OPINION

De los ojos tristes de Greta a la falsa sonrisa de Pablo Iglesias

La joven activista climática de 16 años Greta Thunberg, durante la rueda de prensa que ha ofrecido este viernes en la Casa Encendida de Madrid. /EFE/Kiko Huesca
La joven activista climática de 16 años Greta Thunberg, durante la rueda de prensa que ha ofrecido este viernes en la Casa Encendida de Madrid. /EFE/Kiko Huesca

La única Greta famosa que conocíamos hasta la fecha era la Garbo, Greta Garbo, actriz de mirada nórdica y felina, que cautivo a medio mundo con su 'Mata Hari', y que, casualmente, también era sueca como ‘la niña de los plásticos’ que ahora nos visita en plan azote de conciencias. Pero claro, suecas hay muchas y Gretas también, y tarde o temprano tenía que surgir del frío -y del calentamiento global- otro mirlo nórdico que captara, en este caso con más crudeza y menos belleza, la atención del mundo.

Y aquí está, recién encumbrada en el frío clima de Madrid, en plan súper estrella mediática, Greta Thunberg, la adolescente que nos cautiva con sus broncas medioambientales. Se dedica a viajar como un estandarte -sus travesías por el Atlántico en velero para no contaminar con los aviones son de locura- y a llevar una vida impropia de las niñas de su edad, pero todo ello lo hace por nuestro bien y el del planeta. La rueda de prensa de ayer viernes estuvo saturada de medios de comunicación que quizá estén sufriendo también un desproporcionado calentamiento ambiental en su interés informativo por Greta.

Que relacionen a Thunberg con grandes fondos económicos con intereses energéticos y todo un entramado de lobbies financieros que apoyan el movimiento que ella lidera para influir de una manera concreta en la opinión pública y en los distintos gobiernos, parece que es lo de menos, que eso no tiene importancia, que a la niña le hemos robado su futuro y se lo vamos a pagar todos cambiando nuestro modelo de vida porque a ella y a algunos científicos como ella les interesa que así sea. ¡Ojo! detrás de la 'tierna' Thunder hay muchos intereses económicos y políticos, y nada es tan inocente como su aparente triste mirada.

Estoy de acuerdo en que es muy positivo para todos -incluidos los negacionistas del cambio climático- practicar un comportamiento de vida más ecológico, aunque no crea que la Tierra esté al borde del cataclismo ambiental. Pero siempre nos irá mejor, en todos los sentidos, tener una mayor conciencia de austeridad, de sencillez, a la hora de consumir y de explotar el planeta. Greta es sólo un reclamo utilizado para provocar miedo y despertar conciencias. El peligro no es ella, que quizá esté convencida de sus temores; el daño viene detrás de ella. El daño está en los que quieren convertir el fenómeno medioambiental en una cuestión ideológica para barrer hacia sus intereses económicos y partidistas, en lugar de organizar un fenómeno ecológico transversal que nos implique a todos.

Aunque sería justo que esa protección ecológica de la Naturaleza la hiciéramos extensiva a la naturaleza humana y conseguir de algún modo que no mueran todos los años cientos de miles, por no decir millones, de seres humanos en vías de desarrollo existencial que desearían vivir y alguien se lo impide antes de nacer, u otros que ya han nacido pero sufren las penurias de una existencia miserable. Parece incongruente y de lo más antiecológico proteger la naturaleza ambiental y no preservar la naturaleza humana. Como señalan científicos de todo el mundo, el ecologismo implica favorecer al planeta y a todas sus especies animales, pero sin olvidar de favorecer y proteger a la especie humana.

Con tanta estrella reluciente paseándose por Madrid, casi se me pasa echarle un vistazo a la contaminación política que tenemos en casa. Si lo de Greta Thunberg huele a gato encerrado con intereses oscuros, lo de Podemos y sus exabogados acusadores suena a 'vendetta' dentro de un partido que empieza a oler a corrupción gorda y a guerra sucia interna. Por mucho que Pablo Iglesias aproveche la fiesta de la Constitución para retar con sonrisa falsa y palabras gruesas a todo el que tenga algo que denunciar de él o de su partido a que acuda a los tribunales.

El problema está en que cuando dos letrados de tu formación -Mónica Carmona y José Manuel Calvente-, que llevan años trabajando para Podemos, son despedidos por lanzar graves acusaciones acerca de sobresueldos y chanchullos internos, todo adquiere una larga sombra de sospecha por mucho que se intente replicar con una acusación de “acoso sexual grave” contra el abogado Calvente.

Sobre todo, porque el pretendido acoso sexual se remonta a la primavera pasada; ¿por qué, entonces, han esperado tanto tiempo en denunciarle y echarle? Si el delito es tan grave, hay que despedirle y denunciarle en el mismo momento. No ahora que parece una respuesta de venganza por sus acusaciones.

Seguiremos atentos para ver cómo acaba esta 'guerra' interna en Podemos, que promete ser larga y despiadada como las de Juego de Tronos, y donde además sigue coleando el despido de la 'guardaespaldas' de Irene Montero que se quejó de hacer más horas de las que le correspondía -sin cobrarlas- y de ser utilizada para hacer recados, más allá de sus cometidos profesionales de vigilancia.

En Podemos también penden otras graves acusaciones sobre un ERE encubierto para despedir a trabajadores afines a Íñigo Errejón. Son muchas las actitudes del partido que están siendo denunciadas públicamente y ante los tribunales. Mala cosa para una formación tan joven. Los nuevos políticos de Podemos, que anunciaron que venían para regenerar la política, parece que se han olvidado de sus principios y sus buenas intenciones, y eso que aún no han tocado el verdadero poder real que les otorga entrar en el Gobierno de la nación.

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