OPINION

La generación Covid

Un mercadillo recupera su actividad en Pamplona
Un mercadillo recupera su actividad en Pamplona
EP

Mientras cerca de diez millones españoles mayores de 60 años vivieron con angustia los picos de la emergencia sanitaria, otros diez millones de compatriotas pasaban las horas confinados sin preocupación alguna. La latencia de la Covid-19 para los menores de 25 años era inexistente en su cohorte de edad frente a las tasas de dos cifras de los adultos mayores.

La pandemia ha situado a los ancianos como los principales damnificados, 9 de cada 10 fallecidos superaban los 60 años o casi 20.000 mayores han muerto en residencias. En los momentos peores de la crisis vírica se comprobó que no todas las vidas valen los mismo, el sistema sanitario aplicó el triaje sin miramientos y muchas personas de edad avanzada -ya sea en las residencias o en la soledad de su hogares-fueron abandonados a su suerte. Es por ello por lo que el Papa Francisco, ha denunciado esta "cultura del descarte" que ha privado a los mayores de su condición de persona.

El edadismo es la discriminación que sufren las personas por la edad. Hasta ahora esta palabra, quizás porque es un calco del inglés "ageism", estaba vinculado al envejecimiento. El conjunto de prejuicios o estereotipos que perjudican a los mayores, especialmente en el ámbito laboral, era la demostración más evidente. De hecho, España ostenta el triste récord, como nos recuerda el profesor Rafael Puyol, de ser el país europeo con menor tasa de actividad y mayor desempleo de los mayores de 55 años. Pero la Covid-19 ha acentuado esa identificación de edadismo con vejez puesto que en los peores momentos, si eras mayor, tenías menos posibilidades de ser atendido en los hospitales. A su vez se ha extendido en los medios de comunicación un infantil paternalismo para referirse a estas personas, basado en torpes estereotipos.

Pero si se consulta la Fundéu se puede comprobar que el edadismo no entiende de edades. La discriminación que define esta nueva palabra no afecta solo a los mayores, sino que es un trato a causa de la edad, sea cual sea esta última. Por eso, aunque en los primeros meses de la epidemia los mayores han sido los más perjudicados, los jóvenes (aunque aun no lo sepan) serán a partir de ahora los que se llevarán la peor parte.

El Banco de España nos anuncia más precariedad y menores sueldos para los jóvenes. Las estadísticas oficiales certifican que la mitad del empleo destruido por la pandemia corresponde a los jóvenes. 'Financial Times' alertaba esta semana que una de cada tres ofertas en el Reino Unido para recién graduados se ha esfumado o que en Estados Unidos el 40% de los contratos de prácticas están en entredicho. La Universidad de Cambridge, con ocho siglos de historia detrás, no ha podido con el virus y ha suspendido sus clases el curso que viene. Universidades e instituciones de enseñanza superior de todo el mundo quebrarán dejando a cientos de miles de jóvenes colgados, lo que ha llevado al lobby de universidades británicas a pedir el 'rescate' a su Gobierno. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha constatado que uno de cada seis jóvenes en el mundo ha perdido su empleo, datos escalofriantes si tenemos en cuenta que la crisis económica no ha hecho más que empezar. La OIT, incluso, para España ha alertado del peligro de que el paro juvenil se convierta en algo estructural.

Desplome de las ofertas de trabajo, destrucción de empleo, estudios interrumpidos o desaparición de las prácticas son el resumen de las consecuencias que ya conocemos y que ha llevado a bautizar a los menores de 25 años como "la generación Covid". Los hasta ahora conocidos como generación Z, precisamente porque eran la cohorte subsiguiente a los millennials (generación Y) se enfrentarán a la peor coyuntura económica en España desde la Guerra Civil. Una caída de por los menos un 10% del PIB, cientos de miles de empresas en bancarrota y un desempleo en el entorno del 30% no son la mejor forma para empezar una vida profesional y estos jóvenes es lo que se encontrarán en nuestro país.

Son nativos digitales y por ello el confinamiento no les ha afectado como al resto de la población, pero quizás tantas horas en Netflix o Fortnite y la ausencia de victimas entre sus iguales, no les ha dejado ver el drama que les viene encima. Ahora se anuncia por el Gobierno la prórroga de los ERTE, más préstamos ICO y el ingreso mínimo vital. El peligro será que este paquete de ayudas se comporte como una anestesia que quite los síntomas, pero no la causa del dolor. Qué drama sería para una generación de españoles si las oficinas del SEPE en la desescalada toman el relevo al WIFI en el confinamiento. Porque tarde o temprano la "generación Covid" tendrá que enfrentarse -sin anestesia- a la realidad de un panorama económico desolador. Para ello es imprescindible pertrecharse, cuanto antes, con herramientas como la recualificacion, los idiomas, el emprendimiento o el voluntariado.

El asintomatismo de los jóvenes contagiados por el virus impidió que fueran conscientes de la gravedad de la pandemia, esperemos que las medidas para luchar contra los síntomas de la crisis económica que ya tenemos encima no provoquen el mismo efecto.

*Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR.

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