OPINION

Por la calle de 'para luego' se llega a la plaza de 'nunca'

Rueda de prensa Pedro Sánchez
Rueda de prensa Pedro Sánchez
Europa Press

“Ya lo haré, habrá que esperar a ver quién manda y qué nos toca ahora”. Es la frase que más se está manejando en estos momentos en los altos cuadros de funcionarios del Estado, que sufren directamente las consecuencias ‘aguas abajo’ de tener durante tanto tiempo un Gobierno en funciones. No solo hay presidentes de empresas públicas efímeros, que han estado menos de dos ejercicios en su puesto tras la moción de censura que hace año y medio apartó a Rajoy y su PP del poder, lo más grave es que estamos a punto de tener a otros presidentes de empresas públicas que llevan más tiempo en funciones que con plenos poderes para ejercer su trabajo. O al menos eso les parece.

Resultaba ciertamente grotesco escuchar a la ministra Portavoz del Gobierno el pasado viernes, al intentar hacer un resumen de lo que se ha logrado poner en marcha en la corta legislatura de Sánchez antes de convocar dos veces elecciones, incluidos los temas de los conocidos ‘viernes sociales’, y quedarse en su mayoría en proyectos para hacer cosas, planes sobre el papel o ideas que están pendientes de ejecutar porque no hay Presupuesto para ello aún, falta capacidad para aprobar las leyes que lo amparan o, simplemente, no se tiene claro ahora si eso va a contentar a los nuevos socios de Gobierno. No fue fácil para Isabel Celaá salir a la palestra para decir que ni subida del SMI ni de las pensiones ni del sueldo de los funcionarios. Pensadas están, pero ya se harán. Aunque alguien tan vinculado a la educación como ella debería recordar aquello que decían los antiguos maestros de escuela: “Por la calle de 'para luego' se llega a la plaza de 'nunca”.

El problema de estar tanto tiempo ‘in albis’ en Moncloa, por más que Carmen Calvo insista en que cuando se está en funciones no se para de trabajar, es doble: por un lado, los cuerpos de funcionarios se desmoralizan mucho ante la falta de referencias y, cualquier cosa que quede por hacer se pone en el montón de pendientes (de que haya un nuevo ministro, de otro director general, de algún plan que lo incluya, etc…); y por otro lado, esa desmoralización llega a la calle, no porque se deje de creer en los políticos, que es ya algo crónico con lo que nos ha tocado vivir, porque se deja de confiar en cualquier cosas que haga la Administración, porque no hay nadie que ponga orden o marque el paso de nada. Cuando se lleva casi un año en funciones, en la mayor parte de los estamentos de la administración central del Estado se solucionan las cosas que vencen a los tres días y van saliendo al paso, pero nada más. Y eso es aguantar una agonía de la que solo se puede salir con la renovación de algún plan director o el establecimiento de una estrategia a seguir en virtud de la orientación de los mandos que se tengan. 

Mientras eso no ocurra y todo el mundo esté pendiente del nuevo papel que le vayan a dar, sobre todo con nuevos vecinos en la Moncloa que vienen del ala izquierda y con orientación soberanista, la cosa pública se para poco a poco. Proyectos de normas pendientes, reglamentos para aplicar las que se tienen, trasposición de directivas comunitarias con plazo de caducidad, reemplazo de funcionarios y hasta el ya ‘famoso’ escrito de la Abogacía del Estado sobre Junqueras, todo son trabajos que los altos funcionarios de este país, por más profesionales que sean, van a atener muy pocas ganas de hacer. No se vió a Sánchez dar la cara en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, por estar muy “ocupado” con ERC, y eso es una mala imagen imperdonable para el resto de los ciudadanos ajenos a ERC (que son muchísimos). Aunque hubiera sido para explicar que se van a congelar las pensiones, pero a lo hecho, pecho.

En un escenario como ese, sea verdad o sean ‘fake news’, lo que se ha conseguido es que ya nadie dude que en la mesa de negociación del nuevo Gobierno con ERC, bajo la lupa de Podemos, se está mezclando todo: las pensiones, con el SMI, con la inmunidad de Junqueras, con el referéndum, la inhabilitación de Torra y el circo de Puigdemont. Ahora además con el añadido de cierto incidente en Bolivia que era una visita de ‘cortesía comercial’ con cuatro policías de élite de escolta. Con la que está cayendo, a ver quién se cree ya lo que nos pueda explicar la incombustible Margarita Robles al respecto.

Sánchez ha conseguido que todo ello sean los temas de conversación en las cenas de Navidad y hasta en las copas de Nochevieja y eso, aunque pueda parecer irónico, es también imperdonable. Su trabajo es precisamente el contrario, hacer que los ciudadanos no nos tengamos que preocupar tanto y podamos hablar con nuestras familias en estas fechas de cosas más agradables.

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