OPINION

Diez días de luto

Luto por las víctimas
Luto por las víctimas
EFE

El Gobierno de España ha declarado un luto nacional de diez días, que comienza hoy, en memoria de las víctimas de la epidemia de la Covid-19. Henneo se suma oficialmente a esta decisión gubernamental, incorporando en nuestras cabeceras un simbólico crespón negro. Al margen de intereses políticos tácticos, esta declaración de luto nacional y el anunciado funeral de Estado, que será presidido por los Reyes, son un reconocimiento obligado ante la magnitud de la tragedia que desgraciadamente ha ocasionado por ahora decenas de miles de fallecidos.

Para Henneo, el luto por las víctimas empezó sin titubeos ni consideración oportunista alguna con el primer muerto de esta catástrofe. Desde ese mismo momento, además de afligirnos por los que se apagaron para siempre, nos hemos solidarizado con los profesionales de la Sanidad, unos héroes que se están dejando literalmente la vida para salvar las vidas de los demás; con quienes han perdido a sus seres queridos y no han podido siquiera decirles adiós; con quienes han caído enfermos y se han visto durante muchos días solos en medio de una multitud de pacientes como ellos; con quienes han prestado servicios básicos arriesgando su salud, y con quienes han padecido la destrucción o el gravísimo quebranto de sus medios de subsistencia.

Hemos entendido siempre que estar ahí es nuestro deber como grupo periodístico. Estamos por encima de luchas partidistas y mantenemos el deber de cumplir con nuestras obligaciones profesionales del buen periodismo y de contar lo que ocurre con solvencia, para que el ciudadano se acerque a la verdad y esté debidamente informado en medio de tanto caos y manipulación de la realidad.

Porque ha habido muchos intentos de adulterar la realidad. Por fidelidad a nuestro compromiso informativo, seguiremos analizando y exponiendo las luces y las sombras de la gestión de la crisis sanitaria y económica, los posicionamientos políticos y sociales habidos durante la misma, las responsabilidades que correspondan, las manipulaciones, la opacidad, la demagogia radical y el espectáculo vergonzoso de quienes han mercadeado con el estado de alarma para beneficio propio, sin tener en cuenta los intereses generales de todos los españoles. A esto se le llama insolidaridad truculenta.

La Covid-19, aunque parece batirse en retirada gracias sobre todo al comportamiento ejemplar de la ciudadanía y al esfuerzo colosal del sector sanitario, deja también de momento en España una división política y social profunda, un vocerío insoportable, una demagogia que ha sobrepasado todos los límites y todos los precedentes. La epidemia ha generado tal encono, tal rencor, tal odio entre los políticos que sólo queda apelar al sentido común y a la esperanza, para que la convivencia vuelva, poco a poco y por el bien de todos, a los cauces de la tolerancia, del respeto, de la lealtad institucional y de la altura de miras que se merece la España moderna que se configuró con la modélica Constitución de 1978.

Esto es para nosotros lo único que cuenta. Lo que hay que hacer ahora, durante estos diez días de luto y durante muchos más, es seguir tomando conciencia de las graves consecuencias que ha ocasionado el coronavirus en todos los ámbitos de la sociedad… y tomar buena nota. Porque ahora sabemos, como seres humanos, que somos frágiles y vulnerables. Lo que ha sucedido puede volver a suceder. Quizá no la epidemia, pero sí una posible desarticulación de nuestra sociedad por culpa de estrategias temerarias y oportunismos políticos. Eso es lo que no debemos consentir.

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