Capital sin Reservas

El lobo de ‘Súper Mario’ que ronda con piel de cordero a las puertas de Naturgy

Italia ha aprovechado el conflicto de España con Argelia y Draghi trata ahora de hacerse valer como mediador para impulsar una entente cordial a tres bandas que pasaría por introducir a ENI en el capital de Naturgy.

Draghi ha aprovechado la excepción ibérica para hacer valer el papel de Italia en medio de la crisis energética en Europa. En la imagen con Pedro Sánchez y el primer ministro portugués Antonio Costa
Draghi ha cuestionado la 'excepción ibérica' haciendo valer el peso de Italia sobre España en el mercado energético europeo. En la imagen con Sánchez y el portugués Antonio Costa
EFE

Distinguido con el mejor pedigrí que se le puede atribuir en la actualidad a cualquier líder político, reconocido como uno de los interlocutores preferentes de Joe Biden a este lado del Atlántico y experto artificiero en la desactivación de las grandes crisis financieras, el primer ministro italiano, Mario Draghi, se ha convertido en el peor y más enconado rival que tiene en estos momentos España para convalidar su ventaja geoestratégica como máxima alternativa de futuro energético en Europa. El hombre bueno que salvó a nuestro país de la quema del euro con su intervención como gobernador del Banco Central Europeo (BCE) representa en su actual condición de jefe del Gobierno transalpino una trinchera infranqueable en la batalla de influencias que mantiene Pedro Sánchez en Bruselas con su controvertida ‘excepción ibérica’.

Draghi ha sido uno de los dirigentes comunitarios que ha torpedeado con más insistencia la iniciativa de Teresa Ribera destinada a forzar una limitación del precio del gas como dique de contención del recibo de la luz. El proyecto fue enfilado desde un primer momento por Alemania, pero lo que nadie podía esperarse era la oposición a cara de perro del colega italiano, que ha resultado determinante a la hora de bajar los humos de las pretensiones que reclamaba Sánchez en su intento de compensar el aislamiento energético de España y Portugal frente al resto de Europa. El líder socialista ha pecado de ingenuo porque después de sus recientes acuerdos con Argelia el mandatario italiano no va a permitir ni media fisura en su propósito, mucho más ambicioso, de convertir a su país en la gran esperanza blanca del Viejo Continente para reducir la dependencia del gas de Rusia.

La ofensiva por tierra, mar y aire que Draghi ha desplegado con el fin de desplazar a España como puerta de entrada de los suministros energéticos procedentes del Magreb africano, podría dar lugar en los próximos meses a un nuevo programa de colonización de activos básicos de la producción eléctrica nacional a manos de alguna de las grandes multinacionales controladas por el Estado italiano. En Roma no necesitan cicerones para entrar hasta la cocina del mercado patrio porque el precedente de Enel y su jugada maestra en Endesa demuestran que todo el monte puede convertirse en orégano a poco que se sepan manejar con cierta finura los hilos ante las instituciones españolas. Sabido es que quien hace un cesto hace ciento o, por lo menos, esta es la credencial que moviliza ahora a los sabuesos italianos que otean de nuevo el horizonte del controvertido mercado ibérico de la electricidad.

Enel y Endesa se han convertido en el paño de lágrimas de Teresa Ribera, lo que puede ser de gran ayuda para que los intereses italianos pongan un pie en el mercado gasista español

El enfrentamiento público, notorio y recurrente, que Ignacio Galán mantiene desde Iberdrola con el Ministerio de Transición Ecológica ha catapultado a Endesa como primera empresa colaboradora del Gobierno en el desarrollo de las últimas reglamentaciones que se están adoptando en el turbulento mundo del kilovatio y sus aledaños. José Bogas, como hombre fuerte de Enel en España, se ha erigido con su natural empatía en el paño de lágrimas que emplea la vicepresidenta Ribera cada vez que tiene que salir a pedir árnica a los diferentes y no bien avenidos interlocutores del sector. La camaradería con la responsable de la política energética es un valor muy cotizado en estos momentos de alta tensión y puede ser de gran ayuda para que la petrolera italiana ENI presente sus cartas credenciales en nuestro país siguiendo, hasta donde le permitan, los pasos de su homóloga Enel.

