OPINION

Los políticos que no aporten... que se callen y no estorben

Pedro Sánchez coronavirus
Pedro Sánchez coronavirus

El estado de alarma decretado por el Gobierno ha venido a salvaguardar algunas de las acciones que desde las comunidades autónomas se habían venido tomando contra la libertad de circulación de los ciudadanos, sin tener competencias para ello. La norma es muy clara al dar validez legal a todo lo decidido hasta ahora, con la intención de apaciguar los ánimos en partida doble: tanto de quienes desde la política regional estaban pidiendo medidas más contundentes en busca de culpables más que de soluciones, como de los que criticaban la falta de un mando único, aunque también fuera más a modo de revés político que otra cosa.

Por más que una vez decretada la alarma parezca que todos los niveles políticos (central, autonómico y local) se hayan cobijado bajo un mismo paraguas, resulta preocupante en nuestro país un  hecho que no se ve en otras democracias avanzadas: con la honrosa excepción de la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, no ha habido ni un solo responsable político que haya dado su apoyo expreso y sin fisuras a lo que desde el Ejecutivo se venía haciendo, ni siquiera desde las autonomías afines al PSOE o la coalición de Gobierno. Mucho menos desde los estratos regionales o locales de la oposición. Todos juegan con doble baraja frente a Moncloa: a ver qué hacen estos y ya veremos como lo enfocamos nosotros; o esa parece ser la consigna cuando se escuchan las intervenciones, algunas de ellas lamentables, de los dirigentes regionales y locales.

Hasta el momento, el coronavirus es un problema sanitario muy grave y una crisis social tremenda por la imposible gestión del pánico de la gente a la enfermedad y su propagación. Esa es la base sobre la que nos movemos, sobre la que pesa ahora el único karma posible: quédate en casa que si no es peor para todos. Pero sobre el negro panorama que nos espera para los próximos quince días (y muchos más), se está generado un tercer problema muy lamentable: el político interno de un país donde todos somos expertos en buscar problemas donde no los había antes.

Resulta lamentable ver como presidentes regionales, como el castellanomanchego García Page, insultaban la inteligencia de sus funcionarios al advertir que el cierre de colegios no son quince días de vacaciones para todos (claro), algo por lo que tuvo que balbucear unas disculpas públicas inútiles esa misma tarde. O comprobar cómo el independentista Torra quiere aprovechar la ocasión para demostrar a los españoles que no son catalanes, como en su ‘república’ son los más cívicos de España porque se van a quedar en casa mejor que nadie. Sin hablar del popular murciano, López Miras, que cree que la playa es solo suya y está dispuesto a lo que sea para que no se inunde de turistas madrileños, aunque eso suponga confinar a medio millón de personas con un fundamento más patriótico y electoralista que legal.

Se puede argumentar que el decreto de alarma es flojo o demasiado duro, según se interprete o se controle su aplicación por parte de las Fuerzas de Seguridad de Estado, que junto al personal sanitario van a ser la clave de todo este periplo a corto y medio plazo. Pero la falta de amplitud de miras de algunos políticos puede dar al traste con todo si en lugar de remar en el mismo sentido todos juntos, se dedican a hacer declaraciones y dar consejos interesados que se quedan desfasados y fuera de lugar a las pocas horas de haberlos dicho.

Bajo el amparo del estado de alarma habrá que tomar en muy pocas horas medidas muy duras, incluido el bloqueo de entrada y de salida a algunas autonomías como Madrid, que está exportando el virus al mundo rural y a la playa, después de celebrar sin complejos el 8-M y la asamblea de Vox. Es evidente que hasta el momento se han cometido muchos errores y que seguir siendo blandos en el control de los movimientos de la gente no sirve para evitar contagios de forma rápida. Tampoco somos Corea del Sur ni tenemos en España la disciplina de otros países, que declaran el estado de emergencia a la mínima de cambio. No es fácil lo que Moncloa tiene entre manos ahora, sobre todo si, además del despropósito político regional, no se ponen de acuerdo dentro de su propia coalición sobre las medidas a tomar. Si los ciudadanos vamos a hacer el esfuerzo de quedarnos en casa prácticamente confinados, sería de desear que desde la clase política den la talla de una vez por todas y tomen las medidas necesarias, sin fisuras, de una vez por todas. Y quien no aporte nada, que no estorbe, por puro respeto al esfuerzo de los sanitarios y a los muertos. 

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