OPINION

El sabueso que sabe detectar el vino con "olor a corcho"

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La mayoría de las bodegas se basan en la nariz humana para calibrar la calidad del vino, algo que lleva mucho tiempo y dinero en personal altamente cualificado; y cuyos órganos olfativos esta muy lejos de ser tan fiables como la nariz de un perro, que es 2000 veces más sensible que la nuestra.

Louisa Belle es un sabueso Bloodhound y ha sido contratada en la bodega de sus dueños, Michelle Edwars y Daniel Fischl, comerciantes de vino blanco en la región australiana de Caulfield. Su raza habitualmente sirve para seguir rastros, distinguir a un gemelo idéntico de su hermano o protagonizar películas mediocres de Hollywood.

Pero ahora también pueden ser útiles en los viñedos. Y más si procede de una célebre estirpe de olfateadores como la que inunda su árbol genealógico.

Michelle, enóloga, y Daniel, su novio ingeniero agrícola, decidieron adiestrar al perro tras comprobar su increíble habilidad para concentrase y detectar corchos contaminados en sus botellas de Cabernet Sauvignon, que pueden costar hasta 120 $.

El "sabor a corcho" ocurre en cerca del 3% de las botellas comercializadas en el mundo y es una de las causa de la progresiva sustitución de este material por "corchos" de plástico.

El corcho es un material biológico que procede del alcornoque, y por ello la perfecta asepsia no siempre se consigue. El principal enemigo del sabor a corcho es el tricloroanisol o TCA, un compuesto volátil presente en el ambiente que, si es absorbido por el corcho, puede alterar la calidad de los líquidos contenidos en la botella. El resultado es un olor y un sabor a moho característicos.

Michelle Edwards comenzó a entrenar a su perro cuando tenía cerca de un año de edad. En el transcurso de varios meses, impregnó varios corchos sintéticos con TCA y los escondió en el patio de la casa que comparte con su novio. Con la simple orden "sabor a corcho" o "examinar" el sabueso entraba en acción, buscando detrás de los arbustos y a menudo mascando el corcho a modo de premio cuando lo encontraba.

“La pusimos a trabajar cuando vimos que le gustaba la tarea, siempre se muestra entusiasmada cuando se trata de meter el hocico en todas partes” afirma la señorita Edwars sobre su perro, que ahora tiene 7 años.

La pareja, que adquiere la materia prima de las regiones norteamericanas del Valle de Napa (California) y en Heathcote (Victoria), gastaba mucho tiempo y recursos que separar las partidas de corchos que les llegaban (como el que separa las lentejas buenas de las malas) para evitar que posteriormente estropearan la bebida.

Louisa Belle demostró haber nacido para esa tarea. Tras solamente unos meses de preparación, la perra tardaba apenas 30 segundos en separar con el hocico los corchos que no aprueban el riguroso examen al que les somete su olfato. De hecho, es tan buena que puede hacer su trabajo incluso con barriles y vino ya embotellado, pudiendo detectar un vino contaminado a través de la botella. Y ahora está siendo entrenada para detectar el moho de las hojas de las vides, para que también pueda detectar partidas contaminadas de uvas antes de su prensado.

Por el momento, el perro se conforma con utilizar su prodigioso olfato para detectar racimos y corchos en malas condiciones. ¿Qué pasará cuando aprenda a utilizarlo para comprobar la calidad intrínseca del vino? Probablemente los sumillers de todo el globo estén temblando ante semejante perspectiva.

Vía Herald Sun

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