Opinión

La eficiencia energética y el reto del fondo europeo de recuperación

La inversión mundial en eficiencia energética aumenta un 9%, según la IEA
La eficiencia energética y el reto del fondo europeo de recuperación.
EUROPA PRESS

Una de las causas de la baja productividad de la economía española ha sido la incapacidad para crear sistemas de innovación. En los primeros periodos de programación de los fondos estructurales de la Unión Europea, mientras España ejecutaba por encima del 100% los recursos destinados a infraestructuras, éramos incapaces de gastar los recursos que los programas operativos asignaban al eje de innovación tecnológica. 

¿Cómo utilizar los 140.000 millones de euros del fondo europeo para la recuperación de la economía en las prioridades que marcó el Consejo Europeo y no perderlos? Mal está que el Gobierno necesite criterio a estas alturas, pero mucho peor es que ese criterio sea el de las grandes corporaciones que piensan continuar el modelo de infraestructuras sobredimensionadas para generar activos sobre los que planificar sus operaciones corporativas. El Fondo Monetario Internacional ha recomendado utilizar el fondo para impulsar la contratación indefinida y la formación, es decir, empleos de calidad para mejorar la productividad.

La productividad es la suma del conocimiento de la tecnología, la innovación para desarrollarla y la inteligencia para aplicarla en tiempo real. La transición energética y ecológica lo tiene todo para ser el proyecto innovador por excelencia que modifique el patrón de la economía española y, además, la descarbonice. En energía, la innovación tecnológica se llama eficiencia energética. No es casual que la eficiencia energética haya sido menospreciada por el sector energético al identificarla con menos ingresos del sistema eléctrico o con una penalización a la economía, como argumentó el voto de España contra la directiva de eficiencia energética en octubre de 2012.

La innovación energética y su digitalización no van a venir a través de las grandes infraestructuras o instalaciones, aunque sean de energías renovables. El mayor potencial de eficiencia energética y de reducción de emisiones se encuentra en las pequeñas economías, los edificios, hogares, pymes, las pequeñas explotaciones agrícolas o ganaderas, la pequeña industria, el pequeño comercio, los automóviles, barrios, cooperativas y las entidades locales. 

La dicotomía entre generación centralizada y generación distribuida la ha resuelto el principio “Primero, la eficiencia energética”, definido en el Reglamento (UE) 2018/1999, que obliga a que antes de tomar cualquier decisión de inversión en nuevas infraestructuras energéticas se deberán considerar medidas alternativas de eficiencia energética, no solo en costes, sino en oferta y demanda de energía, mediante ahorro y gestión de la demanda. Antes que la generación centralizada hay que tener en cuenta la generación distribuida.

Si España cuenta con una sobrecapacidad de generación centralizada, aumentar esa sobrecapacidad con los 120 GW de renovables ya autorizadas por REE, más los que se subasten, es una ineficiencia que provocará fallos de mercado que pagarán los consumidores. Si, además se permiten iniciativas como el hidrógeno azul o el uso del gas fósil en la edificación y la calefacción y el transporte como inversiones sostenibles, la transición energética se habrá convertido en un riesgo y no en la oportunidad que esperamos.

La generación distribuida esta infravalorada, sin objetivos en el PNIEC, ni en las subastas, ni en las estrategias de rehabilitación y de transporte. Sin una regulación que facilite el acceso de los consumidores a los beneficios del autoconsumo y de los contadores inteligentes, se impedirá que el cliente o consumidor activo se convierta en el nuevo poder de mercado, tal como lo definen las directivas europeas de renovables (UE) 2018/2001 y del mercado interior de la electricidad (UE) 2019/944.

Las principales ventajas de las energías renovables no se encuentran en las mega instalaciones conectadas a la red, sino en las pequeñas instalaciones renovables vinculadas a los centros de consumo. La proximidad de la generación al consumo, y que el consumidor pueda ajustar la oferta y demanda de energía en tiempo real, es la energía flexible que permitirá alcanzar los objetivos climáticos antes y a un menor coste.

La Fundación Renovables acaba de concretar con qué criterios se deberán elegir los proyectos del fondo Next Generation UE. En primer lugar, se debe aplicar el criterio de sostenibilidad de las inversiones y no permitir el fraude de pasar por energía verde lo que es energía fósil. La neutralidad tecnológica retrasará el desarrollo industrial de las tecnologías que están sustituyendo a los combustibles fósiles en el mundo. En segundo lugar, apostar por las pequeñas economías como ejecutores principales de los proyectos para contribuir a nuevos entornos productivos, de empleo y desarrollo local.

Las actividades relacionadas con la generación distribuida constituyen otro modelo industrial y tecnológico con impactos en la productividad, los ciudadanos y los consumidores:

• Autoconsumo, individual o compartido, desarrollo de comunidades ciudadanas de energías renovables, almacenamiento detrás del contador, agregación y agregadores independientes para que los consumidores participen en los mercados energéticos.

• Rehabilitación energética de los edificios, incorporando el autoconsumo con baterías de almacenamiento, renovables en calefacción y refrigeración, redes urbanas eficientes de calor y frio, aplicaciones inteligentes e infraestructuras de recarga para vehículos eléctricos, convirtiendo el edificio en un recurso energético distribuido e inteligente.

• Movilidad sostenible, facilitando la movilidad eléctrica bajo demanda, las infraestructuras de recarga abiertas a nuevos actores como entes locales o consumidores, permitiendo el intercambio de energía y la carga inteligente donde la gente vive o trabaja.

• La generación distribuida necesita un complejo industrial y tecnológico que aproveche los nuevos modelos de negocio energéticos que se van a desarrollar y políticas de formación profesional coherentes con las capacidades que se van a demandar en sectores como el industrial, el energético y el de la edificación.

La prioridad de la eficiencia energética en el fondo de recuperación no debe quedar relegada por la resistencia a aplicar la figura del consumidor o cliente activo que recogen las directivas europeas y que es la que menos interesa a las grandes corporaciones. 

*Javier García Breva es presidente del Consejo Asesor de la Fundación Renovables.

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