En mi molesta opinión

Cuando el gobernante se cree más listo que el votante

Pedro Sánchez
Cuando el gobernante se cree más listo que el votante. 
Europa Press

Los políticos nuestros de cada día, Dios nos libre de ellos en el día de hoy, tienen una teoría que han inventado cuando se aburren y se ponen tristes en el despacho, o sea, es una teoría fiasco, que dice que el personal, es decir, los votantes en general, tenemos mala memoria y a la hora de la verdad -que es la hora de las urnas- no nos acordamos de los errores groseros e insidiosos que ellos cometen, o incluso perpetran; ni de las medias mentiras o mentiras enteras que nos sueltan sin escrúpulos, apoyándose en la complicidad de algunos medios de comunicación.

También dicen esos gobernantes que nuestra capacidad de recordar hechos políticos es tan liviana como la de un pez y nos olvidamos fácilmente de sus pifias garrafales, de sus constantes abusos de poder o de los autoindultos que practican a sus anchas con reiterada frecuencia a lo largo de sus “demasiados” años en el Gobierno. En eso Sánchez es, sin duda, todo un campeón, y un especialista y consumado escapista que elude sus responsabilidades y a lo único que aspira es a mantener su estrategia de extraños equilibrios que le permitan seguir en el poder, moviéndose de lío en lío, de charco en charco, hasta el desasosiego o batacazo final.

Hay que recordar que el socialismo sigue huérfano dentro del Partido Socialista Obrero Español desde que lo dirige en el poder Pedro Sánchez. Ahora lo que se lleva y está de moda es el 'sanchismo', una corriente política que lleva las mismas siglas que el PSOE pero está hecha de materiales diferentes, incluso el apelativo suena familiar pero es distinto en su ejercicio cotidiano, y su nombre tiene una mayor enjundia léxica: 'Partido Sanchista Oportunista Expañol'. Lo de la 'X' no es un error de cálculo sino un valor de significado e indica su concepto literal: 'fuera' o 'más allá' de algo. Pueden parecer bromas o juegos de palabras pero no lo son. No lo son tanto si repasamos unos ejemplos recientes que nos alumbran la actitud del PSC y del mismo PSOE, los cuales no aparecieron ni estuvieron presentes en la manifestación en Barcelona en favor de la convivencia entre el castellano y el catalán.

El socialismo sigue huérfano dentro del Partido Socialista Obrero Español desde que lo dirige en el poder Pedro Sánchez

Se trata de un pulso político e ideológico para marcar territorio, no es tanto una defensa del catalán que está suficientemente protegido en Cataluña, sino un 'castigo' al castellano, que está representado a duras penas en las zonas de 'Tabarnia'. El problema vendrá cuando esos catalanes reducidos a su mínima expresión lingüística no tengan pajolera idea de castellano y les surja la oportunidad de ir a trabajar fuera del principado. Convertir la lengua en un símbolo excluyente es convertir el futuro en un problema mayor. Las lenguas, bien entendidas, enriquecen, no escuecen. Pero no nos desviemos del tiro: los socialistas dejaron el domingo de apoyar la unidad de lenguas para que no se diga que ellos no son tan chulos y radicales como un independentista de espardenya y barretina. Cosas del politiqueo catalán que ni los propios catalanes entienden.

Pero el tarro de las esencias y divisiones políticas en el socialismo sigue marcando estilo más allá de Cataluña. Ahora le ha tocado el turno a un veterano miembro del puño y la rosa con espinas: Emiliano García-Page. En una entrevista bien surtida y comentada, publicada en 'El Mundo', se dedicó a decir todo lo que piensa de su partido en general, y de su presidente en particular. Y la verdad es que no se corto un pelo, ni parecía muy contento con unos ni con los otros, ni con su partido que está en coalición en el Gobierno, pero que se apoya en unos socios de viaje que según Page pasarán factura al PSOE en las elecciones generales, y también en las autonómicas que él mismo tiene en mayo como presidente de Castilla-La Mancha.

El que queda desvirtuado es el propio Sánchez que no acaba de borrar su imagen autoritaria

Queda claro que García-Page como todo político ambicioso, y todos los políticos lo son -el propio Núñez Feijóo llevaba gobernando más de diez años en Galicia y ahora quiere hacerlo en España-, sabe muy bien lo que debe decir para conseguir el apoyo de parte de su electorado en Castilla-La Mancha, y si es preciso pactar con Podemos, como hizo siendo el primero que se atrevía a ello para poder mantener así el poder en su región, lo hará sin remilgos. Page, para demostrar que es más partidario del centro izquierda que del radical 'sanchismo' de Moncloa, se atrevió incluso a elogiar a Feijóo y subrayar que por su experiencia personal este era “una persona solvente”, algo que a Sánchez le debió oler a cuerno quemado, después de pasarse semanas diciendo lo contrario y soltando espuma por la boca.

Moncloa, cabeza visible y principal del 'sanchismo', sigue en su particular guerra contra Núñez Feijóo, al que le dedican todos los miembros del Gobierno continuos y sistemáticos ataques, en una actitud que no tiene precedentes en la política española, y en un claro objetivo dirigido por el propio Sánchez para desvirtuar la imagen del líder de la oposición, que, sin embargo, mejora en sus encuestas a pesar de las críticas y artimañas del presidente. Lo que parece más bien es que el que queda desvirtuado es el propio Sánchez que no acaba de borrar su imagen autoritaria y se perpetúa en el estilo 'Cruella de Vil', siendo capaz de cargarse a quien sea con tal de lograr su 'abrigo' de dálmatas o su Moncloa ideal.

El problema del presidente tiene que ver con su propia imagen, que no acaba de funcionar y ha entrado en una fase política de derribo sistemático, casi tanto como su credibilidad. Ya nadie le compra un argumento ni mucho menos un coche usado, como se suele decir. Para mejorar su depauperado liderazgo quiere destrozar al líder de la oposición, pensando que ambos son vasos comunicantes, y él recuperará lo que pierda el del PP. Sin embargo, este último no entra en su juego y se limita a templar gaitas, algo que como gallego no le cuesta demasiado esfuerzo.

En resumen, y como ejemplo de que casi todo se le tuerce al presidente del PSOE, aunque él siga pensando que Ursula Von der Leyen le adora, el Eurostat -la oficina estadística de la Comisión Europea- reveló este lunes que el recibo de la luz sube en España ocho veces más que en Francia y cuatro más que en Alemania, a pesar de lo que dijo el propio Pedro Sánchez en el reciente debate energético en el Senado que mantuvo con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. La realidad es muy tozuda y la mentira tiene las patas muy cortas.

Bruselas, en cambio, tiene los datos muy claros y revela que el consumidor final acaba pagando mucho más en territorio español que en estos dos países vecinos, Alemania y Francia. Estas diferencias de precios se dan a pesar de la entrada en vigor desde junio del mecanismo conocido como tope al gas, que limita las subidas en los mercados mayoristas en España y Portugal bajo la denominada excepción ibérica. Una vez más el tiro le sale desviado al presidente del Gobierno, y una vez más se demuestra que los gobernantes no son más listos que los votantes.

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