Capital sin Reservas

El último delirio del PSOE para imponer un euro digital (y democrático) al BCE

El grupo parlamentario socialista lanza una proposición no de ley sobre la futura moneda virtual en Europa que se fundamenta en recuperar el carácter del dinero como binen público sin la intermediación de los bancos.

Pedro Sánchez quiere liderar el debate sobre el euro digital del BCE. En la imagen con Rafael Simancas, inductor de la propuesta parlamentaria presentada al efecto por el PSOE
Pedro Sánchez con Rafael Simancas, su hombre fuerte para liderar, como pretende, el debate político sobre el  futuro euro digital en Europa.
LI / EFE

En su afán por encabezar los movimientos sociales más populistas Pedro Sánchez está dispuesto a meter baza en todos los debates incipientes que puedan aportar algún rédito a eso que se ha dado en llamar el ideario de futuro y progreso en España. El Gobierno es maestro en poner las luces largas para desviar el foco de los problemas más acuciantes y deslumbrar de paso a todos los que vienen de frente mediante una actuación permanente de marketing político encaminada a proyectar la imagen personal de su líder socialista. Los propagandistas oficiales han venido trabajando de manera preferente en el mercado doméstico, pero una vez que el jefe del Ejecutivo ha desplegado ahora su carácter soberano las labores de ensalzamiento requieren una apertura de miras con vistas al gran escenario internacional y, sobre todo, a la Unión Europa.

Partiendo de este enfoque estratégico los portavoces socialistas en el Congreso de los Diputados han lanzado un primer disparo por elevación que les acredita como buenos soldados de la leva presidencial. En Ferraz están ahora de exámenes tras la destitución de José Luis Ábalos del cargo de secretario de Organización, de modo que todos los méritos son pocos para granjearse la confianza del nuevo mando operativo que pilotan Santos Cerdán y Adriana Lastra. Con el consentimiento de ambos, y a expensas de que la vicepresidenta Calviño diga esta boca es mía, los diputados del grupo parlamentario del PSOE, dirigidos por el recién nombrado secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Rafael Simancas, han presentado una Proposición no de ley (PNL) con la idea, ahí es nada, de implantar un euro digital como moneda pública destinada a ofrecer mayor estabilidad financiera a la economía española y al conjunto de la eurozona.

Los paladines de la iniciativa se muestran fieles al adoctrinamiento ideológico que preside los movimientos de su partido y no tienen reparo en invocar el control democrático de la futura criptodivisa que, dicen ellos, permitirá recuperar el carácter del dinero como bien público. En un alarde de cortesía el plan socialista se articula a partir de la creación de un grupo de trabajo parlamentario al que invitan a participar al Banco de España como entidad colaboradora. Un detalle supuestamente oficiado en aras de ese diálogo institucional que pregonan a voz en grito los portavoces del Gobierno pero que quizá no ha tenido demasiado en cuenta el estatuto de autonomía que disfruta el regulador bancario y que le impide actuar de convidado de piedra o antagonista de excepción en programas de trabajo inspirados con propósitos partidistas.

La idea que tiene Lagarde sobre el futuro euro digital dista mucho de los planteamientos políticos y doctrinales enunciados en la propuesta socialista

La onda expansiva de este euro virtual a la española ha llegado hasta el Banco Central Europeo (BCE) como si se tratase de una fantasía propia de algún iluminado dispuesto a meterse en una camisa de once varas sin ningún rigor científico ni siquiera protocolario. Las autoridades de Fráncfort se sienten gravemente concernidas, si se apura incluso desafiadas, en su función esencial como máximo regulador monetario de la Unión. Consideran en el BCE que los artífices de la propuesta no han considerado que hace ya unos meses la propia presidenta de la institución, Christine Lagarde, esbozó públicamente la alternativa de una moneda digital, cuyos fundamentos están todavía por analizar pero que, en cualquier caso, distan ampliamente de las motivaciones con que los diputados del PSOE se han atrevido a pontificar alegremente sobre el proyecto.

El BCE ha proclamado en los últimos días su intención de poner en marcha la que dicen está llamada a ser la futura divisa europea del siglo XXI dentro de un programa que se prolongará durante cinco años. La plana mayor de Fráncfort apadrina con todas las bendiciones el nacimiento del euro digital pero su planteamiento es largo de fiar y demuestra las enormes reservas que existen acerca del proceso de gestación de la moneda virtual. Sea como fuere, la alternativa de la que se habla en Europa no tiene nada que ver con la patrocinada en España ni apunta a solemnes y descarados objetivos políticos. Lo único que pretende el regulador continental es frenar la avalancha de medios de pago digitales que pueden poner en riesgo la estabilidad financiera y abordar las oportunidades que ofrece el desarrollo tecnológico para analizar la conveniencia de una alternativa de carácter complementario, nunca sustitutivo, del euro tradicional.

El propósito del PSOE resulta mucho más intrigante para los intereses del BCE, al que se define en la propuesta parlamentaria como una institución sometida al control de los representantes de la ciudadanía; esto es de los políticos que gobiernan en cada uno de los Estados miembros de la eurozona. Una idea que ha generado cierto escozor en la comunidad financiera internacional y que puede ser muy contraproducente para que el presidente Sánchez consiga liderar, como es su objetivo, la implantación del futuro monedero digital en Europa. En un momento de incertidumbre sobre el desenlace de la crisis, más si cabe tras la decepción que la evolución de la pandemia puede motivar en el PIB del tercer trimestre, los experimentos doctrinales sobre materias económicas pueden mutar en un peligroso virus capaz de atacar de manera letal los delirios de grandeza de sus promotores.

España disfruta del rescate silencioso del BCE, lo que permite al Gobierno gestionar la economía sin mayores estridencias sociales

A los inventores socialistas del Euro electrónico se les ha visto el plumero y eso que los redactores del texto enviado al Congreso han tratado de curarse en salud asegurando que su propuesta no está orientada ni a la nacionalización del sistema bancario ni a la estatalización del crédito. Una excusa no pedida que además se demuestra falaz dado que una de las principales tesis a la que se abrazan los diputados del PSOE no es otra que la eliminación de intermediarios dentro de la actividad económica. Todo ello después de criticar los nuevos sistemas de pago que escapan a la regulación del sector bancario y de ensalzar el paso al frente que han dado las autoridades de China con la puesta en marcha de ese yuan digital que ya se encuentra en fase de prueba piloto en distintas ciudades del país.

La presión del gigante asiático es lo que ha removido la conciencia de Lagarde para entrar al trapo de una moneda digital que representa un claro peligro para la actual estrategia de expansión monetaria en Europa. La desintermediación bancaria derivada de la irrupción del eEuro obligaría a una reconversión del modelo de financiación en todo el Viejo Continente porque no se olvide que un 80% de lo manga riega con que el BCE viene inundando de dinero a los diferentes Estados miembros se canaliza a través de los bancos de la región. España es uno de los grandes beneficiarios de esta operación de socorro y salvamento que está facilitando la gestión de la crisis sin provocar estridencias políticas y sociales. Un rescate silencioso que debería servir para poner punto en boca a esos oportunistas que, de manera premeditada o traicionados por el subconsciente ideológico, no hacen sino morder la mano que les da de comer. A ellos y a toda la economía del país.

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