Opinión 

¿Y si China es la alternativa económica a la democracia moderna?

China
¿Y si China es la alternativa económica a la democracia moderna?
DPA vía Europa Press

Hace unas semanas el debate político se centraba en la mayor o menor anormalidad democrática del país. La principal conclusión de esta discusión, además de poner de manifiesto el profundo desconocimiento de los cimientos de la democracia en España, es que el rasgo característico de la democracia moderna es el pluralismo y su garantía como base del acceso al poder. Una vez alcanzado este objetivo, ya podemos hablar del carácter representativo o deliberativo de la democracia o de la ponderación de derechos reconocidos en una u otra Constitución, pero primero: el pluralismo. La Historia ha demostrado que la negación de la alternativa política siempre deriva en totalitarismos de toda índole.

Puede parecer una coincidencia, pero hace justo 30 años caía la URSS y, con ella, la lucha doctrinal del triángulo formado entre democracia, totalitarismo y economía mostraba un claro ganador: la democracia occidental. Desde comienzos del siglo XX, el régimen soviético supuso la alternativa política y económica al bloque occidental. El comunismo situaba en la cúspide de la pirámide al grupo, al difuso concepto pueblo, y para ello era necesario sacrificar todas las libertades individuales que fueran necesarias en beneficio del sistema y de la extraterritorialidad de la soberanía soviética, impuesta a gran parte de Asia Central y Europa del Este.

Por su parte, la democracia moderna buscaba en el fondo la misma imposición. La piedra angular del sistema se basaba precisamente en la reivindicación de la pluralidad política y en el reconocimiento del derecho a la alternancia en el poder, independientemente del color del partido político que aspirara a ello. Tanto Estados Unidos como Europa vieron pasar por sus diferentes Ejecutivos a socialistas, liberales, democristianos, socialdemócratas, o incluso comunistas en coalición. La única máxima inviolable era (y es) el respeto a la pluralidad y el libre acceso al poder.

La URSS se derrumbó y lo hizo principalmente por su inviabilidad económica, no tanto por la política. Al Estado le pasa como a la Naturaleza: no le preocupa en absoluto ser un desierto o un vergel, sino seguir existiendo a toda costa. En la Unión Soviética, un Estado en bancarrota y unos índices de pobreza galopantes amenazaban a todo un continente con cientos de millones de habitantes luchando por salir adelante. Sin pan es imposible ser feliz y la felicidad es parte inherente de la democracia. “La búsqueda de la felicidad” se ha convertido, incluso con carácter constitucional, en un derecho inalienable de los seres humanos.

La caída de la URSS parecía poner fin a la lucha entre democracia y dictadura. Francis Fukuyama reflexionaba en 'El fin de la historia y el último hombre' sobre la superación de este debate. La victoria indiscutible de la democracia moderna en el tablero internacional, basada en el libre mercado y el capitalismo, no tenía ya contraparte ni alterego que pudiera amenazar su posición de hegemón político. Sin embargo, la teoría de Fukuyama también encontró su fin y lo hizo no en la estepa siberiana o en las profundas aguas del lago Baikal. Lo halló en el ascenso imparable de un gigante rojo que hace posible el crecimiento económico con la negación de la democracia multipartidista: China.

La pandemia actúa como un acelerante en una tendencia geopolítica que sitúa a este país como el nuevo eje de crecimiento económico del planeta. Su maquinaria ha superado al conjunto de los países de la zona euro como segunda economía mundial y ya es el primer destino en Inversión Extranjera Directa.

Con base en el PIB, Estados Unidos continúa siendo la primera potencia económica, pero la amenaza de China es cada vez más evidente. Los correctores como el PIB en paridad del poder adquisitivo (PPA), ya muestran un sorpasso sobre los norteamericanos de los asiáticos, quienes se encaminan a su entronización como primera potencia económica, de acuerdo con el World Economic Output 2020 publicado por el FMI.

Analizando su estrategia, la táctica china se basa en importar lo mínimo, poniendo los medios necesarios para fabricarlo dentro de su territorio, y exportar todo. Sin ninguna oposición política, se han podido permitir la primacía en el crecimiento económico en los últimos 10 años y afrontar 2021 con un objetivo del 6% de incremento del PIB. De cumplir estas previsiones, China superará a los Estados Unidos como primera potencia económica con base en este indicador, poniendo fin a la gran baza de Occidente en su modelo democrático.

Ser una democracia moderna ya no será un elemento imprescindible para contar con una economía potente. De manera paradójica, los Estados occidentales buscan en China lo que no encuentran en sus propios países. El paso de una obra de mano barata a otra cualificada y mejor remunerada es ya una realidad en China y lo hace, en muchos casos, con capital europeo y norteamericano. En la búsqueda de la eficiencia económica a cualquier coste, el poder económico occidental ha descubierto que la dicotomía entre democracia y economía no tenía tan difícil solución, siempre que se cuente con una buena vacuna nacional que impida ver con ojos democráticos lo que ocurre al otro lado del mundo.

Probablemente la democracia no sea viable para mantener el orden y la disciplina en un país de más de mil trescientos millones de personas y que genera más del 20% de la riqueza mundial. Sin oposición y pluralismo, los problemas son solo eso: problemas que pueden solucionarse con la aplicación de una u otra estrategia económica sin necesidad de perder el tiempo en la discusión política o social. China fue la gran potencia económica mundial hasta el siglo XVIII y está a punto de volver a serlo con el permiso tácito del resto del mundo.

Quizá erraba Fukuyama en el título de su obra y el fin de la historia en realidad era el fin de los Estados, principalmente de aquellos que consideraban que solo la democracia permitiría “la búsqueda de la felicidad”, al menos de la económica.

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