Marca de agua 

La cumbre empresarial descoloca a Sánchez e Iglesias ante Bruselas

Pedro Sánchez Pablo Iglesias
La cumbre empresarial descoloca a Sánchez-Iglesias ante Bruselas. 
Europa Press

La inteligente iniciativa de Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, de convocar a los principales empresarios españoles en una cumbre virtual ha descolocado a Pedro Sánchez. Para un Gobierno que ha puesto a los empresarios en la diana en vez de situarlos en el centro de la reconstrucción, como han hecho Italia y Francia, resulta inaudito que los grandes creadores de progreso y empleo en España hayan roto su habitual discreción para cantarle las verdades del barquero. Hasta es probable que a Pablo Iglesias le haya dado una alferecía, de ahí su sepulcral silencio en los últimos días, salvo que esté muy ocupado en martillear tarjetas telefónicas de dudoso contenido.

Lo cierto es que la cumbre empresarial de Garamendi ha dinamitado la estrategia de distracción de Sánchez-Iglesias sobre la reconstrucción económica tras cien días de estado de alarma, que como consumados trileros tratan de engañar al incauto, véase Ciudadanos, con juegos malabares y discursos de hojalata en 'prime time'. Ambos dos firmaron un pacto económico para la investidura que sigue vigente en su totalidad, incluidas la reforma laboral y la subida de impuestos. ¿Dónde está la bolita? Como diría la portavoz Montero si acertara a hablar, “hay que repriorizar”.

A ojos de la Europa contribuyente y frugal, la comisión parlamentaria montada por Moncloa para la reconstrucción es un insulto a la inteligencia que no soporta la más piadosa comparación con las creadas por Macron y Conte. En realidad es el clásico chiste del francés, el italiano y el español: el francés pone al frente de la comisión a Jean Tirole, premio Nobel de Economía en 2014; el italiano se lo encarga a Vittorio Colao, prestigioso y respetado directivo empresarial; y el español se encomienda a Patxi López, que no pasó del COU, siempre ha vivido del dinero público y posee una ignorancia oceánica prácticamente sin lagunas.

Por fortuna, para compensar, Iglesias ha enchufado de 'número dos' de la comisión a Enrique Fernando Santiago, confeso castrista, defensor de las FARC y profeta del modelo bolivariano. Naturalmente, el chiste está haciendo furor en Europa y Angela Merkel se dobla de la risa ante la perspectiva de destinar a España 140.000 millones de euros del fondo de reconstrucción.

En este contexto, el paso adelante de los empresarios, dando la cara públicamente y hablando sin rodeos de las líneas rojas que ningún gobierno debería sobrepasar, ha puesto a Pedro Sánchez contra las cuerdas, con bastante más contundencia que toda la oposición junta. Les ha bastado con recordar cuáles son las reglas del juego, lo que suele ser muy eficaz para desarmar a fulleros y tahúres, y qué desastrosas consecuencias sobrevendrán desde Europa si no se respetan. Reglas, por otra parte, que son la base económica de la democracia: seguridad jurídica (léase no deroguen la reforma laboral), estabilidad fiscal (ojo con subir impuestos), invertir en empleo, controlar el gasto (menos populismo subvencionado) y pactos de Estado.

Es evidente que Moncloa ha acusado el golpe, pero lo atribuye a una conspiración del 'Estado profundo', especie de sociedad secreta formada por las cloacas policiales, una judicatura paralela, la Guardia Civil casi al completo, CEOE, CEPYME y las cavernas vaticanas. También suelen incluir a Belén Esteban y a un tendero de Galapagar. Terrible. Nada se ha visto igual desde la conspiración contra Julio César. Con el agravante de que a Sánchez le han cambiado al director del 'El País'.

Así que las calderas monclovitas están a pleno rendimiento y sus fogoneros mediáticos no dan abasto para neutralizar el atrevimiento empresarial, que consiste en culpar al PP de todos sus extravíos. ¡Qué más quisiera Pedro Sánchez que abrazarse a Casado, pero como no hay tal casamiento porque el popular es un estrecho, el pobre ser ve obligado a irse de farra con los proetarras, los golpistas, los rufianes y, claro, con Iglesias, al que sigue abrazado con ejemplar fidelidad. Incluso Ciudadanos le sirve para un apaño. Pero que conste que la culpa es del PP, ponlo bien claro, que se entere la Merkel.

Pero de lo que ya está enterada la canciller alemana es de que Sánchez jamás pactará los Presupuestos con el PP porque entonces el socialista estaría muerto políticamente. Lo que le insufla oxígeno es la crispación con la derecha dividida, porque su existencia se la debe a la ultraizquierda, del mismo modo que la ultraizquierda le debe a Sánchez un lugar al sol del dinero público en vez de vagabundear por los suburbios de la democracia. Con lo bien que se vive en Galapagar.

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