OPINION

La CNMV al rescate de Dia, una buena solución pero un mal precedente

Imagen de Sebastián Albella, presidente de la CNMV
Imagen de Sebastián Albella, presidente de la CNMV

La querella presentada por la Plataforma de Afectados de Dia contra los antiguos administradores de la empresa ha permitido que la CNMV deje para mejor ocasión el expediente sancionador que en buena lógica debería haber incoado también el organismo encargado de velar por el correcto funcionamiento del mercado bursátil. El proceso penal paraliza el procedimiento administrativo y la entidad que preside Sebastián Albella ha encontrado una coartada perfecta para justificar la alfombra roja tendida en España al magnate ruso Mijaíl Fridman. La Comisión de Valores ha sido determinante para evitar un descalabro que hubiera socavado la credibilidad económica de todo el país, dado el carácter sistémico de una compañía amparada por el reconocimiento social que adorna a los grandes grupos de distribución y de la que dependen 40.000 puestos de trabajo.

La crisis de Dia ha coincidido además con un momento especialmente decisivo, cuando se estaba ventilando el nuevo mapa político derivado del más intensivo ciclo electoral que se recuerda en España. Quizá eso ha influido también en la CNMV que, pese a su doctrinal independencia, no deja de ser una institución sometida al control político, como se demostró con el nombramiento de su actual presidente gracias a la entente cordiale del PP con Ciudadanos durante la anterior legislatura. Albella ha hecho honor a su condición de hombre de consenso y de paso ha comenzado su concurso de méritos con el nuevo Gobierno socialista, al que le habría llovido del cielo un problema de amplia magnitud y repercusión pública si Dia hubiera entrado en concurso de acreedores a mitad de camino entre las dos citas electorales de abril y mayo pasados.

Tras varios meses de toma y daca, con constantes y complejas reuniones en el Edificio Edison, a la Comisión de Valores se le encendieron finalmente las luces para buscar un acomodo legal que permitiera hacer efectiva la OPA a derribo de LetterOne. Albella estrujó las meninges de sus principales colaboradores hasta conseguir el encaje de bolillos necesario para certificar primero el carácter voluntario de la oferta y permitir después el precio de 0,67 euros que Fridman había determinado como una línea roja innegociable. Es verdad que con todo y con eso, OPA incluida, el nuevo dueño de Dia se ha dejado cerca de 1.400 millones de euros en sus sucesivos envites, pero no es menos cierto que el órdago le ha salido rentable porque cuando empezó su incursión en la empresa hace dos años los supermercados valían más de 3.500 millones.

Imagen de Sebastián Albella, presidente de la CNMV
 La CNMV de Albella desplegó un alfombra roja para que Fridman se quedase con Dia

Con la normativa de OPAs en la mano LetterOne tendría que haber pagado a los minoritarios un precio equivalente al que hicieron efectivo en las compras previas realizadas en el último año y que permitieron a Fridman sentar sus reales en la compañía con una participación acumulada del 29% del capital. A tenor de estas operaciones, el nivel de la oferta pública debería haberse situado en torno a los 3,5 euros por título, una cifra casi nueve veces superior a la cotización de Dia cuando se anunció la OPA a principios de febrero y que el inversor ruso no estaba dispuesto a pagar ni por asomo. De ahí que la operación final de desembarco se enfocase desde un primer momento con el objetivo de persuadir a la CNMV antes incluso de convencer también a los bancos acreedores para llegar a un acuerdo de refinanciación.

La primera tarea del actual presidente de Dia, Stephan Ducharme, en su calidad de alto comisionado de Fridman, consistía en evitar a toda costa la exigencia de una OPA obligatoria por parte de la CNMV. LetterOne necesitaba que la oferta tuviera carácter voluntario por cuanto que, de esta forma, los promotores podían determinar un precio discrecional teniendo en cuenta sus propias valoraciones. Sin embargo, y después de que el antiguo consejo de administración de Dia aflorase unas pérdidas de 150 millones en el primer trimestre, LetterOne propuso a la CNMV una modificación de las condiciones para reducir los umbrales de aceptación de la OPA al mínimo indispensable para conseguir el control del 50% más una acción del capital. En buena lógica, esta revisión del proyecto complicaba la situación ya que entonces la oferta debería ser considerada obligatoria, lo que exigía un precio equitativo fijado por el regulador.

Viraje en el artículo 8 de la ley de OPAS

Albella y su equipo han tenido que hilar muy fino para ajustar su decisión a los límites legales establecidos en el artículo 8 de la actual normativa de OPAS, en los que se determinan aquellos casos excluidos de oferta obligatoria cuando se alcanza el control de una empresa. Entre dichas particularidades se incluye a las sociedades “cuya viabilidad financiera esté en peligro grave e inminente, aunque no esté en concurso, siempre que se trate de operaciones concebidas para garantizar la recuperación a largo plazo de la sociedad”. Hasta ahí todo correcto. Pero el problema reside en que este supuesto contenido en la letra D del citado artículo 8 se refiere a adquisiciones u otras operaciones procedentes de la conversión o capitalización de créditos en acciones, algo que nada tiene que ver con el proceso que permitió a Fridman ir acumulando su participación en Dia.

La CNMV ha tirado por el camino de en medio y se ha acogido a la letra F del mismo artículo en el que se exime de la OPA obligatoria cuando el control se haya alcanzado tras una OPA voluntaria por la totalidad de los valores y que haya sido formulada a un precio equitativo. Este enunciado explica que Fridman decidiera a última hora eliminar todas las restricciones con las que pensaba limitar el umbral de aceptación de la oferta pública y sirve de pretexto para que la CNMV haya admitido como precio equitativo los 0,67 euros por acción ofrecidos por el magnate ruso. El ‘cambio de cromos’ despejaba cualquier incertidumbre a LetterOne, que finalmente se ha hecho con casi un 70% de Dia, pero que además ha conseguido que el mismo precio pagado ahora sirva también a la hora de sacar a Dia de bolsa con una eventual OPA de exclusión.

El organismo regulador puede sentirse satisfecho de haber impedido un quebranto empresarial de los que hacen época, forzando incluso al Banco Santander para que bajase la cerviz ante las exigencias de refinanciación de los nuevos propietarios de Dia. Eso sí, a partir de ahora el juego estricto de ofertas públicas de adquisición en bolsa estará condicionado a la capacidad de presión que ejerza el comprador como salvador de empresas en crisis. Probablemente si ese mismo criterio se hubiese impuesto en otros casos flagrantes de insolvencia o iliquidez otro gallo cantaría para muchos de los inversores que han perdido hasta la camisa en algunos recientes terremotos bursátiles. Albella ha utilizado esta vez una vara de medir extraordinariamente laxa, una medicina pura y emoliente que se ha saldado en una buena solución para Día y para Fridman. Eso sí, a costa de sentar un mal precedente.

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