Capital sin Reservas

Las cuentas 'berlanguianas' del señor de los Anillos

Pedro Sánchez ha repartido los Presupuestos como un botín de cacería, mientras se reserva como un preciado tesoro los futuros fondos europeos para pagar otras servidumbres durante lo que resta de legislatura.

Pedro Sánchez ha aprovechado los Presupuestos para saludar a la afición de sus numerosos deudos y socios de investidura
Pedro Sánchez ha aprovechado los Presupuestos para saludar a la afición de sus numerosos deudos y socios interesados de legislatura.
EFE

El Gobierno ha concebido esta semana, Bildu y ERC mediante, los nuevos Presupuestos Generales del Estado. Pedro Sánchez se ha salido con la suya tras repartir los trofeos de la cacería entre sus socios parlamentarios con una pantomima de corte ‘berlanguiano’ en la que buena parte de sus señorías han emitido su voto por conducto telemático sin saber realmente, en muchos casos, ni qué votaban. En la permanente erosión de las instituciones que, por acción y omisión, viene siendo perpetrada en España, la ley más importante del año no podía ser una excepción. Las cuentas públicas se han pervertido como instrumento político para legitimar el acercamiento al País Vasco de los presos etarras, poner en entredicho la autonomía tributaria de la Comunidad de Madrid y, entre otras lindezas, adorar a la deidad feminista que ilumina a la Hacienda Pública como un elemento esencial de toda la política fiscal que debe ser practicada en España.

El jefe del Ejecutivo ha espantado a golpe de talonario los espíritus de Cristóbal Montoro que acechaban a los Presupuestos de estos últimos años y dispone por fin de un certificado de garantía para exprimir a su antojo lo que resta de legislatura. A partir de este blindaje todos los esfuerzos económicos se van a concentrar en la gestión de ese tesoro comunitario que el líder socialista se reserva con tanto celo o más que Gollum en el Señor de los Anillos. Los celebrados fondos europeos llegarán a España el próximo año y aunque aún no están bendecidos por ninguna de las religiones seculares oficiadas en nuestro país, cualquiera que trate de acceder al gran banquete celestial caído de Bruselas tendrá que despojarse de todo negacionismo medioambiental o proselitismo analógico. Los encargados de repartir el maná no van a consentir ninguna apostasía que impida al reinado sanchista monopolizar bajo su pleno control la futura revolución ecológica y digital.

Las dotaciones contabilizadas en los Presupuestos con cargo al alabado Plan Merkel ascienden a 27.000 millones de euros, pero realmente, y dado el sistema de prefinanciación establecido al efecto, el dinero contante y sonante que va a recibir España en 2021 se limita a 6.000 millones del ala. Un buen pellizco para abrir boca, pero no para tirar cohetes como los que se vienen disparando desde Moncloa cada vez que el inquilino de palacio se da un garbeo por Europa. La vicepresidenta Nadia Calviño no tendrá mayores problemas en adelantar con nuevas colocaciones del Tesoro los 21.000 millones que faltan, pero mejor será no confundir el pescado con la pesca porque mientras que el primero ya está en la cesta el segundo está en la mar y hay que salir a pescarlo.

La propaganda oficialista considera que  Sánchez será capaz de convertir los fondos europeos en algo así como el milagro de los panes y los peces

El Gobierno tiene aún mucho trabajo antes de recoger las redes con las capturas de unos recursos claramente sobreestimados por la propaganda oficialista. Pedro Sánchez ha hecho creer a sus fieles que el denominado Programa Next Generation puede representar para España algo así como el milagro de los panes y los peces. El optimismo antropológico que caracteriza al líder socialista recuerda al que profesaba de manera insolente su antecesor Zapatero cuando tachaba de antipatriotas a todos los que osaban hablar de la crisis. La diferencia reside en que ahora no se niega la recesión palmaria que cada dos por tres nos recuerda la OCDE, sino que se ensalza la inmediata recuperación bajo la garantía de una estabilidad política adquirida al peso mediante el botín presupuestario y con la confianza de que, en el peor de los casos, todo se cura con el tiempo.

