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Menos fotos y más decisiones: la sensación de caos se apodera de todo

Pedro Sánchez y Olaf Scholz
Menos fotos y más decisiones: la sensación de caos se apodera de todo.
EFE

La sensación de caos e improvisación que genera el goteo de anuncios sobre las medidas que el Gobierno va a tomar para atajar la debacle financiera que el precio de la luz provoca en miles de hogares está tomando dimensiones realmente preocupantes. La ministra Ribera lleva una semana en zafarrancho de combate informativo con seudoanuncios en todas las ocasiones que se le ponen delante y Félix Bolaños le sigue el cuento en un intento que, lejos de tranquilizar al ciudadano, provoca un desasosiego permanente por dos razones principales: primero, por la tardanza en tomar una decisión concreta sobre algo (dos o tres semanas son un mundo para los hogares y las empresas que no llegan a fin de mes); y segundo, porque nadie se cree ya nada sobre enmendar la plana a la eléctricas, que llevan saliéndose con la suya en este país desde tiempos inmemoriales.

¿Por qué hay que esperar a que cualquier decisión que quiera tomar España se haga tras la cumbre europea de la semana que viene? Lejos de buscar la legitimidad de los Veintisiete en el anunciado recorte que se quiere hacer en el precio del gas, la sospecha que surge ante tanta precaución es si España tendrá la capacidad y los bemoles para tomar una decisión en contra de lo que digan socios tan poderosos como los germanos. La ministra anuncia, Bolaños le sigue, el presidente asiente, Calviño vigila y la UE marca el paso. En ese ínterin, quién se llevará el gato al agua, los que apuestan por bajar la factura, los que anuncian cheques, la que pone precios máximos a la luz o los que todavía apuestan por el gas ruso porque no se fían del que les pueda llegar de los socios del sur. Mientras, Francia e Italia se han arremangado y han subvencionado directamente los carburantes para calmar la tensión. ¿Por qué no en España? ¿Alguien ha pensado que lo que hace falta ahora es claridad y estabilidad para que la gente normal sepa a qué atenerse, en lugar de echar más leña al fuego con anuncios sin contenido... hasta el día 29?

Resulta muy duro escuchar a un empresario como Juan Roig, que da de comer a 96.000 familias y ha sabido subir el sueldo a sus empresarios al hilo de la inflación, asumiendo el coste con ajustes internos para no azuzar más la presión en los precios, que no comprende por qué no se están tomando decisiones cuanto antes. La luz lleva disparada desde el mes de agosto pasado y las alarmas por la elevación de los costes de las empresas se dispararon ya entonces, cuando el Gobierno solo sabía prometer dinero de Europa a través de unos PERTE que nadie comprende y que se anuncian, se aprueban, se diseñan y se edulcoran de tal manera que, cuando de verdad se aprueba la llegada del dinero, todo el mundo o se ha olvidado o ya contaba con ello. “Olvídense de los PERTE y dedíquense a analizar las convocatorias concretas para pymes”, aconsejaba un experto en el reparto de fondos esta misma semana, para que los empresarios con menos poderío para superar la barrera burocrática puedan llegar a ese dinero, en el que ya nadie confía.

El miedo a la evolución económica se ha apoderado de la calle. Ya no encuentras a nadie que no te pregunte “cómo lo ves tú que te dedicas a esto”, con la esperanza de que les digas que no va tan mal como parece. Pero es imposible sostener esa afirmación en estos momentos. A nadie le importa que la economía vaya a crecer un 4% en lugar de un 5,5%, como se preveía; el problema está en pagar las facturas, la luz y la gasolina las primeras, y luchar contra una subida de precios generalizada que las economías más ajustadas notan demasiado fuerte en su bolsillo como para no estar preocupadas. Y lo peor es que tampoco se ve un orden y concierto en el Gobierno a la hora de tomar decisiones que se consideran sencillas y eficaces, como producir algo más de luz con carbón o bajar unos puntos el IVA de algunos productos básicos cuyos precios se han disparado. El propio Roig les echó la cuenta el otro día con la demostración de que nadie perdería dinero sobre lo previsto por bajar el IVA del aceite o de la leche de forma provisional, y la gente más vulnerable lo agradecería.

Por si teníamos poco desorden institucional con la luz, la guerra, la UE, la inflación y los carburantes, ahora se monta otra crisis de Gobierno por la autodeterminación del Sáhara, nada menos que con el gas de Argelia en juego, y los transportistas autónomos, ahogados por el gasóleo, obligan a sacar a la calle a la sexta parte de todos los policías del país para que no haya desabastecimiento. ¿Nadie se ha sentado a hablar con los huelguistas con rapidez, aunque sean de extrema derecha? ¿O es que no sabían que a las huelgas de transporte las carga el diablo? Y no todo puede ser culpa de la guerra, algo tiene que ver la tardanza en la gestión de los acontecimientos y la falta de visión en Moncloa del golpe económico que llevan los ciudadanos.

Sólo queda el colofón de la manifestación de este domingo en Madrid convocada por los agricultores y ganaderos, también acuciados por la elevación de los costes que sufren al hilo de la subida del petróleo, a la que van a apuntarse todos los políticos que tengan algo que echarle en cara al Gobierno y todos los sectores adyacentes que estén enfadados por alguna mala gestión, como los cazadores, los pescadores, las kelly’s y hasta la España vacía. La imagen de caos y desesperanza que se va a ver este domingo en la capital es el reflejo de una situación enquistada por la falta de reacción política y la parálisis en la toma de decisiones, por más promesas que se hagan en los 'canutazos' con la prensa. 

La Covid ha pasado a un segundo plano -ojo, con la incidencia todavía alta-, pero lo que debería ser el año del reparto de fondos europeos, inversión, empleo y cambio del modelo productivo hacia una reconversión digital y tecnológica sin precedentes, se ha convertido en un atolladero para Sánchez y los suyos que no salen de una y se meten en otra como si fueran novatos en la gestión de crisis. Un buen amigo me dijo que la izquierda lleva siempre mal lo de las guerras y puede costarle muchos votos, incluso el mando de la situación. Si no se toman medidas rápido y se explican bien, vamos camino de ello. 

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