En mi molesta opinión

Entre ofendidos y "ofendiditos": un poco de calma nos vendría bien

Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo
Entre ofendidos y "ofendiditos": un poco de calma nos vendría bien
EFE

Es cierto que Isabel Díaz Ayuso no es nada del otro jueves. Como ella misma reconoce, no es Churchill. Pero ahí está, la presidenta de Madrid, con su cara maquillada y su lengua bien afilada intentando evitar que los mamelucos que entraron en Madrid el 2 de mayo de 1808 entren ahora de nuevo en plena fiesta de la Comunidad. La fiesta tuvo encanto pero hubo alguien que quería estropearla, y además se fue al baño justo cuando la presidenta daba su discurso. ¿Adivinan quién? Ayuso no necesita gafas y es capaz de ver de lejos personas “nada gratas” que se cuelan en la fiesta oficial de la Puerta del Sol sin que les hayan invitado, y todo porque quieren aprovecharse de la situación para montar un numerito político en plena campaña electoral.

Ayer pude ver de cerca, más o menos, los esfuerzos que hizo Félix Bolaños, ministro de Presidencia, para auto-invitarse y que se notara su rebeldía y empecinamiento por aparecer en todas partes ninguneado, aunque no tuviera para ello la invitación. Todo el mundo sabe que son ganas de fastidiar, las de unos y las de otros, principalmente porque estamos en plena campaña electoral y aquí no hay angelitos que acudan inocentemente a un acto que no es el suyo. Sánchez está tan enfadado con Ayuso que intenta rascar algo haciéndose el ofendido, o como se dice ahora, el ofendidito por delegación ministerial. Esta batalla contra el mameluco, por ponerle un nombre histórico, viene de lejos, de cuando el lobo pensaba que podía comerse a la inocente Caperucita.

Alguien se olvidó, quizá el propio presidente, que a Díaz Ayuso le sientan bien las peleas políticas -y personales-, sobre todo con Pedro Sánchez, porque las acaba ganando ella casi siempre. Sin embargo, desde Moncloa no se cansan de intentarlo. De intentar meterle el dedo en el ojo a la presidenta de Madrid, siempre que pueden y sobre todo los 2 de Mayo que son la fiesta grande. Como Sánchez no se atreve a meterse en persona, envía a su ministro de los recados, Félix Bolaños, que sin dudarlo se mete donde le mande el presidente. Por ejemplo y vayamos a los datos. Que hay que permitir una manifestación contra Ayuso en la Puerta del Sol, que es su casa institucional para el mismo día 2 de mayo, pues se llama al Delegado del Gobierno de Madrid y se autoriza sin ningún problema, y así se intenta que coincida con los actos de la Comunidad el lío de la manifestación que está previsto para la misma hora y fecha.

Si el ruido de esa manifestación autorizada por el Gobierno central no molesta lo suficiente, hay otros recursos para fastidiar el 2 de Mayo: enviar de nuevo al servicial Bolaños, que nunca pone en duda nada de lo que se le ordena. El año pasado ya “fastidió” el día de la Comunidad de Madrid contra-programando a las siete de la mañana un “escándalo” nacional, un ataque de espionaje contra el móvil de Sánchez y de Margarita Robles con el programa Pegasus. Algo que la mayoría de países sensatos intentaría averiguar antes de anunciar, pero que aquí se monta una escandalera para soltar tinta de calamar y fastidiar al rival.

El Gobierno tenía el tema del espionaje en sus manos desde hacía semanas, pero eligieron ese mismo día 2, ¿por qué? ¿Pregúntenle a Sánchez o a Bolaños? Además de soltar el lío para tapar otras cosas, dijeron en Moncloa que informarían de lo sucedido lo antes posible. Ha pasado un año de aquello y los españoles siguen sin saber nada de este escándalo: ¿Qué había en los móviles del presidente y la ministra que fueron robados? ¿Quién ordenó el ataque de Pegasus? ¿Tiene algo que ver en ello Marruecos? Como siempre, mucho ruido y pocas nueces, es decir, pocos datos transparentes.

Entre las cosas que ha conseguido en estos cinco años Sánchez está la de transmitir la idea de que en Moncloa no dan puntadas sin hilo en cada gesto o decisión que toman. Debe ser un sin vivir porque no basta con hacer las cosas, hay que darles una vuelta maquiavélica de tuerca para que la sociedad intuya que siempre hay oscuras maniobras. Otra de las circunstancias de Sánchez es no dejar que nadie le lleve la contraria, de ahí esa firme decisión contra Ayuso. Eso, y el hecho de que su Gobierno y él mismo en concreto, tienen claro que no gobiernan para todos los españoles, sólo para los que consideran que son progresistas o de extrema izquierda.

Sánchez nació en Madrid pero no parece que conozca muy bien su ciudad ni su Comunidad. Ayuso también nació aquí y aunque la Autonomía funciona bien desde hace años, antes incluso de llegar ella, al menos tiene la virtud de no estropearla, más bien lo contrario, vistos los resultados electorales y las encuestas del 28-M, donde queda patente la voluntad de votarla que tienen millones de ciudadanos que residen en ella. Y a Sánchez, en cambio, le pone de los nervios que Madrid sea la región que más prospera de las diecisiete que hay en España.

En el rifirrafe de ayer, día 2 de mayo, todavía no tengo claro si la directora de protocolo de la Comunidad de Madrid se excedió en sus funciones -imagino que recibió órdenes de arriba-, o el que se excedió en sus ganas e intenciones de liar las cosas fue Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, que también recibió órdenes de “arriba”. Sea como sea, nos queda un año de elecciones con muchas campañas electorales, y tal como está el patio, sería mejor que nos tomáramos las cosas con un poco más de calma. Los unos y los otros.

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