Capital sin Reservas

La aldea gala de Criteria y la sagrada trinidad de La Caixa

Tras culminar la fusión operativa con Bankia y reforzar la paternidad de Criteria en Naturgy, el gran objetivo de La Caixa pasa ahora por salvaguardar la Fundación Bancaria de cualquier tentación soberanista en Cataluña.

Sede de La Caixa
Las torres negras de la Diagonal representan el genuino símbolo catalán de la sagrada trinidad de La Caixa.
EP

La batalla librada por el fondo australiano IFM en su OPA no deseada sobre Naturgy ha supuesto un aldabonazo en el corazón del sistema financiero con repercusiones decisivas para conocer el rumbo de ese entramado de mesa camilla desde el que se han estado controlando las compañías más emblemáticas del país. Los poderosos señores del dinero, aquellos malqueridos fondos buitres ataviados en los tiempos modernos con las galas de los más lujosos private equity, se han erigido en la némesis de los grupos autóctonos que ven peligrar los remansos de paz y prosperidad sobre los que cimentaron su jerarquía empresarial. Para bien o para mal, España viene siendo cortejada desde principios de siglo por el imperio de una globalización imparable en cuyos dominios ha resurgido ahora con una fuerza inusitada el gran hermano de La Caixa, con su imponente brazo armado de Criteria y bajo la autoridad suprema de la Fundación Bancaria.

El grupo que capitanea Isidro Fainé no quiere ser romanizado por las hordas invasoras de ese capitalismo salvaje que ha hecho de España su tierra de promisión aprovechando la obsesión de los poderes públicos por colocar a cualquier precio la economía nacional en la cartera inversora de las grandes multinacionales. El holding nucleado en torno a Criteria quiere reconvertirse como la flamante aldea gala encargada de reverdecer las viejas glorias del conglomerado industrial que sirvió de estela y al que dio cobijo la histórica caja de ahorros catalana. Todo ello para no quedar expuesto a los vaivenes del volátil y despiadado mercado financiero, pero también con el fin de asegurar la dotación de la obra social a la que el empresario manresano viene entregándose en cuerpo y alma desde que los nuevos vientos reguladores en Europa le obligaron a abandonar el puente de mando del puro y duro negocio bancario.

El veterano timonel ha demostrado una pericia incomparable para reencarnarse una y otra vez en su vertiente profesional a medida que los imponderables de un entorno cada vez más adverso le obligaban a replegar sus genuinas ambiciones. El episodio de Naturgy, a partir de ahora empieza lo bueno, ha permitido en su fase preliminar la definición de un nuevo mapa de riesgos que tiende a situar el mirador de toda la estrategia en el seno de la Fundación Bancaria La Caixa. La institución filantrópica será consagrada dentro de la doctrina corporativa de la casa como ese espíritu santo encargado de alumbrar la razón de ser de la trinidad societaria que completan con un carácter eminentemente mercantil el padre industrial encarnado por Criteria y su hijo predilecto financiero, que no es otro que CaixaBank.

La más que previsible jubilación del CEO de Criteria, Marcelino Armenter, será la  piedra de toque para una renovación de todo el universo de La Caixa, con Fainé como astro rey

Fainé se ha batido como un legionario en el intento de hacer descarrilar la ofensiva de IFM y a fe que casi lo consigue si Rodrigo Buenaventura y la CNMV se hubieran mostrado más proclives a favorecer las compras llevadas a cabo por Criteria para reducir el capital flotante de Naturgy en bolsa. El empeño del gran influencer catalán tiene su mérito porque tampoco dentro de su grupo industrial estaban muy convencidos de la necesidad de gastarse un montón de millones de euros para disuadir a un inversor extranjero que habría aceptado cualquier resultado de la OPA, incluso por debajo del 10%, con tal de poner un pie en el capital de la compañía energética. Fainé ha estado demasiado solo en su lucha y esa falta de asistencia interna puede resultar decisiva para que el consejero delegado de Criteria, Marcelino Armenter, sea convenientemente jubilado en cuanto alcance la edad reglamentaria de 65 años.

