OPINION

Un kit para controlar cucarachas a control remoto busca forjar cerebros desde la escuela

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Lejos quedan las clases en que los insectos sólo servían para ser clavados con un alfiler en el corcho. Backyard Brains, una empresa norteamericana, ofrecen kits de control cerebral para estudiantes, formados por una mochila eléctrica que se puede conectar con el cerebro de las cucarachas para convertirlas en insectos a control remoto.

Puede sonar a sueño húmedo de Daniel El Travieso, pero lo que esta empresa busca es encontrar nuevas formas de conseguir introducir equipos baratos de neurociencia para que los estudiantes hagan prácticas en la escuela secundaria, para curtir a las próximas generaciones de científicos en los secretos del cerebro antes de que salten a la universidad.

Este dispositivo eléctrico se aprovecha de un instinto natural en las cucarachas, unos seres que se mueven tan rápido que ni siquiera tienen que pensar en la ejecución del movimiento, ya que la acción muscular es instintiva y no requiere de control reflejo. Cuando una de sus largas antenas choca contra una pared, naturalmente los bichos corren en esa dirección a lo largo de la pared.

El equipo dispara las mismas neuronas de este movimiento a través de control remoto, permitiendo a los estudiantes engañar a las cucarachas para que hagan giros a la izquierda y la derecha. Como un coche teledirigido.

Las células del sistema nervioso, las neuronas, se especializan para llevar “mensajes” mediante pulsos eléctricos, que viajan a través de largas extensiones llamadas axones. Usando unos finísimos alambres de metal, es posible “interrumpir esas conversaciones neuronales a nuestro antojo”, afirman desde Backyard Brains.

El kit contiene todas las herramientas para controlar varios tipos de los animales invertebrados, como cucarachas, grillos y hasta camarones, usando un bio-amplificador y una serie de filtros.

Esta tecnología para dirigir a las cucarachas existe desde hace tiempo, pero siempre a un nivel menos popular. Hace un par de meses ingenieros nucleares del Texas A&M’s Nuclear Science and Policy Institute desarrollaron un dispositivo similar que instalado sobre la espalda de las cucarachas las convierte en detectores de radiación vivientes, para analizar zonas potencialmente contaminadas que no son seguras para los seres humanos.

También se ha ensayado con ellas para la búsqueda de supervivientes de terremotos, para que puedan introducirse por los escombros portando mini-cámaras de vídeo. Ahora las cucarachas tienen la oportunidad de hacer una magnífica presentación en clase para enseñar a los próximos científicos las enormes posibilidades de la estimulación cerebral.

Y es que, a pesar de avances recientes, la neurociencia moderna sigue estando en la Edad Media. Las cucarachas robóticas lo único que buscan es el aumento de la cantidad de estudiantes que están expuestos a esta disciplina a una edad temprana, lo que ayudará a formar una nueva generación de científicos que podrían dar pasos agigantados en la evolución del conocimiento de nuestro cerebro.

El último proyecto de Backyard Brains para lograr este loable objetivo es el Spikerbox, otro aparato de neurociencia simple pero esta vez mezclado con unos toques de tortura medieval. El Spikerbox permite monitorear las transmisiones neurológicas de una pata de la cucaracha, de tal manera que el estudiante puede escuchar, en su iPad o portátil, como sonaría el cerebro de una cucaracha cuando...se le arranca dicha pata.

Mejor que empalar a una cucaracha entera en un alfiler, desde luego ya es.

Más info: Backyard Brains

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