OPINION

Rato, la 'pena de telediario' y el precedente de Banco Madrid

Rodrigo Rato junto al resto de acusados durante la primera sesión del juicio por la salida a Bolsa de Bankia
Rodrigo Rato junto al resto de acusados durante la primera sesión del juicio por la salida a Bolsa de Bankia
EFE

Rodrigo Rato siempre ha sido un tremendo orador parlamentario. En su época más política en el Congreso todo el mundo sabía que, en el cuerpo a cuerpo desde la tribuna, no tenía rival. Mucha de esa fuerza la sacaba de una soberbia innata y una gran agilidad mental que le hace reaccionar rápido y con apuntes certeros ante situaciones de debate caliente. Esta semana, en una situación completamente distinta ante el tribunal que le juzga por la salida a bolsa de Bankia, volvimos a ver por un momento a ese Rato, defendiendo sus argumentos con solidez ante la fiscal y más seguro de sí mismo que cuando tuvo que entrar en la cárcel por las tarjetas black y pidió perdón por el mal causado en la puerta. Él siempre supo que, una vez ante la justicia, lo tenía más fácil en el caso de la salida a bolsa que en el de las malditas tarjetas, y afronta ahora su defensa con fuerza, aunque llegue a la Audiencia en un furgón policial.

Frente a lo ‘feo’ del uso que se hizo con las tarjetas, ahora no faltan voces autorizadas que advierten que el exvicepresidente lleva una gran parte de razón en sus alusiones al Banco de España y a la CNMV como corresponsables de cualquier cosa de la que se le pueda culpar a Rato y a su equipo por su actuación al frente de la entidad cuando salió a bolsa. Hay quien asegura que, en aquel momento (hace más de seis años), en plena reordenación drástica de las cajas de ahorros, nadie dudaba de que integrar Bancaja y Caja Madrid en un SIP con otras entidades menores era un acierto. Es más, en los círculos más cercanos se ironizaba con que todas las decisiones importantes sobre todo el proceso se tomaban en el Banco de España, alguna en el mismo despacho del gobernador, y con el control permanente del regulador de los mercados. Evidentemente, antes de la crisis posterior y la intervención estatal, era una operación más política que económica.

Pendientes de la vuelta del banco a la esfera privada y la compensación que pueda coger el Estado por el dinero que hubo que poner para salvarlo, es evidente que a todos nos ha costado dinero esta crisis pagada con dinero público. Y es necesario dilucidar todas las responsabilidades para ver en qué parte del proceso se ha actuado de forma irregular o fraudulenta, sobre todo a la hora de ‘vender’ como buenas unas cifras que no lo eran y traicionar a los inversores y a los clientes. Pero una vez que el juicio deje patentes las versiones de unos y otros, aunque haya organismos que no estén sentados en el banquillo y que pudieron ser clave en toda la trama, es deseable que se ajuste el castigo a los hechos, más allá de lo que puede ser un escarnio o una venganza ejemplificadora. Por el momento hay pruebas a favor y en contra de Rato, y es seguro que durante el juicio y con las testificales que se han previsto, saldrán más.

Es lamentable ver como otros procesos no muy lejanos, como el ocurrido con el Banco Madrid en marzo de 2015, se saldaron con la liquidación de la entidad (ahora en marcha) por una pura 'pena de telediario' derivada la precipitación por parte del supervisor al hacer pública su sospecha de que se estaban cometiendo blanqueo de capitales en su seno. Su casa matriz, Banca Privada d’Andorra estaba intervenida y se llevó por delante a la filial española, que casi cuatro años después acaba de ser exonerada de toda culpabilidad por el juzgado de instrucción que lleva el caso. Según el juez, nadie ha podido demostrar que tuviera una estructura para blanquear capitales procedentes de actividades delictivas, ni que tuviera un elenco de clientes adinerados que estaban ocultando sus fortunas. Pero casi 300 personas se quedaron sin empleo y los clientes e inversores han tenido que pasar un calvario para recuperar siquiera una parte de su dinero. Pero ahora casi nadie se acuerda.

El caso de Banco Madrid sí es un buen precedente a tener en cuenta en el proceso a Rato por la salida a bolsa de Bankia. No tanto por el montante que supuso, sino por la necesidad de no cargar toda la culpa sobre una cabeza de turco (o varias), a no ser que realmente se demuestre su culpabilidad. Es un comienzo muy dudoso usar como fundamento a tener en cuenta por parte de la acusación lo ocurrido con una subvención en un pueblo de Burgos de nueve habitantes, tal y como revela Gema Huesca en La Información este domingo, cuya sentencia, por más que llegara al Supremo, no se si está a la altura del nivel de argumentación al que hay que llegar en el caso Bankia. Frente a ello, será muy interesante escuchar a testigos de alto nivel, como los responsables del Banco de España y del Gobierno, a quienes Rato ha acusado en público y sin tapujos de ser quienes le quitaron de en medio. Si de lo que se trata es de hacer pagar a Rato otra 'pena de telediario' más, mal vamos. En su declaración con cámaras, luz y taquígrafos ha demostrado que eso ya lo tiene superado, sobre todo una vez que un hombre de su nivel duerme ya en la cárcel.

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