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El olvido de Casado: quien no reniega de sus raíces disfruta más de sus éxitos

Casado
El olvido de Casado: quien no reniega de sus raíces disfruta más de sus éxitos.
Europa Press

Hace ya mucho tiempo, hubo un gran torero de cuyo nombre no quiero acordarme, mujeriego y vividor, que dejó los toros y la mala vida y se retiró a un monasterio a reflexionar durante años sobre el sentido de su existencia. Cuando decidió salir y volver a integrarse en la sociedad se reunió con su hermana y su madre en una cafetería, con la mala suerte de que un avispado periodista le vio y no dudo en sacar en su titular que “el maestro” volvía a las andadas. La ‘maldita’ hemeroteca es inapelable y el pasado siempre vuelve cuando alguien llevó una vida pública llena de supuesto éxito y notoriedad, por más que se quiera hacer borrón y cuenta nueva para que nadie tenga en cuenta de donde venimos, y solo se fije hacia donde vamos.

Pablo Casado huye ahora del pasado de su partido para dar la imagen de una nueva formación en la que no haya ni polvos ni lodos, cuando a una de sus valedoras para estar donde está le está llegando el agua al cuello en el proceso judicial a la policía patriótica y las llamadas ‘cloacas del Estado’ de la época de Mariano Rajoy. Dolores de Cospedal y su marido, como todos los ciudadanos, son inocentes ante la ley a no ser que se demuestre lo contrario, por más que se les tenga por investigados/imputados en la Audiencia Nacional y, al igual que a otros imputados insignes de otras piezas en la misma causa, tienen derecho a que se de a sus versiones, cuando menos, la misma credibilidad que el juez y los fiscales están dando a las anotaciones de la agenda del comisario Villarejo, a expensas de la información de la pieza que queda secreta y que apunta a ser la base de este nuevo capítulo del culebrón.

Mientras el periplo judicial sigue su curso, queda por dilucidar en el lado político si es acertada (o no) la estrategia del PP de separarse de todo lo que supuso esa etapa oscura de su partido con un simple, no opino porque no tengo información. A la mayor parte de los ciudadanos no se les va a escapar su papel dentro del equipo de comunicación de Génova 13 en las elecciones de 2016 y 2019, en las que no estaba tan lejos de Rajoy y Cospedal. Es más, no hay que olvidar la magnífica campaña en internet que se hizo en ambas citas de la mano del equipo de comunicación del que formaba parte el ahora líder del partido, con media España sorprendida de lo bien que le iba en redes sociales y en los vídeos virales a su antecesor, poco ducho en esa materia hasta el momento.

Por más de moda que esté ahora el derecho al olvido en internet, Pablo Casado no va a poder evitar nunca las secuelas del calvario judicial al que se enfrenta el PP personificado en los que hasta hace muy poco eran sus mentores. Los plazos procesales en la vía penal son como ‘los designios del Señor’, insospechados, surgen siempre cuando menos te lo esperas, con lo que va a ser muy difícil que la formación que lidera Casado pueda escabullirse de todo como si fuera del siglo pasado. La cota judicial está puesta ahora en Cospedal, pero de llegar a Rajoy, ¿va a seguir el actual líder del partido renegando de su figura para intentar salvar el tipo? Una cosa es el derecho al olvido y otra muy distinta olvidarse de todo como si nunca hubiera pasado, sobre todo cuando el nexo de unión, aunque no sea un nombre, son unas siglas que representan a muchos nombres en la historia reciente de ese partido y de este país.

El propio Tribunal Supremo advertía en una sentencia de 2015 que el derecho al olvido no ampara que cada uno construya un pasado a su medida ni justifica que aquellos que se exponen a sí mismos públicamente puedan exigir que se construya un currículo a su gusto, controlando el discurso sobre sí mismos y eliminando de internet las informaciones negativas. “De admitirse esta tesis -señalaba-, se perturbarían gravemente los mecanismos de información necesarios para que los ciudadanos adopten sus decisiones democráticas en un país”.

Una vez me recordó un amigo de los buenos que “el que no se olvida de sus raíces disfruta más de sus éxitos”, una verdad muy grande que supone asumir de frente la responsabilidad de los actos en los que se ha participado -o en los que estaba inmersa la formación política a la que perteneces-, dar explicaciones de lo que se deba para limitar la responsabilidad a quien le corresponda, y asumir las consecuencias que de ello se deriven. Todo el mundo tiene derecho a que le dejen en paz en su esfera privada, pero cuando dedica su vida al ámbito público y desde una organización política, con la que además pretende llegar a dirigir un país, no vale lo de escabullirse de lo que no convenga cuando está claro que te ha dado casi de lleno. Si el PP de Casado llegara a ganar unas elecciones generales después de haber renegado del pasado reciente de su partido, siempre le va quedar pendiente la carga que no quiso asumir y que es de todos los que conforman la familia del PP, para lo bueno y para lo malo. 

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