OPINION

La princesa Leonor y su generación

Llevo un tiempo escribiendo sobre las generaciones y su influencia en el mundo de la empresa. Como es sabido una generación es un grupo de personas que por nacer en una misma época tuvieron unos influjos culturales y educativos similares que les lleva a comportarse de un modo diferente. En el año 2014 publiqué el primer libro en castellano sobre los millennials, los jóvenes que se hicieron mayores con el nuevo milenio también conocidos como la 'generación y'. Los millennials revolucionaron el mundo del marketing con su frustración y rebeldía ante lo establecido.

Desde hace dos años un equipo de Deusto Business School y ATREVIA han investigado otra generación, los chicos y chicas que se educaron con internet en sus hogares, el resultado llegó a finales del año pasado cuando presentamos el libro 'generación z', una guía práctica para entender a esta cohorte de edad. En breve le tocará el turno a los babyboomers porque sin duda la longevidad es uno de los asuntos más trascendentes para los próximos años y esa generación que no se jubilará a los 65 años, está llamada a ser protagonista de inéditos cambios económicos pero también sociales.

Para el firmante de esta columna, por tanto, es habitual encontrarse con las generaciones en su día a día durante los últimos tiempos. Pero la semana pasada se sucedieron dos hechos, sin conexión aparente, en los que el término generación inopinadamente fue protagonista que hicieron que la extrañeza y de paso la serendipia apareciesen en mi cabeza y hoy en este artículo.

El 28 de enero, se celebró en todas las universidades y colegios católicos del mundo la fiesta de su patrón, Tomás de Aquino. El pensador y santo italiano del siglo XIII pasó a la historia como doctor de la iglesia entre otras muchas cosas por su estudio de la obra de Aristóteles, hasta entonces considerado incompatible con la fe cristiana. La Universidad de Deusto lo celebró este lunes pasado en Bilbao entregando sus títulos de doctores y estrenando paraninfo después de meses de obras. En las palabras que el rector José María Guibert pronunció ante la comunidad universitaria con menciones a San Ignacio pero también glosando la obra del dominico escolástico, se coló la 'generación z'.

Los recién remozados lienzos del paraninfo en los que aparece un Carlos V de Zurbarán si pudiesen expresar su sorpresa seguro que lo harían al escuchar en tan solemne intervención cómo el rector de Deusto recomendó a todos los profesores presentes no esgrimir excusas para no estar en Twitter o aprender de la inmediatez y la obsesión por internet de los jóvenes nacidos a partir de 1994, en lugar de proscribirla.

Al día siguiente, 30 de enero, el rey Felipe VI cumplió 50 años y para celebrar su efeméride convocó en el salón de columnas del Palacio Real a los principales poderes del Estado, con los presidentes del Gobierno, Congreso, Senado, Tribunal Constitucional y Tribunal Supremo a la cabeza. Pero no fue un cumpleaños más por muy redonda que fuese la cifra ya que el rey quiso darle una trascendencia especial al imponer el collar del toisón de oro a su hija y heredera al trono, la princesa Leonor.

La insigne orden del toisón de oro se creó en 1430 pero fue el emperador Carlos V quien comenzó a nombrar caballeros de la misma entregándoles el collar que esta pasada semana ha recibido la nieta del rey Juan Carlos. “Deberás respetar a los demás, sus ideas y creencias; y amarás la cultura, las artes y las ciencias, pues ellas nos dan la mejor dimensión humana para ser mejores y ayudar a progresar a nuestra sociedad (…) servirás a España con humildad y consciente de tu posición institucional; y harás tuyas todas las preocupaciones y las alegrías, todos los anhelos y los sentimientos de los españoles” fueron algunas de las palabras que el rey pronunció delante de su familia y autoridades.

Pero entre esa insigne audiencia un grupo de veinte niños desconocidos llamaba tanto la atención como las palabras del rector vasco el día anterior. Esos niños habían nacido cerca del año 2005 como Leonor de Borbón y venían de todas las comunidades autónomas. La Casa Real quiso hacer llegar más lejos los consejos del rey a la princesa con la imagen de esos niños y no del collar del vellocino de oro. Con sus 12, 13 y 14 años posaron para todas las cámaras junto a la princesa y acapararon las noticias de medio mundo con su simpatía. Esos chicos y chicas pertenecen a la generación que se ha educado con internet en sus casas y se socializa en las tan criticadas redes sociales. Son la generación z pero la prensa les bautizó como la generación de Leonor.

En Bilbao y Madrid, la 'generación z' en apenas unas horas irrumpió en la formalidad de actos académicos y protocolarios para recordarnos en las palabras que resonaron en el paraninfo deustense y en el palacio real que el amor a la ciencia, la vocación de servicio, la tolerancia y el humanismo no están pasados de moda sino que estos jóvenes y niños los necesitan para crecer en una España donde merezca la pena vivir.

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