OPINION

Viaje al centro: de la geometría variable a la gramática parda

Pedro Sánchez sonríe a su salida de la ejecutiva del PSOE el lunes.
Pedro Sánchez sonríe a su salida de la ejecutiva del PSOE el lunes.
Zipi / Efe

Será verdad, como dicen en el business catalán, que al lado de Alberto Núñez Feijóo está esperando pacientemente Soraya Sáenz de Santamaría? La flamante socia del despacho Cuatrecasas respira todavía por la herida de su derrota en las primarias del Partido Popular y al decir de los que ahora trabajan más cerca de ella no ha perdido la esperanza en integrar una candidatura de renovación al grito de “aquí cabemos todos” esbozado por el propio presidente de la Xunta de Galicia. En juego está el futuro de la derecha en nuestro país, algo que el empresariado español considera tan necesario para el equilibrio parlamentario como fue la recuperación del PSOE tras la estrafalaria gestión y el no menos depresivo legado que dejó Zapatero.

Dice el pensador estadounidense Robert Kaplan que la democracia está diseñada para funcionar desde el centro y esa ha sido, sin duda, la más importante lección que han deparado las últimas elecciones legislativas en España. Pero aparte de la acepción estricta e interesadamente política, la magnitud espacial que identifica una correcta equidistancia es interpretada por los hombres de negocios con una traducción mucho más amplia, entendiendo como centrismo un equivalente de moderación, serenidad, estabilidad y confrontación de ideas. Por eso no ha sentado nada bien la precipitada apuesta de Antonio Garamendi descubriendo las cartas en defensa de un Gobierno monocolor, por el que todos suspiran pero con el que nadie quiere todavía abrazarse.

Tras varios años de delirantes flirteos palaciegos, los empresarios que ahora se mueven de manera sigilosa entre las bambalinas del poder han entendido que su misión en estos momentos consiste en callar y esperar, reconociendo por lo bajinis que el león del 28 de abril no ha resultado tan fiero como al principio lo pintaban. Ni el independentismo desafiante ha ganado enteros para enturbiar la actuación del futuro Ejecutivo ni Vox ha cumplido con las crecientes expectativas y temores que se habían depositado a ambos lados del espectro político. Una vez más se ha demostrado que el miedo guarda la viña y que cuando verdaderamente pintan bastos el elector español tiende a guarecerse lo más lejos posible de cualquier extremo; es decir, en el centro.

A pesar de la tímida y secular queja gratuita de las llamadas empresas familiares y de algún que otro aviso a navegantes por las pretendidas subidas de impuestos, lo cierto es que la fuerza centrípeta del voto en las urnas está actuando a modo de remanso de paz en los sectores corporativo y financiero. Un ansiolítico que permite contemplar la economía como una botella medio llena que ha frenado incluso su tendencia a la desaceleración durante los primeros compases del año. Los burócratas de Bruselas por supuesto que siguen pidiendo árnica porque es lo que les toca, pero aquí y ahora lo verdaderamente importante en el mundo del dinero es que la prima de riesgo se mantenga estable sin dar los disgustos de hace años.

Mientras la pariente pobre de la economía española no vuelva a llamar a la puerta pidiendo qué hay de lo suyo no es necesario que nadie levante demasiado la voz ni se lance a la arena para desvelar un desenlace político que está claramente anunciado. Basta con esperar unas semanas y dejar que el futuro Gobierno socialista no caiga en perniciosas tentaciones podemitas, contemplando al mismo tiempo desde la más lejana atalaya empresarial ese combate previo por el título que van a dirimir el PP y Ciudadanos en los comicios locales y autonómicos del próximo 26 de mayo.

Todos para uno y nada de uno para todos

El bacalao como plato principal de la contienda electoral está del todo vendido y los primeros movimientos del presidente Sánchez están siendo acogidos también con exquisita naturalidad por los grandes poderes fácticos. Más allá de que el jefe del Ejecutivo en funciones se haya arrogado la prerrogativa de reunirse con sus rivales políticos antes incluso de que el Rey despache consultas como manda la Constitución, lo cierto es que el líder socialista ha utilizado esta semana su ronda de contactos para poner en marcha lo que algunos denominan la táctica mosquetera de 'todos para uno y nada de uno para todos'. Al cambio, una declaración de intenciones en toda regla para un próximo gobierno centrista que no quiere ni le conviene escorarse con ningún pacto de legislatura a derecha o izquierda del arco parlamentario.

Los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía y a estas horas nadie puede apostar ya por una alianza ente el PSOE y Ciudadanos. El líder de la formación naranja no va a sacrificar la gran oportunidad que se le presenta para colocarse al frente de la oposición, ocupando también ese centro derecha que la derrota del PP ha dejado aparentemente vacante. En la lucha por el segundo puesto parlamentario es donde se va a librar la gran batalla política porque los ratings que se manejan en los cenáculos financieros fijan la cotización de Rivera con una perspectiva bastante más estable que la de Casado, a quien muchos perciben como un nuevo fracaso de la factoría Aznar que ahora tiene que recogerse como el hijo pródigo en la casa del padre Rajoy

Los empresarios se han despojado de cualquier voluntarismo inútil y han definido sus apuestas a sabiendas de que Pedro Sánchez gobernará encumbrado con sus 123 diputados en el Congreso y una mayoría absoluta en el Senado. La aritmética parlamentaria que invocó Rajoy para resignarse ante el cambio de clico político en España se eleva ahora a su enésima potencia con ese eufemismo de la geometría variable que permite al presidente del Gobierno firmar un verdadero contrato de alquiler en La Moncloa para los próximos cuatro años. Si en el transcurso de los acontecimientos se demuestra que la vivienda de Palacio presenta vicios ocultos que complican la existencia, los grandes poderes económicos del país no tendrán más remedio que dejar a un lado sus fríos cálculos matemáticos para hincar los codos en gramática parda. Su materia preferida y la gran asignatura que conjuga las altas finanzas con la baja política.

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