OPINION

Emprender es algo muy de España, a pesar de los españoles

Hace unas semanas se presentó en la sede de la Fundación Rafael del Pino de Madrid el informe global de medición del emprendimiento conocido por sus siglas en inglés GEM. El estudio, desde 1999, analiza con el apoyo de investigadores universitarios el fenómeno emprendedor, este año han participado 53 países lo que convierte al Global Entrepreneurship Monitor en el mejor observatorio internacional de la actividad emprendedora. La buena noticia del análisis del capítulo español es que por primera vez desde 2008 la actividad emprendedora en fase inicial ha rebrotado, rompiendo la barrera del 6% y acercándose a los niveles precrisis. Este aumento se debe en parte al continuo incremento del porcentaje de la población que percibe oportunidades de negocio, alcanzando este año el máximo de la serie histórica con un 32%.

Nuestro país es desde hace años el equipo más numeroso de este consorcio, 19 grupos investigadores y más de 100 académicos, con una práctica inédita que es la existencia de un informe en cada comunidad autónoma, financiado por instituciones universitarias y entidades privadas. Las personas emprendedoras se han convertido, como se recordó en ese acto de presentación, en la herramienta con capacidad para demoler cualquier frontera y solucionar los grandes problemas de la humanidad. Que el estudio referente en el mundo, fuente imprescindible del conocimiento del emprendimiento, reconozca el liderazgo de los académicos españoles, es algo de lo que nunca se habla, pero que debe hacernos reflexionar.

Tampoco ningún manual de economía en castellano explica que la escuela de pensadores escolásticos españoles de los siglos XVI y XVII, desde la Universidad de Salamanca, impregnaron el ámbito universitario escocés del siglo XVIII inmediatamente anterior a la obra de Adam Smith (que sí ha pasado a la historia con el calificativo del primer economista moderno) como recuerda el profesor Vicente Montes. Tampoco nadie menciona en esos libros de texto que el gran economista del siglo XX, el austro-americano Joseph A. Schumpeter con sus pioneros estudios sobre la innovación disruptiva de los emprendedores, reconoció la influencia del jesuita toledano Juan de Mariana, también escolástico que murió en 1624, y que estudió el dinero y sus fluctuaciones en un escenario histórico en el que medio mundo se asombraba de los descubrimientos españoles y del poderío de nuestras instituciones.

No podemos achacar estas ausencias a la tradición anglosajona de esta ciencia social ni al endémico retraso español porque el primer manual de economía de Alfred Marshall editado en Cambridge, Reino Unido, solo data de 1890 y apenas unos años después, en 1916, nacen los primeros estudios universitarios de empresa en nuestro país con la creación en Bilbao de la Escuela Comercial de la Universidad de Deusto, hoy conocida como Deusto Business School. Más de 100 años de estudios superiores de empresa en nuestro país y no hemos sido capaces de explicar a los cientos de miles de egresados que los españoles estamos detrás del origen de la ciencia social más importante que explica los fenómenos más relevantes de los últimos dos siglos.

El veterano economista del estado, Carlos Espinosa de los Monteros, Alto Comisionado del Gobierno de la Marca España, y ex presidente de Mercedes-Benz explica muchos de estos olvidos con esta frase atribuida al Canciller Bismarck al ser preguntado por el país que más admiraba del mundo: “España. Porque los españoles llevan siglos queriendo destruirla y no lo han conseguido. Lo que da muestras de su fortaleza”.

Ahora que las universidades españolas no pasan por su mejor momento es imprescindible que recordar que a pesar de que no tenemos ningún nobel de economía, detrás de una gran mayoría de ellos está la influencia de los universitarios españoles de la Escuela de Salamanca como Juan de Mariana o Francisco de Vitoria. Y que tampoco hace falta viajar cinco siglos en el tiempo para encontrar referentes españoles en este terreno que hibrida emprendimiento y universidad. Por ejemplo dos de los grandes emprendedores de nuestros días, Amancio Ortega de Inditex y Juan Roig de Mercadona, no solo han revolucionado sus industrias sino que han devuelto a la sociedad parte de lo ganado con sus corporaciones a través de becas universitarias, el primero, y una magnífica escuela de negocios el segundo. Pero tampoco ocupan los lugares más destacados de las noticias que dos de las empresas de bandera de nuestro país, Telefónica y Banco Santander, poseen dos de los programas de apoyo al emprendimiento más referenciados en todo el mundo. La incubadora global Wayra de Telefónica es visita obligada en Madrid para cualquier personalidad internacional del mundo económico que nos visita, como 'best practice' de innovación abierta. Por no hablar del fondo de inversión de Telefónica, Amerigo, que fue catalogado hace unos años como el mejor venture capital del mundo. Por último el proyecto Santander Universidades (que sostiene el informe GEM) es la causa de que el banco español sea, según la UNESCO, la empresa del mundo que más invierte en educación con convenios con 1182 universidades y centros de investigación de todo el mundo.

El acto de presentación del informe GEM finalizó con el ranking de los países donde hay más emprendimientos, medido por la tasa de actividad emprendedora (TEA por sus siglas en inglés). España no aparecía entre los diez primeros. Pero estoy seguro que si preguntamos a los cientos de investigadores de más de 50 países que forman parte de este informe global que escriban una lista corta de países emprendedores, España con su historia, sus empresas bandera y sus profesionales emprendedores, no faltaría, a pesar de los españoles.

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