrucción masiva. Son fenómenos negativos y concretos ante los que el Estado debe reaccionar pero siempre teniendo en cuenta la dimensión global de estos problemas. Por su parte la seguridad, sea marítima, terrestre, aérea, económica, energética, migratoria o medio ambiental son herramientas transversales que pueden responder a la amenaza que suponen los primeros o ser merecedores de un estudio independiente.

De manera general, podemos afirmar que 2017 ha sido un año cuando menos complejo desde el punto de vista de nuestra seguridad nacional. A medida que transcurre el siglo XXI, los problemas se aceleran a una velocidad vertiginosa provocando una inestabilidad en materia de seguridad nunca antes vista. Ucrania, Siria, Irak, Arabia Saudí, el Sahel, son zonas geográficas que surgen intermitente pero constantemente como focos de crisis internacional que afectan a nuestro país en forma de sanciones o aumento de precios en las materias primas. El multilateralismo, quizá el único instrumento válido para atajar de raíz conflictos mundiales, está cada vez más debilitado. Lo está por la deficiencia de sus estructuras que pone de manifiesto la ausencia de una voluntad única en el escenario internacional de resolución de conflictos.

La naturaleza humana, incluso en la política podemos hablar de ella, tiende a crear palabras y conceptos nuevos cuando no se tienen claras las soluciones. A menudo es más interesante identificar el problema en lugar de tratar de solucionarlo. Guerras híbridas, ciberseguridad o amenaza latente son ejemplos de esta situación, como en el pasado lo eran los daños colaterales, los conflictos asimétricos o la famosa incapacidad de la comunidad internacional para solucionar problemas globales.

De las tres amenazas concretas más importantes para nuestro país, el terrorismo yihadista, el crimen organizado y la proliferación de armas de destrucción masiva, fue la primera, por desgracia, la que se cobró más muertes directas. Los atentados de Barcelona supusieron una nueva extensión de la irracionalidad asesina en nuestro territorio. Según datos del Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo, las víctimas mortales ascendieron a 16 durante 2017, mientras, la reacción del Estado, durante el mismo año, solo puede ser calificada como contundente. Se efectuaron un total de 51 operaciones policiales con un resultado de 84 detenidos y 6 terroristas abatidos. Estos últimos tras los atentados de Barcelona y Cambrils.

Captura Crescente terrorismo
    

Durante 2018, España afrontará también el reto que supone la asimilación de los retornados procedentes de los territorios antiguamente controlados por el Estado Islámico, además de tener que lidiar con la captación, cada vez mayor, de futuros integrantes de células terroristas.

Por su parte, el crimen organizado, presenta una serie de características propias de difícil explicación. 2017 supuso una nueva ola de detenciones en materias tan diversas como la trata de seres humanos, el narcotráfico, el contrabando, la estafa internacional o el blanqueo de capitales. Preocupa especialmente su vinculación o confluencia con el terrorismo internacional en lo que sería una torticera interpretación de un círculo virtuoso del mal.

Por último, la búsqueda del objetivo de no proliferación de armas de destrucción masiva tuvo una vertiente eminentemente diplomática. Sobresalen especialmente los esfuerzos dedicados al cumplimiento y verificación del acuerdo nuclear con Irán (incluida la disputa con Estados Unidos), el trabajo de apoyo a la OIEA y los trabajos dedicados a la seguridad física de los materiales e instalaciones con material nuclear y radioactivo en nuestro país.

Junto a estas tres amenazas principales y sus manifestaciones surgen otros problemas más de índole económica que política, como el cambio climático, la seguridad energética o incluso la ordenación de los flujos migratorios que, siendo cierto que gozan de una relevancia indudable, quizá deberían ser objeto de un estudio más detallado por parte de un organismo distinto al Departamento de Seguridad Nacional.

Por último, llama la atención, entendiendo su explicación, la ausencia de referencia alguna a la concepción de España como unidad territorial y los retos territoriales que sufrimos durante 2017. Siendo esta una cuestión, sin duda la más importante, que afecta directamente a la seguridad del país, incluso a la concepción propia del mismo. Al ser un problema que afecta a todo el territorio, quizá el órgano máximo que asesora el presidente de Gobierno en materia de seguridad no debería obviarlo, aunque no sea una función ni competencia directamente atribuida por ley al DSN.

Siendo cierto este hecho, no hay que olvidar que la seguridad constituye la base sobre la cual una sociedad puede desarrollarse, preservar su libertad y la prosperidad de sus ciudadanos y garantiza la estabilidad y el buen funcionamiento de las instituciones, como reza el preámbulo de la Ley 36/2015 de 28 de septiembre, de Seguridad Nacional.

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