La alta dirección de ENI no ha perdido el tiempo y, aprovechando la desafección en las relaciones de España con Argelia, su consejero delegado, Claudio Descalzi, acaba de suscribir con su homólogo de Sonatrach, Toufik Hakkar, un protocolo de acuerdo para acelerar la explotación de yacimientos de gas en el país africano. El memorándum de entendimiento (MOU) constituye un serio aviso para Naturgy, que en las últimas semanas se está enfrentando a enormes e imprevistas dificultades para encontrar un nivel adecuado de interlocución con los que todavía son sus socios argelinos. No se olvide que Sonatrach cuenta con una participación del 4% en la compañía dirigida por La Caixa, pero ni con esas ha conseguido Francisco Reynés un hilo caliente telefónico que permita renegociar sus contratos de suministro sin que le crujan con una subida de precios que puede marcar época en las relaciones institucionales, comerciales y societarias entre ambas empresas.

Pero además de la advertencia argelina lo que verdaderamente preocupa ahora es la amenaza que la petrolera italiana supone también para el inestable equilibrio de Naturgy con los grandes fondos de inversión partícipes en su accionariado. ENI ha entablado una grata amistad en el país magrebí y no hace falta recordar que para un árabe existe una devoción moral que ensalza la lealtad de sus aliados a categoría de hermandad. En sentido contrario y por la misma razón cualquier fraude de confianza es percibido como una traición que puede ser muy difícil de restituir, más si cabe cuando el vecino ha empezado a ocupar con veneración el lugar que uno ocupaba antes. En otras palabras, la multinacional controlada por el Gobierno de Draghi se ha venido arriba y está tanteando las opciones reales de colocar una cuña en el mercado energético español a través de Naturgy.

El retraso del proyecto Geminis de Naturgy facilita las opciones de ENI para tantear la compra de alguna de las participaciones que controlan los fondos GIP y CVC

ENI dispone de inmejorables predicamentos para actuar como mediador encargado de tender puentes en toda la zona de influencia del Mediterráneo, facilitando una entente cordial de la que también podrá beneficiarse España a cambio de la sumisión de Naturgy. Un lobo con piel de cordero que permitiría a Pedro Sánchez salvar la cara tras su desaire con el Gobierno de Argel por el módico precio de una participación de referencia en el capital de la empresa española. Las complicaciones del proyecto Géminis dificultan ahora las expectativas de los socios financieros para poner en valor sus multimillonarias inversiones en el inversor gasista y eso impulsa también el ánimo de ENI para adquirir una posición de referencia en Naturgy a poco que GIP o CVC decidan poner pies en polvorosa ante la atonía que la guerra en Ucrania está generando en los mercados internacionales.

Los dos fondos mantienen en cartera sendas participaciones del 20% en su punto álgido de maduración y el spin-off de Naturgy separando los activos regulados de las operaciones en el mercado libre allanaba el camino para buscar nuevos postores sin pretensiones industriales en cualquiera de ambos negocios. La fórmula diseñada por Reynés ha quedado ahora en  barbecho y se antoja más larga de fiar, lo que abre una ventana de oportunidad a ENI. En el caso de CVC, aunque entró en la gasista dos años después de GIP, la situación parece incluso más urgente dado el espaldarazo que un buen ‘deal’ puede deparar para el salto a la fama de su gerente en España, Javier de Jaime, como hombre fuerte del private equity a nivel mundial. Un detalle que puede resultar decisivo a la hora de aunar los intereses políticos y económicos en favor de la petrolera italiana. Más complicado lo tenía Enel en Endesa hace quince años y entonces no estaba Draghi para ejercer de ‘Súper Mario’.

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