Tribuna global

La transición verde, un eslabón clave para la política monetaria europea

La transición verde, un eslabón clave para la política monetaria europea
La transición verde, un eslabón clave para la política monetaria europea
Pixabay

El último discurso de Isabel Schnabel, miembro de la junta del Banco Central Europeo (BCE), ha supuesto todo un punto de inflexión ya que introduce, por fin, la 'transición verde' en el debate de política monetaria. Como resultado, se plantean dos mecanismos a través de los cuales el BCE podría desviarse del enfoque teórico: primero, explorar lo que sucedería si las expectativas de inflación aumentaran permanentemente en respuesta a un aumento gradual y a largo plazo en el coste de los productos intensivos en carbono, y, segundo, plantear la posibilidad de que un aumento inducido por políticas en el precio de estos productos intensivos en carbono difiera en naturaleza de los shocks exógenos habituales en el lado de la oferta.

El primer mecanismo que se plantea es, sin duda, un escenario muy posible. Precisamente por ello debemos ser extremadamente cautos, pues esto podría conducir a un equilibrio poco beneficioso. Esto significa que es posible que los consumidores no comprendan la sutileza de los aumentos de precios relativos frente a los agregados y eleven sus expectativas de inflación de inmediato y, en consecuencia, exijan un aumento salarial. El resultado de que esto ocurra es que, en el futuro, alimentaría una espiral inflacionaria que se perpetuaría a sí misma.

El segundo mecanismo que se plantea es un poco más complicado. Ciertamente, los impuestos al carbono son diferentes a los shocks habituales del lado de la oferta que afectan el precio de la energía, ya que en este último se pierde parte del poder adquisitivo frente al mundo exterior. En este sentido, no hay motivo para esperar que el aumento de los precios de la energía se compense con precios más bajos en otros lugares.

Sin embargo, no es realista esperar que la totalidad de la 'transición verde' pueda compensarse con la política fiscal y, por lo tanto, pueda ser "neutral al crecimiento". De hecho, un problema clave de la transición es que los productos bajos en carbono son la mayor parte del tiempo inherentemente más caros que los intensivos en carbono (piense, por ejemplo, en la brecha de precios aún significativa entre los automóviles eléctricos y los de motor de combustión). Empujar el consumo hacia soluciones bajas en carbono, por lo tanto, difícilmente puede ser neutral para el presupuesto.

Llegados a este punto, o los gobiernos aceptan incurrir en un aumento permanente de la deuda para absorber la diferencia de precio, o transfieren parte de la diferencia de precio a los consumidores finales en forma de impuestos agregados más altos. A largo plazo, la neutralidad presupuestaria solo es posible si el precio antes de impuestos y subsidios de las alternativas bajas en carbono cae lo suficientemente rápido. Con lo cual, todo apunta a que es inevitable que se produzca cierto impacto adverso en la demanda agregada.

Hasta ahora, el BCE ha mostrado más interés en acordar cómo podría contribuir a la lucha contra el cambio climático cambiando sus instrumentos de política, cuando, en realidad, el mayor desafío al que se enfrentan es el propio posicionamiento sobre su política monetaria. En cualquier caso, está claro que empezar abordar la transición ecológica desde el prisma de la política monetaria es un paso en positivo. Ahora bien, si bien todo esto plantea un debate teórico muy interesante, lo que está claro es que no es una cuestión que se vaya a resolver de inmediato, algo que, por otro lado, concuerda con la actitud de "esperar y ver" que ha adoptado el BCE a lo largo de este último año. 

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