OPINION

Malos políticos que no ven lo que nos une... y echan a perder los debates

Debate a 7 económico: sin plan de choque contra la recesión y Botín entra en escena
Debate a 7 económico: sin plan de choque contra la recesión y Botín entra en escena
RTVE

El hecho de que estemos ante una campaña electoral de regate corto, que durará poco mas de una semana, hace que debates como el de los siete portavoces que vimos el pasado viernes por la noche oculten lo que de verdad importa en estos momentos. Parece mentira la falta de visión de muchos de los políticos de este país, enfrascados en lanzar dardos efectistas con la palabra más procaz, en lugar de analizar los problemas de forma serena y atajarlos por la raíz o, al menos, con la astucia necesaria para llegar a algo válido para la gente, que al final es para lo que están. Si nos paramos a pensar, los portavoces de esas siete formaciones están más de acuerdo que enfrentados en la mayor parte de las cosas importantes que debe afrontar el país, aunque su encuentro fuera de patio de colegio.

Fue evidente el consenso en materia de pensiones, porque nadie se atreve ya a decir que no se deben actualizar con el IPC, aunque eso a la larga también tendrá su letra pequeña. Cierto es que el PP de Rajoy gastó la hucha de reserva, pero es que con la crisis que sufrió España y que no supo ver el PSOE de Zapatero, cualquiera que gobernase tendría que haberlo hecho, igual que habrá que recalcular la fórmula de reparto con el menos daño posible. Aunque en el debate no se viera, también están todos los partidos de acuerdo en que el reto socioeconómico fundamental a medio y largo plazo es la transición ecológica y el paso a un modelo productivo que dependa cada vez menos del petróleo y más de las energías verdes. Nadie dudó de que la próxima celebración en Madrid de la Conferencia sobre el Clima es un logro, aunque todos desearan esa medalla.

Cabe pensar en un gran desacuerdo cuando entramos en el espinoso tema de Cataluña, sobre todo tras la controvertida sentencia del ‘procès’ y la violencia que está generando. Pero eso no oculta una cuestión clara: todos los partidos que estaban en el debate de ayer, incluido ERC, están a favor de quitar a Torra de la Generalitat; todos también saben que la aplicación del 155 siempre es posible, cuando la Constitución lo permita; y todos saben, con los matices que puedan poner desde PP, Vox y Cs, que para sentar las bases de un modelo territorial nuevo (no resuelto en 1978) y que permita una convivencia pacífica, no hay más remedio que sentarse en la mesa con los nacionalistas, vascos, catalanes, gallegos o de donde sean. ¡Cuidado!, para hablar del acople de los nacionalismos en la España plural que avala la Carta Magna, y sin poner como condición ‘sine qua non’ la independencia sobre el tapete. Hay que partir de la unidad de España porque es la realidad en la que vivimos, y no de la quimera de un referéndum, un derecho de autodeterminación o una independencia, que solo está en el ideario de unos pocos, que no son mayoría todavía en ningún sitio, aunque no lo quieran reconocer. Y esto es tan básico, que todos los debatían este viernes también lo sabían.

La economía está en desaceleración y puede ser grave a medio plazo. Cierto. Pero enfrascarse en si la solución es subir o bajar los impuestos, sin tener en cuenta que esa crisis vendrá sobre todo dada por el contexto del comercio internacional, los tuits de Trump, la crisis nuclear iraní o el agotamiento del consumo en China, es una milonga. El misterio de subir o bajar impuestos, solo se sabe cuando se llega a gobernar y se ve si la caja está vacía o puede aguantar. Ni Montoro los bajó tanto con su círculo virtuoso, porque no descontaba nunca la tremenda inflación que sufríamos en los costes más básicos; ni los socialistas van a convencer al gran capital de que tiene que pagar más, porque ya lo sabe. Pedir que se devuelva el rescate a la banca es pura demagogia, sobre todo porque si la dejamos caer, se va el país entero por el desagüe. Y ver a Unidas Podemos entrar en el debate de tener un tipo nominal u otro en el Impuesto de Sociedades, sabiendo las tremendas aristas técnicas de entrada que eso tiene, no sirve como argumento creíble. Florentino, Botín, Roig, Ortega y todas las grandes empresas de este país pagan muchos millones en impuestos cada año, y lo pueden demostrar. Tal vez tengan que pagar alguna tasa más o tener alguna bonificación menos, pero cargar sobre ellos toda la justicia social de este país, es todavía más demagogia.

Lo que duele de este tipo de debates, como el que habrá entre los cinco líderes este lunes, es que ningún político es capaz de poner encima de la mesa lo que nos une a medio y largo plazo, y solo buscan los efectos especiales de unos cartelitos ante la cámara, para ‘pescar’ votos en una sociedad demasiado acostumbrada a los fogonazos de las redes sociales. Frente a ello, nos encontramos con salidas de tono como la de dudar que “sí es sí” ante los delitos sexuales contra la mujer, como hizo la portavoz del PP, o empezar su alegación final con un “Españoles” al más puro estilo franquista, cosas que no ayudan nada a la visión más moderada y estadista que está teniendo ese partido en aras de dar una imagen de estabilidad institucional.

Tampoco ayudan nada los debates televisados, clave en esta campaña corta, que reservan la parte final para hablar de pactos de gobernabilidad, de forma que todo acabe en una reyerta entre políticos hablando de sus inquinas personales, en lugar de una reconvención de todos los problemas que han surgido en la contienda y que son importantes para todos los españoles. Al final, lo que queda de nuevo es una sensación de tiempo perdido y de políticos maleducados e inútiles, que no nos lleva a ningún sitio.

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