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¿Nadie enseñó nunca a 'El Rubius' para qué sirven los impuestos?

El anuncio del traslado de 'El Rubius' a Andorra ha desencadenado un animado debate fiscal.
¿Nadie enseñó nunca a 'El Rubius' para que sirven los impuestos?
EFE

Una de las lecciones con las que más ahínco te pones al estudiar Hacienda Pública en la carrera de Derecho es la que intenta explicar por qué es necesario pagar impuestos en un país, en una sociedad ordenada que genera una serie de necesidades colectivas difíciles o imposibles de sufragar con las reglas del mercado sin provocar serias distorsiones de convivencia. Claro que a ‘El Rubius’ y sus colegas que se van a Andorra para minimizar el pago de impuestos aquí no les vas a pedir que se pongan a estudiar ahora esa asignatura, ni siquiera que hagan caso a quienes les dicen que los impuestos se pagan porque aquí, o intentamos vivir todos juntos y lo pagamos entre todos, o ponemos la ley del más fuerte. Y si ven el telediario, ese ‘más fuerte’ que ha dado un golpe de Estado en Birmania, por ejemplo, lo primero que ha hecho ha sido eliminar internet, la base de su modo de vida, aunque esta vez ha sido para que la posible resistencia no se organice.

Tampoco les sirve a quienes no quieren colaborar en el pago común de los servicios públicos la frase sabia que dicen los más mayores, de que no es más rico el que más dinero gana, sino el que mejor sabe vivir con lo que tiene, dado que frente a ello se confronta otra verdad absoluta de los nuevos tiempos: el dinero no da la felicidad, pero ayuda mucho a conseguirla. Pero más allá de la sabiduría popular, ante la dura tarea de dejarte cada año una buena parte de lo que ganamos en Hacienda, hay que saber que detrás de esa acción hay principios y hay valores que salvaguardar, aunque creer en ese tipo de cosas ya no está de moda y lo que vemos cada día de nuestros políticos ayuda poco.

Detrás del pago del IRPF, Sociedades, IVA y el sin fin de tributos y tasas que tiene el sistema fiscal, más las nuevas ‘verdes’ y ‘tech’ que se están implantando ahora, está la necesidad de mantener el Estado de bienestar, la justicia, la igualdad, la convivencia, la educación y uno de los mejores sistemas de Seguridad Social del mundo. Para hacer que nos entiendan gente como ‘El Rubius’, se trata de todo el mundo no tenga la obligación de pagar 40.000 euros cuando vaya al hospital para tener un hijo o que el colegio no salga por menos de 20.000 euros al año por cada uno de ellos. Se trata de pagar el tratamiento del cáncer a cada español que tenga la desgracia de padecerlo sin arruinar su vida y la de su familia, que lo daría todo por cinco minutos más de su compañía. O de tener un juez y un abogado a mano para demandar justicia cuando sea necesario. Luego las cosas van bien o van mal, según cada caso, y quien tenga dinero y se lo quiera gastar así, mejor. Pero a sabiendas de que si esa base social que pagan los impuestos no estuviera ahí, iríamos por la calle con una pistola en la cintura y el más listo sería solo el más rápido en sacarla.

Es complicado hacer entender a la gente (a cualquiera) que la equidad fiscal y la capacidad de pago son los principios básicos del modelo impositivo español. Básicamente, que hemos optado por un modelo en el que los políticos de turno deciden cada año en qué se gasta el dinero público, con la premisa de que más de la mitad suele ser gasto social, y luego eso se paga bajo una regla: aporta más quien más gana, de forma progresiva y con todas las vicisitudes, trucos y recovecos que permite la ley, pero con un principio de solidaridad que, entre otras cosas, ha servido para que quienes se van a Andorra ahora para no pagar en España sean lo que son, porque seguro que fueron al colegio y al hospital. Incluso se puede colegir que ahora tienen internet porque llevamos décadas pagando entre todos para conseguir que el progreso avance, aunque sea despacio.

Y si esto es tan fácil de entender y funciona así en el mundo civilizado europeo que nos rodea... ¿Qué es lo que falla para que la opción de Andorra, Suiza, Irlanda o Malta, entre otros sitios, sigan siendo la baza de quienes no están dispuestos a colaborar porque no creen en el sistema?. Tal vez lo encontremos si volvemos a la sabiduría popular y nos centramos en la evidente falta de valores como los que sustentan la necesidad de pagar impuestos que hay en la sociedad, sobre todo entre los más jóvenes, que sufren los sinsabores de la crisis más que nadie. Momentos de dureza como los que pasamos ahora con la pandemia enseñan a saber cuánto valen las cosas cotidianas, las que tenemos gracias al esfuerzo conjunto que hicieron nuestros mayores y al que hacemos ahora los que pagamos impuestos, ante la obligación moral de cuidarlas para les sirvan a los que vengan, aunque solo sea porque aquí estamos de paso.

Con el drama de la pandemia en el escenario, no vendría mal incrementar y aprovechar mejor el dinero que se destina a la educación y la sanidad, para poner una asignatura en el colegio desde pequeños que nos diga por qué pagamos impuestos con más claridad (educación cívica), para que cuando esos niños y niñas lleguen a ganar tanto dinero como los ‘youtubers’ de éxito, no cometan la equivocación de irse a vivir a una jaula de oro a Andorra. Sobre todo porque, a poco que se informen, sabrán que la misma tecnología avanzada que ellos usan y dominan es la que usa Hacienda para pillarles, ahora con mucha más facilidad que hace apenas una década, casi cuando ellos iban todavía al colegio. 

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