OPINION

Del drama del paro al 'desastre' de un pleno empleo demasiado rápido

Fotografía Valerio
Fotografía Valerio
EFE

Entre las diatribas sobre la tesis de Sánchez, el máster de Casado y el doctorado de Rivera, el presidente del Gobierno deslizó la semana pasada el dato de que a finales de este año espera que se hayan creado en España 450.000 nuevos empleos. Los datos de la Encuesta sobre la Población Activa (EPA) del segundo trimestre del año dieron esperanzas para ello, pero los tres meses de verano no han sido tan buenos como se esperaba y el país afronta un final de año siempre complicado en lo que a creación de empleo se refiere. El desastre del mes de agosto ha recortado más de 75.000 afiliaciones a la Seguridad Social en el conjunto de los tres meses de verano y, lo que es más preocupante, ha encendido todas las luces de alarma sobre el freno del turismo como máquina de contratar de los últimos años, aunque sea en precario.

La clave está ahora en saber si estamos ante un cambio de coyuntura en lo que al empleo se refiere, o somos capaces de mantener buenos ritmos de contratación, mientras la economía crezca por encima del 2%, como dicen los manuales. Pero los augurios no son buenos. En el paro mensual, la serie de septiembre a diciembre nunca da buenos resultados y menos aún con la incertidumbre que se está generando en la economía, demasiado zarandeada por los vaivenes de la política. Septiembre suele compensar la salida del verano con la entrada de los docentes, pero destruye empleo. Y en octubre, la debacle se consuma: el paro ha subido ese mes en más de 90.000 personas en los últimos ocho años.

Hasta el mes de agosto se había reducido en apenas 200.000 personas el paro en los últimos doce meses y se mantenían en medio millón las afiliaciones netas a la Seguridad Social. Pero a partir de ese mes, afrontamos un periodo muy duro que recortará mucho las nuevas incorporaciones y permitirá muy pocas alegrías en reducción del desempleo.

Los analistas apuntan a una sustitución del empleo de menos que ha dado el turismo, con la previsible mayor actividad del comercio minorista en el último tramo del año, pero no todo son alegrías en ese sector. La irrupción del comercio electrónico a todos los niveles y la necesidad de las empresas de reducir costes a la vista de la impredecible subida de impuestos que se avecina, no anima a hacer muchas contrataciones. Todo ello pendientes de los cambios anunciados en la reforma laboral, que si van en el camino de recuperar derechos para los trabajadores, dan que pensar en un incremento de costes para los empleadores. En el caso de la moda, que suele tirar algo del consumo en la última parte del año con el cambio de temporada, se depende además de factores como los climatológicos cada vez menos predecibles.

Es evidente que la EPA del tercer trimestre, que se conocerá a finales de octubre, será clave para atisbar a qué nos enfrentamos de nuevo en materia de creación de empleo. Y una de las mayores incógnitas que habrá que tener en cuenta en ese momento será conocer hasta dónde llega el paro estructural en nuestro país, ese umbral a partir del cual se puede hablar de pleno empleo. En los países desarrollados se suele colocar ese nivel en una tasa del 5%, es decir, cuando se llega a ese nivel, lo que ocurre es que las ofertas de empleo (que las hay) ya no casan con lo que demandan o saben hacer las personas paradas que quieren trabajar.

La cuestión es saber si en España, que tenemos una tasa de desempleo que triplica ese nivel y supera los 3,4 millones de personas, hemos preparado hasta ahora a la economía y a la gente para adaptarse a las necesidades que tienen las empresas. El exceso de temporalidad y de estacionalidad que sufren sectores como el comercio, la construcción o el turismo en España, no ayudan a ese proceso. Los contratos por horas o las artimañas que los terminan un viernes para empezar de nuevo un lunes, tampoco. Y la formación dual, que tantas alegrías ha dado siempre al empleo alemán, no termina de cuajar en España, donde vemos a un aprendiz como mano de obra barata más que como mano de obra futura.

¿Quién nos dice que en España, como se temen algunos organismos internacionales, no tenemos un paro estructural de más del 10%? Es decir, que lo hemos hecho tan mal en la contratación y la formación hasta ahora, que las ofertas de nuevos empleos en sectores de alto valor añadido, no encuentran candidatos para cubrirse. Hay quien calcula que existen más de 200.000 puestos de trabajo sin opciones idóneas para ser ocupados. Si eso es así, podremos decir que hemos llegado al pleno empleo antes de lo previsto, pero estaremos ante un drama social y profesional de dimensiones bíblicas.

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