OPINION

Robots quirúrgicos: “Viaje alucinante” a la vuelta de la esquina

En el clásico de los 60 “Viaje alucinante” (“Fantastic Voyage”) la neumática Raquel Welch junto a cuatro tripulantes varones son hiperreducidos en una nave-cápsula para introducir el kit resultante en el torrente sanguíneo de un científico al que tratan de salvar de un trompo sanguíneo. 45 años después de aquel estreno los robots quirúrgicos han pasado de la ciencia-ficción a la ciencia, con dos matices: sólo trasiegan por el tubo digestivo, no por las venas, y no la Welch no maneja los mandos.

Al menos dos proyectos europeos están en marcha para desarrollar los robots quirúrgicos: Vector (cápsula endoscópica para reconocer tumores gastrointestinales) y el más sofisticado Proyecto Ares (Sistema Montable Reconfigurable), que contempla el ensamblaje dentro del cuerpo del paciente de los módulos de un robot, hasta formar una especie de “tren mecánico” capaz de recorrer el tubo gástrico, localizar lesiones con una cámara e incluso levantar tejidos para practicar escisiones y cirugías en él.

Uno de los retos a los que se enfrenta el diseño de robots quirúrgicos son los motores en miniatura, especialmente para las tareas quirúrgicas propiamente dichas. Por ejemplo, para lograr penetrar en un tejido un robot necesita ejercer una fuerza equivalente a entre 10 y 20 veces su peso. Para disponer de tal cantidad de energía (equivalente a medio vatio) se intenta aprovechar al máximo los movimientos peristálticos del propio cuerpo, ayudándole con la ingestión de líquidos.

En el caso de los robots autoconfigurables, el paciente se tragará entre 10 y 15 cápsulas, cada una de las cuales será un componente miniaturizado con imanes en cada extremo. Una vez dentro del estómago las cápsulas se ensamblarán mediante control remoto en la configuración deseada. Desde fuera, el cirujano podrá utilizar usar el robot como una herramienta quirúrgica inalámbrica sin necesidad de realizar una sola incisión externa al cuerpo. Una vez finalizada la operación las partes del robot volverán a separarse y el paciente las expulsará por el tracto digestivo.

En el proyecto Ares participa el Centro de Bioelectrónica de la Universidad de Barcelona y está liderado por la Escuela Superior de Perfeccionamiento Sant’Anna, de Italia. Dos profesores de esta última, Paolo Dario y Arianna Menciassi, publican en Scientific American un artículo en el que anticipan los caminos de la investigación de los robots quirúrgicos. Los datos de este artículo están extraídos, en parte, del citado artículo y de la página web del Proyecto Ares, de donde también proceden las imágenes que ilustran este artículo.

Posibilidades de comercialización: 100%. Los robots quirúrgicos llevan entre (dentro de) nosotros desde hace 20 años.

Mostrar comentarios