Serendipia 

Angela. 'United Colors of Germany'

Angela Merkel afronta sus últimos días al frente del Gobierno de Berlín.
Angela. 'United of Colors of Germany'. 
DPA vía Europa Press

La empresa de moda Benetton adoptó hace más de dos décadas el lema de United Colors of Benetton por dos razones. La primera por el elemento característico de sus prendas, el colorido. Luciano Benetton creo la empresa en los años 60 del siglo pasado, precisamente por lo oscuro y apagado de la ropa en esa época; su primer producto fue un jersey amarillo chillón. También el empresario italiano quiso con ese slogan aludir a las Organización de las Naciones Unidas (ONU por sus siglas, United Nations en inglés) por sus escasos resultados en conseguir un mundo mejor a pesar de las esperanzas que motivó su creación. United Colors significaba, por tanto, una llamada a conseguir un mundo mejor desde la diversidad de colores, pero con una unidad de destino. Por encima de las naciones estaban las personas. Difícil no acordarse de las provocativas campañas de publicidad diseñadas por el fotógrafo Oliverio Toscani para vender ropa, y de paso concienciar al mundo de que todos somos personas por encima de cualquier otra consideración. Un enfermo de sida a punto de morir, un cura besando a una monja, una chica mostrando con crudeza su anorexia y siempre muchas fotos de hombres y mujeres de diferentes razas y colores.

Angela Merkel ya no será Canciller de los alemanes en breve, pero su legado le sobrevivirá. Alemania es mejor país que hace quince años y eso es así porque gracias a ella se ha conseguido el sueño de Benetton, unir y llenar de color un territorio. La señora Merkel trajo el color a su tierra por sus llamativas chaquetas naranjas o verdes, pero sobre todo porque consiguió normalizar la diversidad en Alemania. Una mujer canciller -hecho inédito hasta entonces-; una profesora de la Alemania del Este -tomando decisiones que afectaban a las poderosísimas corporaciones empresariales de la parte occidental; una cultura de pactar con el diferente -con una grosse coalition- durante muchos años; una defensa sin ambages de la inmigración – a pesar de la impopularidad que podía suponerle-; su apoyo a los socios europeos mediterráneos -sin importarle las críticas por ello-; su apuesta por los acuerdos con Francia -con los que acumulan guerras en la historia- y finalmente en plena pandemia, la denuncia del edadismo y la discriminación de las personas mayores ante los confinamientos.

Quizás el ejemplo que mejor ilustra lo anterior es el origen de una de las vacunas contra el coronavirus. Es sabido que Pfizer y BioNTech han desarrollado con éxito una de las primeras vacunas, menos conocido es que detrás de ese éxito está la diversidad alemana. Un matrimonio de científicos de origen turco que fundan su empresa en Alemania. Ugur Sahin, médico de 55 años, hijo de un trabajador turco de la factoría de la Ford alemana y su esposa y colega Özlem Türeci, dos años más joven, igualmente de raíces turcas. Juntos fundaron BioNTech, una farmacéutica con sede en Hesse (Alemania). A Sahin y Türeci les corresponde el papel de "inventores" de la tecnología, a sus socios estadounidenses, Pfizer, el de producirla y distribuirla a escala global en el más corto tiempo posible. Hoy los dos científicos están entre las cien personas más ricas de Alemania, pero lo que es más importante: desde Alemania a Estados Unidos, pasando por Turquía esa diversidad está salvando millones de vidas en el mundo.

Hasta el Papa Francisco en la reciente entrevista que le hizo el periodista español Carlos Herrera afirmó sin dudar ni un segundo que la canciller era un ejemplo de gobernante por su humanismo. Pero el guiño final que la Historia le ha regalado al legado de diversidad de Angela es toda una paleta de colores para los eventuales pactos que permitirán formar gobierno tras las elecciones del pasado domingo.

Estas semanas los medios de comunicación en el mundo entero y en Alemania hablan de la coalición Jamaica y el semáforo. La primera se refiere a los colores de la bandera caribeña, negro, amarillo y verde, que son los mismos que el partido democratacristiano de Merkel (CDU), el liberal (FDP) y los verdes ecologistas, respectivamente. No será fácil un acuerdo jamaicano por mucho color que aporten al gobierno alemán. En cambio, a la fecha que escribo estas líneas, parece más factible un acuerdo semáforo, es decir rojo, amarillo y verde en el que los socialdemócratas del SPD se coaliguen con liberales y verdes. De tripartitos tipo semáforo o jamaicanos hay experiencias en niveles regionales pero la cultura política alemana ha asimilado mejor los acuerdos a dos bandas: rojos + verdes, negros + rojos o amarillos + negros. Merkel en sus dieciséis años de gobiernos ha mezclado el negro de su partido con el rojo en tres mandatos y en uno con el amarillo. Nos esperan, por tanto, muchas semanas de hablar de los colores que regulan el tráfico e incluso de la bandera del país de Bob Marley; pase lo que pase Merkel sonreirá porque su herencia es un país más plural, con más dignidad y con mucho colorido. Benetton y Toscani no estarían descaminados si a Angela fichasen para su siguiente campaña de United of Colors.

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