OPINION

El guardaespaldas de Calviño y el dúo dinámico de 'La Internacional'

Pablo Hernández de Cos y Nadia Calviño / EFE
Pablo Hernández de Cos y Nadia Calviño / EFE

Por suerte para Nadia Calviño el gobernador del Banco de España no está obligado a sumar puntos ante el Gobierno con vistas a una futura reelección en el cargo. El mandato del principal supervisor financiero no es renovable y se prolonga durante un periodo exclusivo de seis años, de manera que no coincida con el ordinario ciclo político, establecido teóricamente en cuatro años. Dos condiciones que son fundamentales para preservar la independencia de la institución en sus relaciones con el poder establecido y que permiten a Pablo Hernández de Cos actuar como el único y genuino ‘Pepito Grillo’ de la política económica, lo que constituye al mismo tiempo un altavoz y un blindaje para la vicepresidenta a la hora de surfear la ola rupturista que tiene abducidos a buena parte de sus colegas en el Consejo de Ministros.

El máximo responsable del Banco de España está decidido a tomar el relevo de José Luis Escrivá, cuando éste ejercía su papel soberano al frente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef). El hoy ministro de la Seguridad Social se mostró especialmente respondón ante el Gobierno del Partido Popular en su antiguo cargo, al que accedió por recomendación expresa del entonces ministro de Energía, Álvaro Nadal. Las circunstancias políticas del último año y medio, con la llegada del PSOE al poder, coincidieron con una relajación del celo supervisor por parte de la Airef. Una posición bastante más emoliente sin duda y que los observadores suspicaces entienden como uno de los grandes méritos contraídos por Escrivá para culminar su brillante plan de carrera con el reconocimiento de excelentísimo servidor público en el gabinete de Pedro Sánchez.

Las verdaderas costuras de esta nueva Airef, cercana y permisiva con las tesis oficialistas, se podrán apreciar con plena claridad cuando la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, tenga a bien informar de la ejecución presupuestaria correspondiente al pasado ejercicio de 2019. Será menester recordar entonces que el hoy ministro apostó de manera ferviente a favor de la última y vigente previsión del Gobierno, que estimaba un déficit público del 2,1% del PIB para el conjunto del año. El Banco de España se decantó por un desfase del 2,5%, que se antoja mucho más ajustado a la realidad. Los hechos demostrarán quién tenía verdaderamente razón y apuntarán, de paso, el motivo fehaciente que ha permitido a Nadia Calviño convencer a Pedro Sánchez de la lealtad que adorna al encargado de reflotar el sistema público de pensiones.

Sea como fuere, la vicepresidenta económica cuenta ahora con dos baluartes de talla en su respectiva y bipolar relación de interés con las autoridades comunitarias y los antagonistas colegas de Podemos. El papel del titular de la Seguridad Social es fundamental en la imagen de estabilidad que se necesita trasladar a Bruselas, lo que exige al ministro hacer de tripas corazón en el pulso con su contraparte, Yolanda Díaz. De momento, la ministra de Trabajo se ha quedado con el despacho principal en la sede histórica de Nuevos Ministerios, trasladando a Escrivá a las dependencias que ocupaba el antiguo subsecretario. Las cuestiones de vecindad darán lugar a un forcejeo constante que pondrá a prueba la ductilidad del ministro como fiel escudero de Nadia Calviño, que, no en vano, es para lo que se le ha nombrado.

Más comprometida es la labor que recae en el gobernador del Banco de España, si bien es cierto que Hernández de Cos cuenta a su favor con el hecho de que no tiene que interpretar ningún papel impostado. Al gobernador le toca ser fiel a sí mismo y a esa función institucional histórica que le autoriza para analizar, procesar y difundir la realidad económica del país por mucho que les pese a las centrales sindicales en su empoderada agenda pública. Por eso mismo, y para que sirva de precedente, el servicio de estudios del viejo caserón de Cibeles no se ha cortado un pelo en sus últimos informes públicos y ha puesto a caer de un burro de manera sistemática las principales medidas sociales que configuran las cartas credenciales del nuevo Gobierno dual.

El renacimiento de los viejos sindicatos de clase

La contrarreforma laboral, lo que funciona no se toca, y el nuevo SMI, con sus contraindicaciones flagrantes para algunos de los principales sectores productivos, han exacerbado el espíritu más crítico del Banco de España en un desafío contra el ideario políticamente correcto que mandan los cánones. Hernández de Cos ha tocado a base de bien la moral de UGT y CC.OO., que no están dispuestas a admitir ni media fisura que ponga en tela de juicio su redivivo liderazgo dentro del futuro marco de relaciones laborales en España. Los dos grandes sindicatos de clase han recuperado su ascendente político en una alianza sanguínea con la ministra de Trabajo y el Banco de España les ha golpeado donde más les duele, justo ahora que se las prometían tan felices.

La reacción intempestiva no se ha hecho esperar y el dúo dinámico que encarnan Pepe Álvarez y Unai Sordo ha salido en tromba con toda una sarta de improperios en contra de Hernández de Cos, a quien han llegado incluso a solicitar su dimisión inmediata. Los dos secretarios generales se han venido arriba impulsados por el cohete populista que trata de identificar al Banco de España como la trinchera ideológica de un rancio y denostado capitalismo en nuestro país. Los líderes sindicales han resurgido desde lo más profundo de la cueva en la que han permanecido refugiados durante los peores años de la gran recesión para reclamar ahora un lugar privilegiado en el escalafón de adláteres y corifeos que tratan de sumarse a esa coalición de intereses formada por el PSOE y sus socios de Podemos.

Ni UGT ni  CC.OO. se han visto en otra. El Ministerio de Trabajo se ha reconvertido en lo más parecido a una sucursal sindicalista donde los presuntos oprimidos se agrupan en una lucha final contra cualquier atisbo de liberalización económica. Nadia Calviño y José Luis Escrivá están más solos que la una y además han demostrado ser muy buenos mandados, por lo que más allá de presentar rigurosos ‘power points’ en Bruselas, su capacidad de decisión doméstica va a estar sometida a la virulencia de unos sindicatos renacidos como correa de transmisión de los distinguidos parias de la tierra que se han encaramado a la mesa del Consejo de Ministros. Por eso es tan importante para la vicepresidenta contar con un Banco de España que, esta vez sí, además de ser independiente está dispuesto a parecerlo.

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