Marca de agua

Díaz Ayuso acaudilla un nuevo 2 de mayo en la Puerta del Sol contra el 'sanchismo'

EFE
Todos contra Ayuso: Madrid rechaza un plan común y quiere 'su' Semana Santa
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El 14 de febrero, Ciudadanos no sólo perdió las elecciones en Cataluña de forma humillante: perdió también el juicio. Y el sentido de la orientación política, como esos cetáceos que terminan sus días varados en la playa buscando un destino equivocado. Justo cuando España más necesitada está de estabilidad institucional, cuando más imprescindible es la moderación política, el partido de Arrimadas decide suicidarse en brazos del sanchismo. Pobre doña Inés, burlado por un donjuán verbenero.

Murcia sólo ha sido el detonante que el PSOE activa para provocar la implosión de Ciudadanos y sembrar el caos allí donde gobierna con el PP. Naturalmente, Madrid es la pieza mayor a cobrarse, sin menoscabo de Castilla y León o Andalucía. Pero con Isabel Díaz Ayuso han topado. La rápida reacción de la presidenta madrileña ha neutralizado una operación largamente incubada en Moncloa con el concurso entusiasta de Ignacio Aguado, un político cuya autoestima compite con el reloj de la Puerta del Sol. Soñando a todas horas con dar la campanada. Con su taconazo por sorpresa, desbarata el calendario secreto de Sánchez e inmoviliza a Arrimadas.

Bregada en los días oscuros del estado de alarma, Díaz Ayuso no se resignó a recitar cada día la letanía de los muertos por coronavirus y tuvo la astucia de acaudillar, más allá del Manzanares, el malestar de los españoles contra Pedro Sánchez y sus mariachis de extrema izquierda. La soberbia de sus enemigos la ha fortalecido y las injurias han sido el alimento nutricio de su liderazgo. Doña Isabel iba para presidenta de paso, el apaño de urgencia de un Casado recién aterrizado, pero su coraje y el arrogante Napoleón de Moncloa la convirtieron en una Agustina de Aragón con cañón y todo.

El mismo día que los separatistas catalanes insultaron a los madrileños como a buitres fiscales, sin que el PSOE rebatiera la infamia, Díaz Ayuso tuvo claro que debía adelantar las elecciones. Su obsesión era impedir en su cabeza el golpe amargo que sufrió Rajoy. Bastaba con aguardar pacientemente la ocasión más favorable. Ya ha llegado. Se la han puesto en bandeja.

Si las elecciones catalanas de hace un mes fueron un pulso entre separatistas y constitucionales, las convocadas ayer en Madrid es un adelanto con fuego real de la batalla entre el sanchismo y la derecha. Díaz Ayuso no reta a un candidato socialista, que está aún por determinar, sino al mismísimo presidente. Los comicios madrileños van más allá de sus estrechos límites regionales para convertirse en un juicio soberano a esa sociedad de socorros mutuos formada por Sánchez e Iglesias con el apoyo de separatistas y proetarras.

Esa es la gran baza de la presidenta popular, que ha sabido ganarse con arrojo la simpatía de amplios sectores de la población, empezando por los hosteleros y comerciantes y terminando por la castigada clase media madrileña exprimida fiscalmente. Quieran que no sus enemigos, e incluso algunos de sus amigos, Díaz Ayuso se ha erigido durante la pandemia en el rostro más visible del PP, en su portavoz más poderoso. Y no sólo frente a la coalición gobernante. También es eficaz ante la fuerte marejada de Vox, muy crecida desde los comicios catalanes. El estilo sin complejos de la presidenta madrileña despierta respeto en los caladeros de Vox, muchos de los cuales no dudarán en votarla.

La voladura suicida de Ciudadanos coloca a Ignacio Aguado en una posición muy poco airosa, no menos deprimente que la de sus compañeros catalanes. Los 630.000 votos cosechados en 2019 son ahora el botín más apetecible, tal vez el determine al ganador de la contienda. No pocos de esos se irán a la abstención, pero la parte mayor retornará con toda probabilidad a la candidata del PP, una vez que ha demostrado la firmeza de sus convicciones liberales y sus arrestos frente a la izquierda arrogante. Además, tanto las elecciones gallegas y vascas como las catalanas vienen a confirmar que, en estos tiempos de pandemia, el votante prefiere reforzar al gobernante ya conocido y huir de los experimentos. Así que Aguado bastante tendrá si logra retener su escaño.

Por lo demás, no conviene olvidar que la Comunidad de Madrid ha alcanzado con el PP el liderazgo económico de España y se ha convertido en uno de los polos de progreso de Europa. Al contrario de lo que hicieron los separatistas con Cataluña, hasta arruinarla e incendiarla por los cuatro costados, Díaz Ayuso ha cultivado la hospitalidad con el inversor y ha sabido atraerse a centenares de empresas con razonables condiciones fiscales, lo que se traduce en miles puestos de trabajo, prosperidad y bienestar. Mientras Barcelona es hoy, a ojos internacionales, la capital europea de la barricada, Madrid ha ganado en reputación y prestigio internacionales.

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