Capital sin Reservas

Luz de gas para blanquear a Sánchez

Teresa Ribera tendrá que alumbrar con datos mentirosos la fanfarronada de Sánchez cuando aseguró que los españoles no pagarían este año la electricidad más cara que en 2018.

La vicepresidenta Teresa Ribera va a tener que buscar muchos argumentos para hacer creer que el recibo de la luz no ha sido más caro que en 2018
Teresa Ribera va a tener que buscar muchos argumentos para hacer creer que el recibo de la luz no ha sido más caro este año que en 2018
EFE

Los ejercicios de funambulismo regulatorio llevados a cabo en los últimos meses no han servido para sofocar la escalada meteórica de los precios de la energía, pero han supuesto un ‘training’ acelerado para que Teresa Ribera no se pierda en su transición ecológica con el maldito recibo eléctrico al término de este año. La ministra tiene ahora la misión de demostrar que los españoles no han pagado más luz en 2021 que en 2018 porque, de lo contrario, dejará en mal lugar a su presidente cuando éste se tiró a la piscina allá por el mes de septiembre con una promesa que, de no cumplirse, podría dejar acalambrado para los restos a Pedro Sánchez. La vicepresidenta del ramo es consciente del desafío que supone confundir la gimnasia con la magnesia, pero en el actual Gobierno eso no deja de ser un gaje más del oficio y en materia de energía, todo hay que decirlo, cosas bastante peores se están viendo.

La bakalá que ahora se está cocinando para justificar lo injustificable consiste en sumar churras con merinas, metiendo en el mismo saco a los 11 millones de consumidores regulados del célebre PVPC, que son los que están sufriendo las enormes inclemencias del mercado mayorista, con los otros 16 millones de clientes del mercado libre que no están sometidos para nada al perverso mecanismo general de fijación de precios. El sortilegio causará efecto sacando de la chistera la referencia media estadística y sin tener en cuenta la inflación. Lo que no se va en lágrimas se irá luego en suspiros cuando la CNMC lleve a cabo las liquidaciones del sistema eléctrico que, con tanto ajuste improvisado, perderá parte de sus ingresos volviendo a las andadas de un déficit de tarifa que no se veía por estos lares desde hace ocho años.

Teresa Ribera se ha comprometido con Sánchez a tener las fiestas en paz y está diseñando al mismo tiempo un enésimo marco regulatorio que tranquilice a la masa anónima de sufridos consumidores de cara a la que se avecina para 2022. En medio de la está cayendo los colegas de Hacienda no han puesto el más mínimo reparo a prorrogar las rebajas fiscales del IVA y demás impuestos específicos que gravan históricamente el recibo de la luz. Pero el verdadero desafío consiste en no castigar en exceso la estabilidad financiera del mercado, lo que obliga a recuperar los 2.600 millones de euros en cargos fijos del sistema que fueron eliminados de la tarifa este pasado otoño y que la responsable de la política energética, ingenua ella, pretendía endilgar 'by the face' a las grandes eléctricas, Iberdrola principalmente y, en menor medida Endesa.

Teresa Ribera quiere recuperar buena parte de los cargos fijos del sistema, lo que va a generar nuevas subidas del recibo de la luz a partir de enero

Una vez más, la Comisión Europea ha dejado tirada a la ministra negándose a modificar el funcionamiento del mercado mayorista como pedía insistentemente España, aunque eso no ha supuesto tampoco el más mínimo replanteamiento contra el dogma renovable que debe prevalecer en nuestro país cueste lo que cueste. Todo sea para que Sánchez puede presumir de ser el máximo ecolegeta y salvador del mundo mundial. Se supone que Greta Thumberg debe estar temblando en su apostolado planetario, si bien mucho peor lo tienen los encargados de soplar y sorber un día sí y otro también con la redacción de disposiciones normativas orientadas exclusivamente a salvar la cara del jefe del Ejecutivo. Y es que la factura energética toca muy directamente al bolsillo de los ciudadanos y puede hacer un roto descomunal en el capital político del líder socialista.

El ejercicio entrante se presenta de armas tomar porque la curva de precios a futuro no hace más que subir. El gas natural para entregas a un año ronda los 130 euros por megavatio y el CO2 se ha situado en casi 100 euros por tonelada. Estas cifras permiten calcular fácilmente el coste de la luz teniendo en cuenta que la generación de un megavatio de electricidad requiere dos de gas y produce 0,40 toneladas de emisiones contaminantes. Al cambio, estamos hablando en números redondos de esos 300 euros que ya han sido superados con creces en el mercado diario esta misma semana. La tarifa eléctrica se ha convertido en un suplicio similar a lo que fue la prima de riesgo en la pasada década, con el agravante de que ahora no existe un equivalente a Mario Draghi dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para evitar el desastre.

La única solución efectiva para mitigar el crudo invierno pasa por reducir a su mínima expresión el IVA, tanto en la factura de la luz como en la del gas

El añorado expresidente del Banco Central Europeo (BCE) desempeña sus mejores servicios desde el mes de febrero en labores domésticas como primer ministro de Italia, donde está llevando a cabo una operación de socorro y salvamento en el sector energético que para sí quisiéramos los consumidores españoles; los del promedio que utiliza Ribera para blanquear la apuesta de Sánchez y todos los demás. El Gobierno transalpino ha dotado una asignación presupuestaria de hasta 3.000 millones de euros destinados, entre otros menesteres, a congelar durante el primer trimestre de 2022 los cargos fijos del sistema, los mismos que aquí serán repercutidos de nuevo a la tarifa final a partir de enero. Italia incluye también en sus cuentas públicas ayudas adicionales a los hogares más vulnerables y ha bajado el IVA del gas al 5% mientras en España es todavía del 21%.

Draghi trata de abrigarse ante la crisis mientras Sánchez busca alguna percha en la que colgar la falta de pragmatismo ante una situación que supera con creces su limitada capacidad de actuación. Los dirigentes españoles no tienen influencia en Bruselas y tampoco se puede esperar que las tensiones geopolíticas con Rusia vayan a reconducir el mercado gasista en Europa de la noche a la mañana. La única alternativa pasa por reducir todo los impuestos a la mínima expresión con el fin de amortiguar en lo posible la factura energética de los consumidores ante el peor de los escenarios que está por venir en el crudo invierno. Probablemente los expertos en marketing político consigan que a Teresa Ribera se la encienda la bombilla para alumbrar con datos mentirosos las fanfarronadas del jefe. Pero la luz de gas se apagará en cuanto lleguen los primeros recibos del año y el Gobierno terminará quedándose a dos velas.

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