Opinión

¿Cómo bajar el precio de la luz?

El debate para solucionar el problema a corto plazo ha derivado al populismo económico y es muy peligroso ya que se pueden tomar decisiones precipitadas que nos cuesten miles de millones en la próxima década.

Pedro Sánchez y Teresa Ribera
Pedro Sánchez y Teresa Ribera
Moncloa

El precio de la luz ha batido récords este mes de agosto y es el principal tema de preocupación en los medios de comunicación. La realidad es que tras la bajada del IVA el precio de la luz para los consumidores bajó en julio, según el IPC. Pero nadie se ha enterado ya que toda la atención se centra en el mercado mayorista. El Banco de España acaba de publicar un oportuno informe sobre la subida de los precios de la luz.

La principal causa de la subida del precio de la electricidad es el fuerte aumento del precio del gas en los mercados internacionales. Esto ha afectado por igual a todos los países europeos y eso explica que la subida de los precios de la luz sea un problema generalizado en todo Europa. La causa de la subida de los precios del gas hasta niveles de 2017 es una recuperación muy intensa de la economía china que ha afectado a la mayoría de materias primas. Desde mayo la economía china da señales de un crecimiento más normal y por lo tanto debería rebajar la presión sobre el precio de las primeras materias y también sobre el gas en los próximos meses.

La otra causa según el Banco de España es el fuerte aumento de los derechos de emisión de CO2. Europa necesita importar petróleo y gas para cubrir su consumo y, con buen criterio, ha decidido liderar la transición energética a energías renovables. Eso pasa por penalizar la producción de energías fósiles contaminantes. Las renovables producen electricidad a una tercera parte de las que lo hacen con combustibles fósiles. Por primera vez desde la revolución industrial en el siglo XVIII, España tiene una fuente primaria de energía abundante y más barata que nuestros socios europeos: el sol. Como diría Ortega y Gasset: “Europa no es el problema, es la solución”.

El problema es gestionar la transición. Los derechos de emisión son una cantidad fija y decreciente y la demanda es creciente por lo tanto era previsible que su precio aumentará. Eso ha atraído a inversiones financieros que acaparan los derechos y encarecen su compra a las empresas eléctricas y a empresas industriales que los necesitan para cumplir la ley. Esto ya sucedió antes de 2007 y fue una de las causas de la crisis financiera y de la Gran Recesión. Por lo tanto, urge que la Comisión Europea modifique la regulación para evitar tanta especulación en ese mercado que genera alarma social y puede acabar provocando rechazo a la transición energética y acabar provocando un grave perjuicio a largo plazo.

El debate para solucionar el problema a corto plazo ha derivado al populismo económico y es muy peligroso ya que se pueden tomar decisiones precipitadas que nos cuesten miles de millones de euros en la próxima década. El debate más absurdo es criticar que el mercado sea marginalista y el precio lo fije la última unidad producida. Alfred Marshall, maestro de John Keynes, lo explicó magistralmente en sus principios de economía en 1890. Esto es un concepto básico que aprenden nuestros alumnos de economía desde el primer día que llegan a la facultad. En 'El Capital' de Marx había oferta, había demanda y los precios eran marginalistas.

El mercado de la vivienda también es marginalista y el precio de referencia lo pone la última unida vendida en el barrio. Las viviendas en la Plaza Mayor de Madrid fueron construidas hace siglos, aun coste muy inferior y ya están más que amortizadas. Pero están en todo el centro de Madrid y si quieres vivir allí tienes que pagar un coste altísimo. La alternativa es un sistema de planificación. ¿Estarías dispuesto a aceptar qué el estado te diga a quién vender o alquilar y a qué precio vender nuestra casa? Ese modelo ya lo probamos con Franco y la Falange y el centro de Madrid acabó en ruinas y apuntalado. Es el mismo modelo que impuso Fidel Castro en Cuba en 1959 y a los que quieren planificar los precios de la electricidad les recomendaría ver algún video de como está el centro de la Habana.

El problema es que las diferentes tecnologías para producir electricidad tienen costes muy distintos y eso provoca fuerte volatilidad en los precios. En 2021 los españoles hemos pagado el precio más caro de la luz en julio y el más barato en años en febrero. Sería conveniente regular mejor la posibilidad de que los productores de estas nuevas tecnologías más baratas puedan cerrar acuerdos a corto plazo con consumidores y fijar el precio más bajo que en el mercado mayorista. Es lo mismo que sucede en las bolsas de valores. Cuando quieres comprar pocas acciones de una empresa vas al mercado marginalista. Cuando quieres comprar muchas acciones buscas un comprador que las tenga, fijas un precio y se autoriza la operación sin alterar los precios del mercado marginalista.

Otro cambio que sería urgente aprobar para reducir la volatilidad es cambiar el precio de referencia que pagamos los consumidores. El mercado marginalista es muy profesional y tiene precios en tiempo real y horarios. Pero como hacen otros países europeos los consumidores minoristas deberíamos referenciar nuestras tarifas a precios en los mercados de futuro que son más estables y eliminarías volatilidad diaria. También se puede diseñar un fondo de compensación de precios. Cuando el precio está por debajo de un nivel se pone un suelo y cuando suben por encima de un precio se pone un techo y se irían compensando.

El Gobierno ya ha regulado el autoconsumo y hay que avanzar con los fondos europeos. No obstante, las placas en los tejados solo servirían para compensar el cierre de las centrales nucleares que ya tiene fecha de caducidad. Si queremos avanzar en la electrificación de la movilidad son necesarias las grandes plantas. Empieza a haber rechazo a este tipo de plantas en zonas despobladas por impacto visual. Es necesario definir un plan nacional de zonas de alto impacto visual para protegerlas y avanzar en la electrificación en el resto. También hacer participes a los vecinos de esas zonas rurales de los impuestos y los beneficios que generan esas plantas para los pueblos donde se instalan que permitirán mejores servicios públicos y más renta para frenar la despoblación.

Francia e Italia tienen empresas públicas de electricidad y, como explica el Banco de España, sus precios también están en máximos. Crear una empresa pública para gestionar los embalses que terminan la concesión es una opción, pero no ayudaría a bajar el precio de la luz a los consumidores. Al contrario, si el estado hubiera gestionado el embalse de Zamora y no lo hubiera vaciado en los últimos meses por motivos ambientales, todos los españoles habríamos pagado más caro el precio de la luz.

El mayor riesgo es cargarnos el mercado y sustituirlo por sistema de planificación. Eso nos desconectaría del mercado eléctrico europeo y convertiría a España en una isla energética, sin gas, y sin señales de precios eficientes para que los inversores sigan instalando placas y molinos de vienta que será la única forma que los consumidores paguemos menos por la luz en los próximos años.      

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