OPINION

Verdades económicas frente al ‘paraíso’ independentista en campaña electoral

Las cábalas más simples y lógicos sobre los resultados de unas elecciones autonómicas en Cataluña apuntan a que la composición del Parlament quedará prácticamente como ahora, con una supuesta mayoría independentista con los votos cómplices de la extinta Convergencia y la bisagra de la CUP, todo aderezado en forma de cóctel con el maná de izquierdas del ERC. Puede ser, aunque lo normal en estos casos es que las previsiones más lógicas nunca se cumplan. Frente a esa visión tan simplista, en este nuevo periplo hay que tener varios elementos en cuenta que elevan la complejidad de los vaticinios.

En primer lugar, después de haber protagonizado la crisis política y social más grave en cuarenta años de democracia, es más que previsible que la participación de la sociedad catalana en unas nuevas elecciones seguirá siendo muy alta, más incluso que el 77,4% de los últimos comicios de septiembre de 2015. Eso puede romper la ecuación de reparto de escaños que ha permitido que haya una mayoría independentista en las butacas del Parlament, a pesar de representar a menos población que quienes no lo son. Después de la catarsis sufrida,

también será el momento de dilucidar quiénes dentro del PDeCat quieren volver a compartir fines y medios con la izquierda radical, por una independencia planteada sobre bases ilegales. Un debate que incluso se planteará en muchos de los votos que vayan a En Comu Podem, la formación de la alcaldesa de Barcelona, que arrima siempre el ascua donde más calienta.

Pero hay una cuestión básica que puede ser más importante que nada a la hora de predecir escenarios electorales y mover voluntades de los votantes: convertir la campaña electoral en un gran escenario económico, donde de una vez por todas se les haga ver a todos los catalanes lo que suponen para su vida y la de sus familias los planteamientos radicales de la izquierda independentista. La intentona secesionista se ha basado en una realidad paralela ilegal basada

en mentiras económicas que han sido superadas por los hechos con creces de forma dramática.

Antes de ir a votar, los catalanes deben saber que la mitad de la riqueza que generan cada año depende del exterior, del comercio con sus vecinos europeos y españoles en mayor parte. El mejor cliente que tienen es Aragón, además de Francia y Alemania, y no deben apostar por opciones cuyas políticas echarían por tierra algo que tanto esfuerzo, sudor y hasta sangre les ha costado conseguir a sus familias durante siglos. Antes de votar, la campaña electoral debe advertirles a los catalanes verdades económicas tan ciertas, como que la opción de separarse de España les dejaría un 30% más pobres, reduciría el valor de sus ahorros de forma automática a la mitad, aumentaría en medio millón al año el número de parados y recortaría no menos de un 35% sus pensiones.

Los informes que realizaron los expertos y los cálculos más avanzados que manejan las grandes empresas y el Gobierno no son ajenos al independentismo, pero son verdades muy dolorosas que ellos han ocultado en su hábil campaña de comunicación, a sabiendas de que les costarían muchos votos, con una mayoría de catalanes que lo único que quiere es seguir viviendo en paz y prosperar más cada día. Nadie va a dejar de ser catalán por no ser independentista. Y hay opciones políticas y de reordenación territorial que pueden ofrecer a Cataluña un grado muy alto de autonomía, sin perder un ápice de riqueza. Al contrario, un federalismo fiscal bien aplicado en toda España, más capacidad recaudatoria (normativa y de gestión) y una población catalana que ha apostado siempre por las empresas, la innovación y la apertura al exterior, son la mejor expectativa de futuro que se puede tener hoy en Europa. Lo contrario, es convertir a Cataluña, de un plumazo, en un país de segunda, pasar de una economía desarrollada a un país en vías de desarrollo, financieramente muerto.

Si la economía se apodera de la campaña electoral, las cábalas sobre el resultado pueden cambiar mucho. Los catalanes son una sociedad inteligente y bien preparada, que lo está pasando mal, está harta de todo esto y quiere sentar las bases de su futuro. Sólo hay que

explicárselo bien, no con vídeos manipulados ni noticias falsas.

Lo único que hasta ahora parece claro dentro de los vaticinios electorales es que habrá un voto de castigo, precisamente para el partido que ha tenido que tomar la decisión dura de cuasi intervenir la autonomía con el 155. No es fácil que el PP catalán mejore en unos comicios autonómicos catalanes, como tampoco le será fácil mejorar en unos generales, que dado el nuevo escenario territorial, la necesidad de pactar una nueva financiación que encaje en una reforma de la Constitución y las complicaciones que ahora surgen con el nacionalismo vasco para aprobar los Presupuestos, están más cerca que nunca.

Mostrar comentarios