OPINION

El sistema de parking autónomo de VW estaciona haciendo un trompo marcha atrás

junior
junior

El Laboratorio de Innovación Automotriz que Volkswagen tiene en la Universidad de Stanford (California) es la casa de "Junior", un Passat donde se plasma la más reciente incursión de la casa alemana en tecnología de vehículos inteligentes.

Junior está dotado del sistema "autonomous valet parking", que hace lo que todo conductor ha soñado alguna vez: salir del coche, decirle al vehículo que aparque y que el vehículo pueda hacerlo sin ayuda de nadie. Los investigadores también han imaginado que el coche venga a recogernos cuando queremos utilizarlo, gracias una aplicación para el iPhone para llamarlo y que el coche acuda por sí mismo.

Según VW, estamos tecnológicamente preparados para el advenimiento del estacionamiento autónomo en los vehículos de producción masiva. La parte más impresionante de todo esto es que el Volkswagen Passat utilizado para las pruebas es casi (casi) por completo un coche de fábrica con sólo tres tipos de sensores.

Se trata de un radar de frente (que ya está disponible como parte de la adaptación del sistema de control de crucero Volkswagen), una cámara montada en el frente del espejo retrovisor (también disponible para ayuda a la conducción por la noche), y un par de plataformas LIDAR (Light Detection And Ranging) que miden las distancias a los objetos de alrededor.

Con estos sensores, apoyados por un sistema informático, el coche es realmente capaz de ejecutar casi todo. Y cuando decimos casi todo, nos referimos al último truco que le han enseñado a Junior en Stanford, una de una de las acrobacias más extremas un coche robótico haya logrado: conducir marcha atrás a 40 kilómetros por hora, pisar los frenos y hacer un trompo de 180 grados para terminar en dirección contraria perfectamente estacionado en una plaza de aparcamiento.

Junior, por lo general, opera bajo el control de un circuito cerrado, donde los datos de los sensores en tiempo real se utilizan para ajustar continuamente los controles. Esto funciona bien para conducir el coche en línea recta, donde la física del movimiento es bastante sencilla de modelar. Por desgracia, el modelo de la dinámica tiende a romperse a medida que el coche entra en el campo del deslizamiento de las ruedas al hacer un trompo.

En la primera parte del vídeo se puede ver que Junior no llega a la marca de aparcamiento en virtud de este tipo de control. Como un enfoque alternativo, el equipo encontró que, aunque el deslizamiento es complejo de modelar, es un movimiento altamente determinista, ya que al repetir un alto número de intentos el coche por lo general termina siempre en el mismo lugar.

Pero como se puede ver en el segundo intento en el vídeo, este método de control "a lazo abierto" también tiene un punto débil: los errores en la aproximación directa no son corregidos y provocan grandes diferencias en la posición final de Junior.

Así que para conseguir el mejor resultado, el equipo combinó ambos enfoques: mantener el coche bajo control de circuito cerrado en la parte de aproximación y luego dejar paso a control "a lazo abierto" para el estacionamiento final.

Más impresionante aún, el equipo de Stanford permite al coche determinar por sí mismo cuál de los enfoques es el mejor en cada situación y cuando se puede cambiar sin problemas entre los dos.

El resultado de esta combinación, plasmado en el tercer intento de Junior en el vídeo, llevó al coche a la posición correcta.

¿Y para qué sirven todas estas fruslerías sobre cuatro ruedas? Aunque se trata de un recurso muy socorrido para esos momentos en que uno ve un sitio por el retrovisor y, aunque esté en dirección contraria, no puede permitir que se lo roben, todo lo que ejecuta Junior no son más que pruebas con las que los ingenieros pretenden afinar la sensibilidad de una tecnología que algún día los compradores de VW o Audi disfrutarán en sus automóviles.

O fuera de ellos, pues lo que se pretende es precisamente que el coche pueda actuar totalmente sin conductor y responder con mayor flexibilidad para hacer frente a situaciones inesperadas.

Vía Stanford Racing Team

Mostrar comentarios