OPINION

Geoingeniería contra el cambio climático

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Mientras los gobiernos del mundo se reunen en Copenhague para ver si recortan más o menos sus emisiones de CO2, los ciéntificos hace tiempo que tienen algunas soluciones que podrían frenar de manera más efectiva el calentamiento global. Son técnicas de geoingeniería, que parecen sacadas de la ciencia ficción, pero que se están planteando en serio.

La más atrevidas de estas propuestas pretende mejorar la capacidad de la tierra de reflejar los rayos solares o albedo. Para ello, se plantea colocar en la orbitra terrestre una gran cantidad de espejos reflectores, al igual que se deberían instalar algunos de estos espejos en la tierra en zonas desérticas, por ejemplo. Al mismo tiempo se deberían emitir  un cierto tipo de aerosoles en las capas altas de la atmósfera para devolver parte de esa luz, y esos rayos, al espacio.

Otro proyecto estudiado es el de capturar más dioxido de carbono utilizando árboles artificiales. Los científicos británicos han desarrollado un modelo de estos vegetales, que contienen un filtro que captura el CO2 de la atmósfera y lo elimina del aire. Uno de los autores de este estudio, Tim Fox, señala que se trata de un prototipo, aunque asegura que se encuentra en una fase muy avanzada. Además, prevé que sería posible una producción en masa de esta nueva tecnología en un corto espacio de tiempo.

Una de las opciones que parece más factible es el secuestro de CO2  inyectándolo  de nuevo a la tierra, como por ejemplo en acuíferos inservibles de agua salada, depósitos de gas natural, vetas de carbón que no es posible explotar o, sobre todo, en pozos de petróleo agotados.

Se calcula que el subsuelo tiene una capacidad de almacenamiento de hasta 2.000 gigatoneladas de CO2, lo que equivale a cien años de emisiones al ritmo actual, según el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC). Es decir, durante un siglo podríamos almacenar todo el dióxido producido y tendríamos tiempo de plantearnos cómo afrontar el futuro energético.

Pero cualquiera de estas soluciones no gusta demasiado a los ecologístas, ni a científicos, quienes advierten que no podemos calcular las consecuencias ecológicas de modificar las condiciones de la atmosfera, las suelos o los oceanos. Sin embargo para muchos ya no hay tiempo para reaccionar, y estas van a ser las únicas soluciones que pueden frenar la situación ya que el cambio del modelo energético y el recorte de emisiones país por país no es lo suficientemente rápido y efectivo.

Un informe de la Royal Society británica advertía a principios de este año contra los efectos perjudiciales e inesperados en las personas y los ecosistemas que habían encontrado en algunas de estas técnicas. Pese a ello, John Shepherd, coordinador de dicho estudio, opinaba: "La geoingeniería y sus consecuencias son el precio que quizás tengamos que pagar por no actuar ahora sobre el cambio climático"

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