Capital sin Reservas

'Salomón' Medel pone a remojo los planes de sucesión en la gran banca española

El arbitraje del expresidente de Unicaja ha sido determinante para adaptar la fusión con Liberbank a las exigencias de gobierno corporativo que quiere imponer el BCE en las grandes entidades financieras

Braulio Medel (izqda) ha hecho valer su ascendente en Unicaja tras una dura pugna con Manuel Azuaga
Braulio Medel (izqda) ha hecho valer su ascendente en Unicaja tras una dura pugna con Manuel Azuaga
La Información

Corría el mes de abril de 2012 y la efervescencia de la crisis había levantado un intenso oleaje sobre aquel tercio del sistema financiero que constituían las antiguas cajas de ahorros. El entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, no sabía a qué Santo encomendarse para impulsar un proceso de consolidación destinado a reajustar de arriba abajo el mapa bancario y al que, por eso mismo, se resistían como gatos panza arriba buena parte de los gobiernos autonómicos que venían de antiguo haciendo mangas y capirotes con el favor y el control de sus respectivas entidades confederadas. Había que romper el encantamiento político de las cajas y, a falta de una iniciativa enérgica por parte del Banco de España, el Gobierno no tuvo más remedio que remangarse para ejercer con todas las consecuencias su capacidad de tutela sobre el sector.

Fue así como el secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez-Latorre, uno de esos dirigentes políticos caracterizados por no haber roto nunca un plato, se calzó los guantes de siete onzas para llamar a capítulo un viernes por la tarde a los cuatro grandes mosqueteros del sector. Los máximos responsables de Unicaja, Braulio Medel; Ibercaja, Amado Franco; Liberbank, Manuel Menéndez y Banco Mare Nostrum (BMN), Carlos Egea, llegaron a la sede ministerial un tanto desconcertados por la premura de la ‘invitación’ y se quedaron aún más de piedra cuando su anfitrión les conminó sin mayores preámbulos a una fusión a cuatro bandas. Una operación que debía materializarse con carácter de urgencia, de acuerdo con las exigencias de la situación económica del país y los planteamientos acordados con las autoridades comunitarias.

A más de uno se le vino ese nudo a la garganta que impide esbozar siquiera una mueca de estupor. Hasta que, metido en cintura, Medel se aplicó al combate dialéctico para preguntar con fingida inocencia: ¿Y de qué tiempo disponemos? La respuesta no defraudó la motivación de sorna con que había sido formulada la cuestión. “No más de 15 días”, aseveró el número dos del ministro todo puesto en razón. A lo que el presidente de la entidad andaluza, gastando flema por arrobas, replicó ante sus atónitos compañeros de fatigas: “Pues a mí, la verdad, me sobran ocho porque dentro de una semana empieza la Feria de Sevilla”. El proyecto quedó en agua de borrajas aunque marcó la senda que casi una década después ha impulsado el acuerdo de Unicaja con Liberbank, una fusión en la que, al decir de los iniciados, “Braulio ha demostrado que quien tuvo, retuvo y guardo para la posteridad”.

El proceso de consolidación bancaria ha demostrado que el ascendente de los viejos cajeros nunca muere. Isidro Fainé y Braulio Medel se han convertido en los 'padres fundadores' de la nueva ola de fusiones 

El actual presidente de la Fundación Unicaja representa en la fusión con Liberbank lo mismo que Isidro Fainé en la pionera integración de CaixaBank y Bankia. Está visto que el ascendente de los viejos cajeros nunca muere por más que el sino de los tiempos modernos esté suponiendo, como no puede ser de otra manera, un extraordinario cambio generacional en las cúpulas de mando de las grandes entidades empresariales del país. Ya fuera por devoción o por obligación, el caso es que ambos directivos dieron hace años un paso lateral en la gestión cotidiana de sus antiguas cajas de ahorro para renovarse como relevantes banqueros al servicio de las exigencias que establecen los reguladores comunitarios. Marcando las distancias a partir de nuevas funciones institucionales, Fainé y Medel han renacido como genuinos padres fundadores de la flamante ola de consolidación bancaria en España.

