Capital sin Reservas

La kryptonita digital y el 'superman' que va a defender al cliente financiero

Los recientes escándalos de las criptomonedas dan carta de naturaleza al nuevo defensor del cliente financiero, una autoridad reguladora que nace a costa de rebajar las atribuciones del Banco de España y de la CNMV.

Nadia Calviño va a reducir las funciones supervisoras del Banco de España y de la CNMV. En la imagen con Pablo Hernández de Cos y Rodrigo Buenaventura
Nadia Calviño va a reducir las funciones supervisoras del Banco de España y de la CNMV. En la imagen con Pablo Hernández de Cos y Rodrigo Buenaventura
EFE

El uno por el otro y la casa sin barrer. El viejo aforismo resume lo acontecido hace más de quince años cuando el Banco de España y la CNMV se llamaron a andanas con el célebre escándalo de Forum y Afinsa. Un caso que viene al pelo como referencia válida para prevenir que la historia se repita como farsa y tragedia en el sofisticado y misterioso negocio de las criptomonedas. Resulta sorprendente que un Gobierno tan pagado de sí mismo cada vez que surge la oportunidad de intervenir en la actividad económica y social del país se haya puesto de perfil ante la gran controversia que ronda a los nuevos activos digitales. El inmenso panal de miel surgido a partir del dinero virtual ha adoptado los rasgos característicos que definen a esas estafas de libro en las que la falsa garantía de enriquecimiento súbito es la tentación a la que sucumben los que siempre desprecian el riesgo de empobrecimiento máximo.

El fraude de los sellos dejó medio millón de afectados repartidos por toda España, algunos de los cuales perdieron hasta la camisa mientras que otros siguen luchando a día de hoy por recuperar sus dineros, o lo que pueda quedar de ellos. Al margen de las consideraciones políticas que propiciaron la quiebra de las dos empresas filatélicas tras la irrupción policial solicitada por la Fiscalía Anticorrupción, el episodio puso al descubierto una extraordinaria negligencia regulatoria acerca de una actividad de captación de ahorro sobre la que estaban encendidas las alarmas años atrás, pero que nadie se había encargado de vigilar a corta distancia. La eclosión de las criptodivisas está empezando ahora a despertar viejos fantasmas y pende como una espada de Damocles sobre la dúctil responsabilidad supervisora de las instituciones que tienen la sagrada misión de velar por el correcto funcionamiento del mercado financiero en nuestro país.

No se entiende ni bien ni mal que el Banco de España haya consentido el registro como plataforma autorizada de criptomonedas a una entidad que la Comisión de Valores tiene catalogada como chiringuito financiero sin permiso, por lo tanto, para operar en nuestro país. La marca en cuestión responde bajo la denominación de JBH Financial Group y está domiciliada en la localidad gerundense de Blanes desde donde ofrece ‘una alta experiencia de gestión’ y atención individual tanto online como presencial. La advertencia informativa que subrayaba el impedimento de la susodicha sociedad limitada para prestar servicios de inversión tuvo lugar a finales de abril y su entrada en el listado del Banco de España data de septiembre, lo que induce a pensar en una falta grave de entendimiento que es tanto más censurable si se tiene en cuenta que ambos organismos disponen de participaciones cruzadas en sus respectivos órganos de gobierno o consejos de administración.

El Banco de España registró en septiembre en su listado de criptomonedas a una entidad que la CNMV tiene catalogada desde abril como chiringuito financiero

Si la fiebre de la insondable ‘kryptonita’ no termina por nublar la visión de los 'supermanes' encargados de la supervisión financiera es de prever que más pronto que tarde el lapsus será subsanado. Rectificar es de sabios, sobre todo por la cuenta que les trae al Banco de España y a la CNMV tras la fulminante quiebra de la plataforma FTX. La cuestión ahora consiste en discernir quien o quienes se ponen la cara colorada para revocar una acreditación que la empresa beneficiaria enarbola desde hace meses en su propaganda oficial como una garantía de actuación en sus relaciones comerciales. La papeleta sería más sencilla de resolver si España dispusiera en su ordenamiento de una normativa estricta en la materia, pero el Gobierno está a la espera de que la Comisión Europea mueva ficha y saque adelante de una vez por todas el llamado reglamento MiCa (Markets in Cripto-Assets) que, como es norma de la casa en Bruselas, se viene cocinando a fuego demasiado lento.

El tiempo se les ha echado encima a los legisladores y en el ínterin las criptomonedas han promovido una actividad difícilmente comprensible para el ahorrador común y profano, convertido ahora en víctima potencial y propiciatoria de estafas organizadas a través de páginas webs localizadas en lugares remotos y vinculadas preferentemente con paraísos fiscales. Ante esta indefensión manifiesta, el Banco de España y la CNMV, junto con la Dirección General de Seguros, se han curado en salud mediante un aviso a navegantes en el que se hacen eco de las advertencias lanzadas desde las autoridades europeas de supervisión para que los consumidores minoristas sepan de primera mano que los criptoactivos “no son adecuados como inversión ni como medio de pago”. Todo ello muy protocolizado, pero escasamente efectivo si nos atenemos a las denuncias de fraude acumuladas en los juzgados españoles y que han empezado a generar escabrosos sucesos más propios del hampa que de un negocio parafinanciero.

Las criptomonedas viven en un limbo normativo a la espera de que la Unión Europea culmine de una vez por todas el denominado reglamento Markets in Cripto-Assets (MiCA) 

La institución que dirige Pablo Hernández de Cos carece realmente de competencias para erradicar las monedas digitales y ha tenido que echar mano de la normativa sobre prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo para poner en marcha un registro de autorizaciones que acote el avance desaforado de este tipo de empresas. El organismo que preside Rodrigo Buenaventura ha concentrado a su vez todo el celo supervisor en el control de la publicidad al por mayor que puedan realizar los proveedores de dichos servicios de inversión, lo que no impide que cada cual campe luego por internet difundiendo sus mejores artes y reclamos. A partir de estos escasos filtros corresponde ahora al Ministerio de Economía tentarse la ropa ejerciendo su mayor responsabilidad reguladora para sacar a las criptomonedas de su limbo normativo, lo más parecido a un río revuelto que favorece a los pescadores furtivos y más desaprensivos.

Nadia Calviño ha introducido a última hora la gestión de las monedas digitales entre las atribuciones del futuro defensor del cliente financiero, una autoridad de nuevo cuño que viene a competir en su condición supervisora con los históricos organismos reguladores de los mercados de capitales. La fulgurante acometida de los criptoactivos va a propiciar un serio movimiento de tierras en las estructuras operativas del Banco de España y de la CNMV, obligados a integrar por la vía rápida buena parte de sus efectivos, especialmente todos aquellos vinculados con sus respectivos departamentos de reclamaciones. Una tarea de largo y complejo recorrido que puede causar más estragos de los que pretende resolver porque las criptomonedas, como la primavera, han venido y nadie sabe cómo ha sido. A ver si a partir de ahora alguien se entera y nos explica de qué va esta fiesta.

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