El emotivo aniversario tendrá lugar en junio del próximo año y en los entornos de la Diagonal barruntan que servirá de piedra de toque para afrontar una renovación a gran escala de lo que hace tiempo se dio en llamar el universo de La Caixa, donde Isidro Fainé sigue siendo el astro rey. El baño de multitudes protagonizado hace unas semanas con motivo del Congreso de CEDE (Confederación Española de Directivos y Ejecutivos) ha supuesto un extraordinario y más que oportuno espaldarazo al liderazgo del hombre más influyente dentro de la sociedad civil en Cataluña. Un reconocimiento que aúna las virtudes de una larga y dura carrera desde que empezó como aprendiz en un taller de reparación de motos con sólo 13 años pero que ahora, camino de los 80, supone también una seria contraindicación para todos aquellos intereses políticos que tratan de domeñar el poder fáctico de las instituciones económicas para integrarlo dentro de su ideario doctrinal y separatista.

La gran enseña financiera y empresarial de origen catalán es, sin lugar a dudas, un claro objeto de deseo por parte de la Generalitat republicana e independentista. Máxime tras la irrupción como conseller de Economía y Hacienda de Juame Giró, probablemente el más conspicuo y relevante a día de hoy entre todos los ángeles caídos que Fainé ha ido dejando por el camino. En este proceloso marco de poder el factor humano puede llegar a ponderar tanto como las motivaciones soberanistas y constituye un motivo añadido de preocupación para la dirección de Criteria. De ahí que buena parte de sus equipos técnicos estén trasladando de manera paulatina sus principales labores de gestión desde Barcelona hasta Madrid dentro de un proceso incipiente que ha de servir como pauta de otros avatares destinados a salvaguardar la naturaleza unitaria de toda la corporación.

El principal objetivo ahora es preservar la Fundación Bancaria de cualquier tentación soberanista que pueda materializarse en la mesa de diálogo del Gobierno con la Generalitat

En el seno de Caixabank, una vez completada la integración operativa con Bankia, la mayor inquietud reside en despejar todas las incertidumbres que podría acarrear un cambio normativo desde el Gobierno autónomo que preside Pere Aragonès para forzar el control político de su verdadero accionista de referencia, que no es otro que la Fundación Bancaria. Los temores adquieren carta de naturaleza si se tiene en cuenta que Giró ha sido durante cinco años director general de una institución, cuyo patronato como dicen en Cataluña depende de Madrid, o lo que es igual, del Gobierno de Pedro Sánchez. Malo será que la mesa bilateral de diálogo promovida por ambos tocayos no termine por incorporar en su indefinido orden del día alguna proposición de futuro que altere los designios del banco recientemente fusionado.

Fainé no necesita que nadie le advierta del riesgo que entraña cualquier modificación regulatoria impuesta desde instancias gubernamentales. Basta despertar el alma dormida y recordar lo ocurrido con su antecesor, el mítico Josep Vilarasau, descabalgado de sus cargos ejecutivos a raíz de la Ley Financiera pactada por el PP con CiU hace ya casi veinte años. La historia, con sus farsas y sus tragedias, puede repetirse ahora a manos de unos políticos bastante menos escrupulosos en sufragar enjuagues a costa de terceros. El artífice del gigante creado a partir de la antigua cajas de ahorros catalana sabe que no puede perder el tiempo en blindar un plan de sucesión coherente con los turbulentos tiempos que corren. Una solución que invita a identificar un delfín para Criteria tan leal y reconocido como lo es José Ignacio Goirigolzarri en CaixaBank, de modo que Fainé pueda mantenerse a buen recaudo con la única presidencia de la Fundación Bancaria. O lo que es igual, seguir al frente de la ‘sagrada trinidad’.

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