Las alucinaciones con que han sido elaboradas las nuevas cuentas públicas permiten al jefe del Ejecutivo mirarse al ombligo mientras frota la bola de cristal de una economía en modo tente mientras cobro. Sánchez no escatima esfuerzos para demostrar que es el más guapo del Reino y comoquiera que el espejito mágico de la Airef insiste en romper el sortilegio se ha propuesto meter en vereda a este organismo regulador cuya misión principal consiste precisamente en supervisar la gestión del erario público. La entidad que preside Cristina Herrero, y por cuya independencia se jugó la cara en su día el propio ministro José Luis Escrivá, tendrá ahora que pasar por la horca caudina del Gobierno y pedir autorización a Hacienda para poder utilizar los créditos habilitados de cara a la elaboración de sus estudios e informes sobre la evolución fiscal y presupuestaria del país.

Parafraseando al Ricardo III de Shakespeare se podría decir que el presidente no quiere nadie a su lado que se conduzca de manera circunspecta o le mire con una consideración que él mismo no ha reclamado. En otras palabras, Sánchez se sobra y se basta con atender las reclamaciones del comandante Iglesias mientras se refugia en los cantos de sirena de esos excelsos pretendientes del Ibex con los que siempre terminan encamados, políticamente hablando, los dirigentes del PSOE cuando llegan al poder. En el caso que nos ocupa, y con los fondos comunitarios en juego, el discurso de las grandes empresas eléctricas y de telecomunicaciones ha calado hasta el tuétano a un Gobierno necesitado de encontrar aliados ocasionales y poderosos que convaliden un programa económico supeditado a objetivos partidistas de carácter identitario y excluyente.

La Revolución Industrial, verde y digital, sólo tendrá éxito si en ella participan los 'sans-culottes' de la crisis que son las Pymes y los autónomos

El pacto presupuestario con el bloque de investidura ha satisfecho la estabilidad de la legislatura, pero a cambio ha levantado una línea divisoria, un muro lamentable y que se antoja irreversible dentro del actual arco parlamentario. La mácula de esa alianza con fuerzas políticas revisionistas y escasamente dudosas en su empeño de destruir el Estado sólo puede limpiarse, si acaso, mediante la definición de un relato constructivo en materia económica. Un alegato positivo, alejado de cualquier advertencia de la Airef o equivalente, que sirva para alimentar con una migaja de ilusión a una sociedad desengañada de tantas y tantas promesas incumplidas. Sánchez trata de recomponer con las ayudas de Europa el trazo de esa futura Arcadia feliz e indolora capaz de seducir con nuevos encantamientos a la España incrédula de las grandes crisis habidas y por haber.

La transformación tecnológica y medioambiental se ha trasladado de los encuadernados 'power point' de las compañías punteras del país al bloc de notas del batallón pretoriano de asesores encargados de elaborar los mensajes del presidente. El vertiginoso desarrollo de la fibra óptica con que Telefónica encara la adaptación del futuro 5G, unido al descomunal y no menos oneroso gasto de subvenciones en energías renovables, permite ahora a Sánchez una baza diferencial para que España pueda liderar la supuesta resiliencia, impulsada de manera unánime en toda Europa. El Gobierno tiene muy clara la primera tecla que debe tocar para acreditar los fondos comunitarios ante la burocracia de Bruselas, pero ello no garantiza una partitura definida para que los multimillonarios recursos sean luego canalizados aguas abajo, en beneficio de toda la industria auxiliar compuesta históricamente por pequeñas y medianas empresas.

La perfecta simbiosis entre el tacticismo cortoplacista de los políticos y las planificadas estrategias de los empresarios de postín constituye un riesgo inherente a la hora de permeabilizar las ayudas hasta lo más recóndito de nuestro tejido productivo. Las renombradas y aristocráticas marcas del Ibex se han colocado en tribuna preferente para recibir la gran tajada europea y a más de una ya se le hace la boca agua. De ellas dependerá el éxito de esta nueva Revolución Industrial, que sólo prosperará con mayúsculas si en la misma participan los multitudinarios ‘sans-culottes’; pymes, autónomos y demás sufridores en primera persona de la pandemia. Habrá que ver si el espíritu de la Ilustración verde y digital ilumina a los actuales imperios corporativos que heredaron los viejos oligopolios de servicio público. Lo contrario sería un Plan E al estilo Zapatero, que ya se vio para lo que sirvió.

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