OPINION

Reputación de país: a río revuelto, ganancia de 'Els Segadors'

Barcelona, CDR
Barcelona, CDR
EFE

La reputación es un concepto tan etéreo e intangible que lo normal es que a cualquiera se le escape de las manos a la mínima equivocación que cometa, de forma que se cumple siempre la máxima de que se puede perder en un instante lo que se ha tardado toda una vida en lograr. Y desde que internet ha acabado con casi todos los resquicios de intimidad que antes había y han aparecido las ‘fake news’ sin piedad, eso puede ocurrirle a cualquier persona o entidad de la noche a la mañana.

En un escenario tan básico y realista como ese, si de lo que se trata es de hacer valer el componente reputacional que pueda tener un país, de la mano del Gobierno que rige sus estructuras políticas, sociales y económicas, la ecuación se complica de forma exponencial. Y no solo por lo que supone hacer valer la imagen o la gestión de un Gobierno de puertas afuera, sino por la necesidad de ponerse de acuerdo en cómo se lleva a cabo esa función a nivel interno, entre los diferentes agentes que pueden tener algo que decir al respecto dentro de sus propias instituciones, y frente a una oposición política a nivel autonómico y estatal, que necesita ponerse sus propias medallas a costa de desmerecer las de los demás.

Una de las claves a la hora de implementar una estrategia de marca país dentro de una economía desarrollada, como la española, es reconocer e integrar el trabajo que desde los diferentes ámbitos ya se realizan al respecto, sin tener que solapar o suplantar con ello su labor. Si España es un país donde lo primero que salta a la vista es el turismo, no es necesario ensalzarlo más de lo debido, si no apoyar al sector en lo que necesite para que siga realizando su trabajo y su aportación a la imagen país.

Algunos expertos dicen que, de entre todos los componentes que puede tener la imagen de marca de un país, su cultura y sus empresas son lo más importante y lo que de verdad hay que cuidar si no queremos que la reputación global caída por los suelos. Pero eso tampoco se puede hacer suplantando su labor ni negociando contratos por ellos. Es un hecho que una multinacional española en el exterior se considera más del país en el que esté ubicada que española propiamente dicha. Y si quiere tener éxito es su gestión debe adaptarse e integrar los elementos locales, desde el empleo a la responsabilidad social, de la zona concreta en la que esté.

Pero ese concepto básico de imagen país vista desde el turismo, las empresas o la cultura, se queda tamizado cuando la distorsión sobre la gestión de un Gobierno viene puesta en duda a nivel internacional desde su propio territorio, por disputas soberanistas e independentistas como las que ahora están encima de la mesa con el conflicto (que lo hay) catalán. Con el hándicap de que, hasta ahora, los catalanes han hecho mejor campaña exterior de su problema que el Estado. Poner sobre la mesa un plantel de mensajes para que se difundan a nivel internacional con la postura clara de una Administración avanzada, como al española, frente al conflicto catalán, no debería ser algo que le interese solo al PSOE que gobierna, sino a quien pueda venir a gobernar después y a toda la sociedad, pues la percepción que de ello se tenga no es algo que se vaya a lograr en un día o con una cena de amigos en cualquier capital de Europa. Se trata de darle tiempo el tiempo y muchas... muchísimas explicaciones, todas las que hagan falta. 

De entrada, hemos pasado de la Marca España, más vinculada a la economía y la cultura, a la España Global, que se va a centrar en la diplomacia pública con un componente mucho más político para hacer hincapié en la gestión concreta del Ejecutivo de turno. Será difícil dar fuera una imagen moderna que represente a toda la sociedad española, si lo primero que salta a la vista es la crispación política y territorial que se sufre dentro. Un ejercicio político de generosidad entre partidos para al menos estar de acuerdo en lo básico cuando se sale fuera a hablar de España, de forma que no les demos la razón a quienes van por delante poniendo en duda la calidad democrática de sus instituciones, sería muy bien visto fuera y dentro de nuestras fronteras. Mientras tanto, a río revuelto, ganancia de los independentistas.

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