OPINION

Nunca diez escaños fueron tan importantes para todos los españoles

Prórroga del estado de alarma
Prórroga del estado de alarma
EFE

Antes ya de que se doblegara la curva de la pandemia, desde la oposición política de Sánchez e Iglesias muchos se temían que el aparato de propaganda que era capaz de desarrollar la coalición de izquierdas, juntos o cada uno por su lado, iba a suponer un verdadero bombardeo de mensajes condescendientes a modo de logro político al final de la tragedia. Es evidente que ese es el momento en el que estamos ahora. No es que se hayan hecho las cosas bien o mal, se ha hecho lo que se ha podido, como admiten desde los gabinetes ministeriales más implicados en la crisis, pero si las cifras remiten, por más que desde el Ejecutivo se insista en que no se quiere politizar con la desgracia sufrida, es inevitable que lo hagan. Eso los políticos lo llevan en su ADN, sobre todo los malos, sean locales, autonómicos  o nacionales. 

Lo que nadie se esperaba en esa especie de guerra fría entre Sánchez y Casado, capaces de verse cuando haga falta, pero incapaces de ceder para que entre los dos pacten algo bueno, es la jugada de Inés Arrimadas y su nuevo Ciudadanos. Esos diez escaños (que otrora llegaron a ser 57) se antojan trascendentales para que el Ejecutivo en minoría que reina España pueda sacar adelante algunas de sus bazas más fundamentales si, como menciona el presidente siempre que puede, pretende acabar la legislatura, o al menos no verla muerta por la crisis económica del virus. Además de ser de una “lógica espeluznante”, como dicen algunos allegados al partido, la jugada de Arrimadas ha logrado en su primer aldabonazo que sus diez sillones sean más relevantes que los del PP y Vox juntos. Rivera nunca lo habría hecho -ya se encargó de que se supiera al día siguiente de tapadillo-, pero es que quien manda ahora sabe que es eso, o dejar que los naranjas languidezcan y se diluyan.

La prueba de fuego para la centrista Arrimadas y su acercamiento a la coalición de izquierdas está a la vuelta de la esquina. Con acuerdo de reconstrucción o no (casi seguro que no), Bruselas necesita que España le envíe en septiembre unos Presupuestos creíbles y útiles para pasar el calvario de doce meses que nos espera. Y no solo los tienen que dar el visto bueno desde la UE, si es que España quiere tener acceso a su apoyo financiero y a la manguera del BCE para salir adelante, sino que luego hay que aprobarlos en el Congreso con mayoría absoluta. Ahí es donde estará de nuevo la oportunidad de Arrimadas de demostrar que pueden hacer cosas útiles para los ciudadanos desde la política, para variar.

No es algo nuevo para Ciudadanos. Ya lo hicieron cuando se aprobaron los Presupuestos para 2018 y 2019, todavía vigentes, en los que se logró la subida de las pensiones y la rebaja del IRPF que PNV y Cs reclamaban, por las que Rajoy en ese momento no habría movido ni un dedo si no se hubiera visto obligado. Sacaron su tajada política, ambas partes cedieron y ganamos todos. Eso es lo que Arrimadas puede repetir en septiembre si actúa con inteligencia y astucia, para dejar fuera del tablero no solo a la derecha de PP y Vox que pretende fagocitarla, sino al chantaje independentista de ERC que hasta ahora ha marcado el devenir de Sánchez.

Pero el nuevo valor de Ciudadanos para el Gobierno es más trascendente en el momento actual de lo que muchos piensan. Hasta los satélites del ala más izquierda de La Moncloa saben que la economía española está en estos momentos en el alambre. El virus azota mucho más fuerte a un país de turismo y servicios como el nuestro. Y aunque la palabra ‘rescate’ esté prohibida en el entorno del presidente y el Ministerio de Economía, el equilibrio entre líneas de crédito de la UE sin condiciones, ayudas a fondo perdido y 'bazuka' del BCE es muy inestable como para dejar de pensar en tener que acudir el maldito Mede. Para no hacerlo, el Gobierno tiene que presentar unas previsiones veraces y bien fundamentadas ante Bruselas.

No vale, como hace apenas una semana, lanzar una previsión de ingresos sin decir como se va a comportar cada uno de ellos. Ni un déficit que luego se convierta en el doble, como ha ocurrido con el del año pasado. Puestos en la peor de las situaciones, hasta para pedir un rescate y pasar a ser controlados por ‘los hombres de negro’, como explicaba Bruno Pérez en La Información este sábado, es necesario presentar unas cuentas realistas ante los socios europeos, sobre todo si, como sabemos, algunos de ellos en el norte están esperando que España se equivoque en algo para castigarle sin paga extra.

En plena desescalada y con las miras puestas en una situación crítica desde el punto de vista económico, Sánchez y su eterno afán de diálogo jugará con todas las barajas posibles, como siempre, y Bruselas no debe ver en el Congreso español la jaula de grillos a la que está habituado últimamente. Arrimadas tiene solo una baraja y debe elegir la mejor jugada, porque es posible que nunca diez escaños sean tan importantes para ellos, y para todos los españoles.

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