OPINION

Cuando los políticos hacen el bien siempre mal, y el mal siempre bien

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. EP
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. EP

Antes vivíamos en el bipartidismo -que muchos echan de menos, visto lo visto-. Ahora vivimos en el bibloquismo, que viene a ser lo mismo que antes pero más lioso, como una melé política muy difícil de resolver, en la que todos los partidos intentan solucionar primero sus intereses sin anteponer las necesidades de la nación. Los dos principales bloques de este bibloquismo: “destra e sinistra", que dirían en Italia, están jugando sus partidas de poder cada uno con su estilo y por su lado, con éxitos desiguales.

Tras el fracaso de la investidura de Pedro Sánchez la semana pasada, por falta de acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos, la derecha de repente ha decidido ponerse estupenda y amigable, y ha empezado a firmar acuerdos -Murcia y Madrid- tras largos meses de ásperas negociaciones a tres bandas. Parece que el fracaso de la izquierda les ha abierto el apetito a cierta urgencia pactista. Quizá quieren evidenciar, principalmente con el acuerdo de gobierno autonómico en Madrid, que la “destra” está más capacitada y mejor dotada para los acuerdos y los pactos. Que a pesar de sus diferencias, sus rencillas no nublan su inteligencia y son capaces de renunciar a algunas cosas por el bien general, principalmente de sus votantes. Todo esto habría que matizarlo mucho, pero como mensaje publicitario contra los desacuerdos de la izquierda puede funcionar.

No es que sea un gran bofetón, pero sí un buen zasca a la inoperancia de la “sinistra”, que cada día que pasa consigue aumentar la indignación, por no decir el cabreo, de millones de españoles que ven como el país sigue paralizado en muchos aspectos por la incompetencia de los políticos, y temen además tener que volver a pasar por las urnas en noviembre, por culpa de esos mismos políticos que fueron elegidos hace tres meses y siguen sin saber hacer bien su trabajo.

La candidata del PP a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anuncia que tras dos meses de negociaciones en breve presidirá un Gobierno de coalición con Ciudadanos y apoyado por Vox en la Comunidad de Madrid.
Tras dos meses de negociaciones Ayuso presidirá la Comunidad de Madrid. / EP

¿Se imaginan que esto mismo sucediera en una empresa privada? Es lo que se pregunta todo el mundo. Y todo el mundo tiene una clara respuesta: los negociadores duraban dos días. Sin embargo, Carmen Calvo y Pablo Echenique, que han sido los principales negociadores de PSOE y UP, y sus respectivos jefes, siguen tan tranquilos hablando públicamente como genios de la política, y sin pedir disculpas ni sentirse afectados, al menos, por el fracaso y el bochorno. Pero eso sí, ellos han cobrando su buen sueldo con su paga doble de verano como si nada. Hasta el propio Pedro Sánchez reconocía en la sesión de investidura la inoperancia negociadora de la izquierda, y le espetaba a Pablo Iglesias un dardo en forma de pregunta retórica: “De qué sirve una izquierda que pierde incluso cuando gana”.

Si nos guiamos por los gestos políticos de los últimos días nos encontramos con una izquierda socialista que parece actuar con el síndrome del cardenal Richelieu. Cuando este murió, corrió por París un apócrifo epitafio que resumía la vida del preboste francés: "Aquí yace un famoso cardenal que hizo mucho bien y mucho mal, pero el bien lo hizo siempre mal, y el mal lo hizo siempre bien". El PSOE de Pedro Sánchez no ha logrado cerrar un acuerdo de gobierno con Unidas Podemos después de tres meses, aunque sí ha sido capaz de cerrar otro acuerdo en Navarra que exige el apoyo imprescindible en forma de abstención de EH-Bildu. Algunos militantes del PSOE creen que esto es una “normalización” democrática, que hay que tratar a Bildu como se trata a los otros partidos, y olvidar los asesinatos, secuestros, extorsiones y esos muchos años de terror que vivimos en España no hace tanto tiempo.

Por suerte, también hay votantes, muchos del PSOE, que creen que este pacto es contrario a la ética democrática y socialista, que perjudicará a la imagen y a los resultados del partido de Pedro Sánchez, y que además contribuye al blanqueamiento de EH-Bildu, sobre todo si no hay una declaración oficial de arrepentimiento de ETA, acompañada por una clara petición de perdón a todas las víctimas. No exigir estos mínimos de conciencia a un partido que ampara y justifica los actos criminales del terrorismo, y homenajea a los terroristas, es degradar considerablemente la democracia y la política española. El PSOE acaba de "colgarse" otra medalla Richelieu.

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