El promotor de la nueva CaixaBankia ha reverdecido además sus viejos laureles como interlocutor válido de Pedro Sánchez y sus ministras económicas, especialmente Nadia Calviño. Algo que debe valorarse en su justa medida si tenemos en cuenta el papel relevante que también ejerció Isidro Fainé con los distintos gobiernos de Mariano Rajoy. No conviene olvidar que el gran hacedor de La Caixa es también presidente de Criteria y, por lo mismo, vicepresidente de Telefónica, lo que le sitúa en una atalaya de primera fila para todos aquellos que desde Moncloa tratan de monitorizar la estrategia política de la compañía heredera del antiguo monopolio de telecomunicaciones. El reciente golpe de timón acaecido en el viejo imperio mediático de Prisa es un exponente claro de la nueva onda sintonizada por Telefónica con el dial que maneja Isidro Fainé como principal valedor de José María Álvarez-Pallete al frente de la operadora.

Braulio Medel no aspira a un historial tan prolijo por cuanto que su pedigrí financiero está circunscrito al territorio de Andalucía donde está considerado uno de los próceres más dignos y que mejores servicios ha prestado a la patria de Blas Infante. Por eso no parecía de recibo que su sucesor en la presidencia de Unicaja, Manuel Azuaga, tuviera la osadía de echarle un pulso poniendo en grave riesgo la segunda y última oportunidad de cerrar la fusión con Liberbank. Al final la sangre no llegó al río pero lo cierto es que durante muchas semanas la división en el consejo de administración del banco malagueño puso de manifiesto un serio problema de gobierno corporativo, uno de esos llamativos conflictos de agencia en el que un gestor asume por las bravas el mando de una sociedad cotizada para oponerse a los designios de su principal accionista de referencia.

El plan de sucesión de la futura Unicaja servirá de patente a los reguladores de Fráncfort para que los presidentes de los grandes bancos cedan los poderes ejecutivos a sus consejeros delegados

La Fundación Unicaja, con Braulio Medel al frente, había dado el visto bueno a la ecuación de canje que precisamente provocó en mayo de 2019 la ruptura de la primera fase de negociaciones con la entidad asturiana que dirige Manuel Menéndez. A partir del acuerdo de valoración accionarial todo se presumía coser y cantar hasta que el BCE puso pies en pared con Azuaga, conminándole a abandonar todos sus poderes ejecutivos a la vuelta de un par de años, cuando se supone que la integración habrá otorgado mayoría de dad al futuro banco combinado. Para entonces, la presidencia de la entidad resultante deberá tener un carácter meramente institucional a fin de cumplir la división de poderes que los reguladores de Fráncfort tratan de imponer, con mayor o menor éxito, en las instituciones financieras de toda Europa.

Las autoridades comunitarias se aprovecharon del carné de identidad de Azuaga, quien a sus 73 años de edad tampoco dispuso de mayores argumentos para rechazar la propuesta del BCE. Eso sí, como contrapartida, el presidente de Unicaja trasladó la cuestión al gobierno corporativo de la futura entidad con la pretensión de asegurarse un derecho especial para nombrar directamente a su sucesor a la vuelta de dos años. Lógicamente, desde Liberbank rechazaron de plano la intentona de Azuaga que sacrificaba las expectativas de Menéndez como futuro primer ejecutivo de la entidad fusionada. El tira y afloja sólo se resolvió gracias a la intervención de Braulio Medel que salió de su apacible refugio en la Fundación Unicaja para arbitrar una salida salomónica cuya eficacia, todavía por descifrar, dependerá de la voluntad de colaboración y renuncia que todas las partes sean capaces de asumir en favor del nuevo proyecto bancario.

Azuaga ostentará todos los poderes hasta 2023 dejando a Menéndez en un plano secundario, lo más parecido a un mayordomo distinguido de esos que pueblan el Ibex como consejeros delegados de empresas en las que el presidente tiene carácter ejecutivo. Eso sí, después de la travesía por su particular desierto durante estos dos años, el ahora consejero delegado de Liberbank recibirá el cetro y la corona de manos del propio Azuaga dentro de una hoja de ruta que se supone ha quedado atada y bien atada. La cohabitación no será fácil y probablemente su incidencia repercutirá también en el traspaso de funciones, dando lugar a un experimento de gobernanza ciertamente inédito en el mercado corporativo español. La solución Medel tiene miga porque, si sale bien, servirá de patente al BCE para exigir verdaderos planes de sucesión en las cúpulas de las grandes entidades financieras. Cuando las barbas del vecino veas pelar… 

Mostrar comentarios