OPINION

Cantares de gesta y otros cuentos de Pedro Sánchez ante la peste

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
EP

Si no quieres asfaltar las calles, cámbialas de nombre: la gente se fijará en el letrero nuevo y no verá los baches viejos. No me refiero a la gestión municipal y espesa de Carmena, que le cambió el nombre a 52 vías madrileñas para no asfaltar ni una sola. Aludo a la epopeya que desde hace un mes, a la hora de la sobremesa cautiva y desarmada, nos va narrando Pedro Sánchez disfrazado de Homero. Qué épico relato, aquí la belleza del héroe, allá la miseria del villano. Qué manera de rebautizar la realidad. La leyenda se desborda. Ya va por el séptimo capítulo y, sin ánimo de hacer spoiler, diré que la llegada a Ítaca será el acabose. ¡Es la guerra!

Al arte de encubrir los hechos agitando las palabras como si fueran sonajeros se le llama ahora “construir el relato”. A eso se emplea a tiempo completo la factoría instalada en La Moncloa por Iván Redondo, a contarnos el heroico combate de Pedro Sánchez, ¡oh astuto Ulises!, contra el troyano covid19. La narración describe vívidamente todas sus hazañas: cómo respondió antes que nadie a la pandemia, cómo las naciones (Oxford) le admiran, cómo gracias a su previsión los sanitarios tienen en abundancia mascarillas, guantes y respiradores, cómo ha paliado la ineptitud de los gobiernos regionales (del PP) y evitado miles de muertes, cómo adquirió con diligencia millones de test víricos, cómo, cómo, cómo…

Ni la más leve sombra oscurece la conducta del héroe. El bien contra el mal en estado puro. Cuánta proeza frente a la adversidad. Cuánto desvelo por el pueblo. A su lado, Ulises parece un golfillo de barrio. Ahora están en el capítulo en que Sánchez ofrece a Casado como regalo un caballo de madera con los Pactos de la Moncloa en su panza. El líder popular debería mirarle el diente al animal y seguir el consejo de Laocoonte: desconfía de los griegos que traen regalos.

En ese oficio de tramar relatos épicos y de remendar proezas es probable que los fontaneros de Pedro Sánchez hicieran carrera en Netflix o HBO, no digamos Pablo Iglesias, gran aficionado al género. Pero en tiempos de tribulación, con todo un país encerrado y aturdido en casa, resulta grotesco contar batallitas en el telediario como si fuera la vacuna que nos librará del mal amén. Este Gobierno empezó abriendo una fosa en el Valle de los Caídos para construir su relato de la guerra civil y acabará sepultado por una epidemia que ya ha abierto en cuarenta días veinte mil tumbas para las que no hay consuelo ni cantares de gesta.

Contra la tozudez de las cifras no caben fábulas. España es el primer país del mundo con mayor número de muertes por habitante (374 por millón), muy por encima de nuestros vecinos Portugal (46), Francia (221) o Italia (338) y de Estados Unidos (69). También está a la cabeza en el ranking del personal sanitario fuera de combate al haberse contagiado por falta de equipamiento adecuado mientras trabajaba: 25.000 sanitarios; en Italia, 13.000. Un dato final: el gobernante europeo peor valorado por su gestión es Pedro Sánchez.

Ante catástrofes como esta, quienes sobreviven no son los vendedores de humo ni los supermanes de atrezo, sino los gestores eficaces, discretos y competentes. Valga el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, (Felipe González dixit) quien en vez de maquillar la amenaza asfaltó las primeras medidas para combatirla. Valgan también el griego Kyriakos Mitsotakis, el portugués Antonio Costa o el coreano Moon Jae-in, estos dos últimos socialdemócratas: todos ellos antepusieron la salud a la ideología. Que el laurel ciña sus sienes.

El Gobierno Sánchez-Iglesias, por el contrario, prefiere contar historias fantásticas, alancear dragones coronados o declarar la guerra a ejércitos invisibles, haciendo desprecio de la oposición y de los gobernantes autonómicos. Ya han sido anunciados los episodios del próximo mes: La Desescalada. La vuelta lenta a la vida, con respiración asistida. Hay dos maneras de hacerlo: con un pacto PSOE, PP y C´s, sin hipotecas populistas y separatistas. O echando mano del relato de barricada. Póngase en lo peor.

La izquierda acusó a Rajoy de haber alumbrado la primera generación de hijos que vivían peor que sus padres, gravísimo retroceso que Sánchez-Iglesias se proponen corregir con la máxima diligencia para que los padres vivan igual de mal que sus hijos.

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